CHACO

CHACO

por - Críticas
15 Abr, 2019 12:11 | Sin comentarios
Danièle Incalcaterra y Fausta Quattrini persisten en filmar lo "impenetrable": las mallas del poder.

HACER LO CORRECTO

Entre tantas cosas asumidas como hechos indiscutibles del orden del mundo está la misteriosa convicción de creer ser dueño de una tierra. Hay propietarios de locales, departamentos, campos e incluso de montañas. La ley suele proteger a los titulares, pero pocas veces existe el deseo de entrever y reconstruir una historia de la enunciación de las leyes, que también está ligada a una disimulada historia de apropiación. Cualquier lectura retrospectiva culmina en los orígenes. ¿Quiénes estaban en un hábitat previo a la invención de las escrituras y todo el orden jurídico que vindica los derechos de los terratenientes y los propietarios?

La historia de Chaco, de Danièle Incalcaterra y Fausta Quattrini, remite a la gran historia de las apropiaciones de los más fuertes y a la inevitable genealogía por la cual a un territorio cualquiera se lo mide y cerca según un interés particular. 5000 hectáreas en una zona virgen de Paraguay hereda de su padre el cineasta italiano, y sobre este patrimonio toma una decisión: convertir el bosque y toda la vida silverstre en él en una reserva natural, deseo que aún cuenta con el aval jurídico del expresidente Fernando Lugo, aunque rápidamente el cineasta entenderá que un decreto no es una ley y que la contingencia del primero no garantiza absolutamente nada. De esa precariedad jurídica surge la tensión narrativa del film, y el suspenso que puede despertar cualquier forma de lucha por mayor justicia.

Chaco,  Danièle Incalcaterra, Fausta Quattrini, Argentina-Italia-Suiza, 2017.

Sucede además que, alrededor del perímetro que le pertenece, 320.000 hectáreas son empleadas para la explotación. El cultivo de soja desconoce ahí, como en tantas otras regiones, cualqueir ética ecológica; la racionalidad económica se impone con su habitual prepotencia pragmatista, como si la realidad de los negocios consistiera en lo real inamovilbe del mundo. El infinito deseo de lucro acecha; los propietarios se enfrentan, y más allá de ello aún están presentes en el territorio los que han estado ahí desde el principio de los tiempos: los hombres y mujeres de la comunidad ñandeva.

En las tres últimas películas en su haber, Incalcaterra y Quattrini suelen poner atención en los fenómenos estructurales de un sistema económico general que define nuestro modo de vida. El capitalismo regula los bienes y las riquezas, los ordena en un horizonte de inteligibilidad y así se legitiman formas de intercambio de derechos, esfuerzos y ganancias. Fasinpat (Fábrica sin dueño)El impenetrable y ahora Chaco se ocupan del trabajo y la tierra, dos variables decisivas en estas coordenadas, y la atención está puesta en las fallas del sistema. La lectura crítica nunca es generalista, más bien microscópica, y además personalizada: Incalcaterra siempre está frente a cámara, asumiendo el protagonismo, sin pasar a ser más importante que el tema elegido, como sucede a menudo en los documentales de Michael Moore.

Si bien el núcleo del film de Incalcaterra y Quattrini está signado por la enunciación y la denuncia de situaciones injustas y de riesgo, los cineastas no presciden de concebir un plano y poner empeño en trabajar sobre el registro. Los planos en contrapicado en el inicio para introducir el ecosistema y el concepto espacial desplegado en la puesta en escena a lo largo de todo el film evidencian una preocupación formal que no siempre está presente en películas cuya urgencia e indignación pueden imponerse sobre cualquier inquietud estética. El cine (les) importa, porque a este también se lo debe preservar como a un bosque, y ambos responsables de Chaco son ante todo cineastas. Es que pocos filman y componen planos; la mayoría produce información audiovisual, no muy lejos de la lógica sojera que satura la tierra a través de un monocultivo. Pero ese es otro problema.

*Esta crítica fue publicada en Revista Ñ en el mes de abril 2019.

Roger Koza / Copyleft 2019

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