HIGH LIFE

HIGH LIFE

por - Críticas
01 Sep, 2019 01:54 | Sin comentarios
Una tautología precisa: una película en el espacio de Claire Denis es una película en el espacio de Claire Denis.

La colonia penitenciaria

La vida en la Tierra carece de sorpresas; ningún misterio anida en este planeta visualmente definido desde el espacio por su resplandeciente color azul. En el repertorio espiritual de siglo XXI, la aventura y el encuentro con otras civilizaciones es cosa del pasado. Algo de esto se sugiere en dos pasajes hermosos en los que una beba observa en un plasma algunas imágenes de una vieja película de 1914 titulada En la tierra de los cazadores de cabezas. Esa niña nacida en el espacio exterior y en un tiempo lejano solamente puede saber de los orígenes de la Humanidad por el cine; y el filme de Edward S. Curtis pertenece a un período en el que los terrícolas podían aún descubrir culturas y geografías desconocidas, y el cine lo celebraba.

En la inclasificable High Life, Claire Denis desoye el clamor utópico de los cielos. Una luz amarilla resplandeciente, que se apoderará de toda la superficie de un plano, es la máxima expresión del asombro que prodiga el filme. La esperanza que se les suele adjudicar a las estrellas y al vasto cosmos brilla por su ausencia. No hay metafísica alguna en este cuento distópico desarrollado en una nave espacial en la que conviven reclusos que han aceptado sustituir la cárcel por ese vehículo. No se trata aquí de una máquina blanquecina que se desliza por el espacio con todo el glamour que puede desprenderse del imaginario castrense de la NASA. La pulcritud no es aquí una estética, como sí lo es la suciedad, los fluidos corporales, la sangre.

High Life, Reino Unido-Francia-Alemania-Polonia-EE.UU., 2018.

Dirigida por Claire Denis. Escrita por C. Denis y Jean-Pol Fargeau.

El relato de High Life dista de ser lineal. El personaje que interpreta Robert Pattinson, condenado por haber asesinado a un amigo en una pelea por un perro, a veces recuerda episodios de su pasado en la Tierra mientras cría a su niña. Sin aviso alguno el filme puede retroceder en el tiempo, cuando aún no era padre, y asimismo avanzar una vez más sin indicación alguna hasta la adolescencia de la hija. Denis descree de la ortodoxia narrativa, y sin vacilación alguna puede sostener el relato en un tiempo inestable.

Al convicto de Pattinson, el más atractivo de la tripulación, lo llaman “monje”, porque en su estadía en el espacio decidió tomar el camino de la abstinencia y dejarles a otros la indulgencia. En la nave, los reclusos cuentan con una cámara de placer, y en la mayoría el instinto sexual está al orden del día. En efecto, las proezas masturbatorias de la doctora Dibs constituyen un gran “número” del filme, y Juliette Binoche, que la encarna, dista de sentirse inhibida a la hora de danzar desnuda alrededor de un dildo tomada de unas sogas y con su larga cabellera suelta. Por su parte, la doctora tiene un viejo anhelo conservador: crear un ser genéticamente perfecto, y es así que aprovecha la excitación general de los reos para experimentar con semen y óvulos en busca de la excelencia genética.

No es muy clara la misión en el espacio. El objetivo mayor consiste en obtener la energía rotativa de un agujero negro, lo que comportaría una solución energética para la humanidad, pero a Denis no le interesa en absoluto el presunto dilema científico y su eventual centralidad en el filme; sí le interesa la dimensión estética de los agujeros negros: se ven hermosos. En líneas generales, las escenas en exteriores son pocas, pero tan gélidas como hermosas. La caída de un destornillador en el vacío infinito, la desintegración física de un improvisado astronauta o varios cuerpos flotando en el espacio son postales de una visión del cosmos que no devuelve ninguna consolación trascendental sin por eso renunciar a una cierta fascinación por los paisajes ilimitados de las galaxias. Esto es el anverso de películas como Solaris o 2001: odisea en el espacio. Las fantasías de la metafísica no le interesan a Denis. La única alusión a un ser trascendente remite al aprendizaje mimético de la niña sobre algo visto en un filme.

Como sucede en todas las películas de Denis, el mundo (y aquí el cosmos) se reduce a la pulsión sexual, y su expresión es de índole agresiva. Es que en su cine el deseo es consustancial a una forma de violencia, y lo que se vislumbra en este árido escenario que empequeñece a cualquier criatura de deseo es lo que Denis ya ha explorado en películas notables como Bella tarea, Sangre caníbal: un oscuro deseo, El intruso. Estas películas son disímiles entre sí, excepto por el tema de fondo y la forma de concebir el cuerpo humano, siempre visto como una superficie de intensidad y filmado sin reconocer su unidad. El modo en cómo registra los placeres de Binoche en High Life es una glosa fidedigna de cómo la veterana directora francesa entiende la relación entre cuerpo y placer y el modo en que ella suele filmar el cuerpo: fragmentándolo.

A esta dimensión psicosexual ubicua en sus películas se añade aquí una intuición sociológica: un deseo de una buena parte de la sociedad pasa por enviar a sus inadaptados a otro mundo. Situar una penitenciaría móvil atravesando la Vía Láctea puede parecer demasiado, pero desterrar a los delincuentes y expulsarlos a la insondable oscuridad del espacio es, acaso, la fantasía reaccionaria de muchos. Lo que en Denis es distopía, quizás para otros puede ser una inconfesable esperanza irrealizable; la posición de la cineasta sobre el tema no admite ninguna duda, lo mismo que su visión del cosmos, en el que se extiende la perplejidad del orden del mundo y la desolación de la vida humana. El contrapeso es poco, pero otorga una mínima resistencia a la ferocidad del mundo: el amor filial.

Esta crítica fue publicada por Revista Ñ en el mes de agosto 2019.

Roger Koza / Copyleft 2019

Críticas 2019

Construcciones (leer aquí)

Había una vez en Hollywood (leer aquí)

Santiago, Italia (leer aquí)

Chubut, libertad y tierra (leer aquí)

Buenos Aires al Pacífico (02) (leer aquí)

La culpa (leer aquí)

Las facultades (leer aquí)

Ricordi? (leer aquí)

Michelangelo infinito (leer aquí)

Muere, monstruo, muere (leer aquí)

Método Livingston (leer aquí)

Chubut, libertad y tierra (leer aquí)

Esa mujer (leer aquí)

Diamantes de la noche (leer aquí)

El cuento de las comadrejas (leer aquí)

De nuevo otra vez (MG) (leer aquí)

Dolor y gloria (leer aquí)

De nuevo otra vez (RK) (leer aquí)

Elegía de Naniwa (leer aquí)

Somos una familia (leer aquí)

El árbol de peras silvestres (leer aquí)

Doubles vies (leer aquí)

Noticias de la Antigüedad Ideológica – Marx/Eisenstein/El Capital (leer aquí)

Entre la razón y la locura (leer aquí)

Los miembros de la familia (leer aquí)

Diane (leer aquí)

Ausencia de mí (Leer aquí)

Chaco (leer aquí)

Van Gogh: en la puerta de la eternidad (leer aquí)

Dumbo (leer aquí)

Belmonte (leer aquí)

Border: sentí algo hermoso (leer aquí)

Arabia (leer aquí)

La nostalgia del Centauro (leer aquí)

Te quiero tanto que no sé (leer aquí)

Suspiria (leer aquí)

Buenos Aires al Pacífico (leer aquí)

Sueño Florianópolis (leer aquí)

Creed II: Defendiendo el legado (leer aquí)

Introduzione all’ oscuro (leer aquí)

Las veredas de Saturno (leer aquí)

La mula (leer aquí)

3 rostros (leer aquí)