CINECLUBES DE CÓRDOBA (83): LA CANCIÓN NO ES LA MISMA

CINECLUBES DE CÓRDOBA (83): LA CANCIÓN NO ES LA MISMA

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Once

Por Roger Koza

Once (2006), una película que jamás se estrenó en salas, otro inexplicable error de los que se dedican a la compra de películas en Argentina para su exhibición. He aquí otro misterio: ¿por qué un filme amable como pocos jamás llegó a la pantalla grande?

Justamente, el próximo viernes 20 a las 21 h, en el ciclo Cine Estelar en el Buen Pastor (Av. Hipólito Irigoyen 325), se proyectará Once, la película de John Carney, que está protagonizada por el músico irlandés Glen Hansard y su colega checa Markéta Irglová. En este filme sencillo y delicado, él es un músico callejero que tiene también una banda de música, aunque para sobrevivir en Dublín tiene que trabajar en el pequeño negocio de su padre dedicado a la reparación de aspiradoras. Para un músico talentoso pero desconocido, la vida entre aspiradoras no es una verdadera inspiración. Por su parte, ella lo conocerá tocando en la calle y nacerá una amistad, y tal vez algo más. Como sea, pasarán tiempo juntos y tocarán música.

Este sobrio retrato social sobre hombres y mujeres de clase trabajadora está corrido de cualquier atisbo de denuncia y compasión condescendiente. Carney simplemente registra la cotidianidad del trabajo y los deseos, hasta llegar al núcleo más poderoso del filme: los esfuerzos y obstáculos que puede llegar a implicar la persistencia de una vocación cuando se pertenece a una clase específica, cuyo lugar en el orden social responde a un lugar casi asignado en la división de trabajo. La expresión sensible no es para trabajadores.

Los momentos más hermosos del filme son aquellos en los que Hansard se dedica a la música, en especial cuando él y su banda están grabando un tema titulado When Your Mind’s Made Up. El tema crece como la escena, y la simplicidad armónica no exenta de una hermosura manifiesta acompaña un registro preciso del placer de hacer música junto a otros. Los movimientos de brazos del baterista y su inmersión en el tema, la necesidad física del bajista de moverse frente a su entusiasmo, la fuerza vocal de Hansard que nace de las entrañas, la consciencia de felicidad de la pianista y la concentración del guitarrista constituyen una experiencia indivisible frente a cámara. Lo que se ve literalmente es que la música es lo que sucede entre ellos, pues la ejecución de los respectivos instrumentos solamente garantiza el sonido que es la condición de posibilidad de que exista la música. Instancia inolvidable, modelo de cómo filmar la experiencia de la música.

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Gloria

Una mujer en Santiago

Gloria (2013), la mejor película del reconocido director chileno Santiago Lelio, escrita por su habitual guionista Gonzalo Maza, cuenta la historia de una mujer adulta que vive sola y sin abnegarse frente a su deseo, como tal vez el imperativo social lo requiere de acuerdo a su edad y pertenencia de clase. En un club de baile conocerá a un oficial de marina, con el que empezará a salir, hasta que la vida familiar de este último se transforme en un impedimento vincular.

Si bien la trama de Gloria se ajusta a la descripción precedente, en verdad lo que importa aquí pasa por las acciones de Gloria y sus decisiones, que están mucho más relacionadas con los dictámenes de su deseo y con una forma de vida que no expele la posibilidad de formar una pareja, pero que tampoco se define exclusivamente por ese proyecto afectivo.

Paulina García como Gloria es en cierto sentido el centro de gravedad de la película, pues todo lo que sucede está asociado a ella, y la entrega de la actriz, capaz de mostrarse enteramente desnuda o vulnerable, es tan notoria que en ciertos momentos el personaje está por encima de la película. En el género de comedias o dramas para la vida adulta, posiblemente Gloria sea una de las películas más maduras entre las de su género, y más libertaria de lo que se puede percibir en una primera visión. (Del jueves 19 al domingo 22, en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49)

Tonos grises

Vuelve a la cartelera Los besos, de Jazmín Carballo, la ópera prima de esta joven directora cordobesa cuyo mínimo drama, si bien está focalizado en el reencuentro inesperado y azaroso entre dos jóvenes, Lisa y Jerónimo, no deja de ser un retrato generacional de una clase social específica con intereses orientados al cine y la música. Tres rasgos destacables del filme: la tensión dramática que crece paulatinamente entre Lisa y Jerónimo; las formas peculiares de mirar la experiencia cotidiana y el mundo circundante, un registro muy vistoso en ciertos pasajes que expresan una sensibilidad peculiar; los momentos en los que los jóvenes del filme se disponen a hacer música, una forma de estar en grupo que aliviana cierto tenue desasosiego que tamiza otras escenas. (Hoy, a las 21 h, en el Centro Cultural Córdoba, Av. Poeta Lugones 401)

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Brindis de amor

Los movimientos

Cada vez menos, en el cine que vemos, se entiende cómo filmar esa expresión física tan peculiar que es el baile. La lógica televisiva, ya apropiada por el cine, ha fragmentado la hermosa dinámica corporal por la que un hombre y una mujer logran desplazarse en el espacio imponiendo figuras notables frente a la mirada. ¿Un buen ejemplo, o más bien un contraejemplo? Brindis de amor, de Vincente Minnelli.

En la extraordinaria película de 1953 se puede ver todo el misterio que encierra el baile. La escena más hermosa del filme de Minnelli consiste en un paseo. Los dos personajes principales interpretados por Fred Astaire y Cyd Charisse, que en el filme son dos actores y bailarines que hasta ese mismo momento no logran entenderse mientras ensayan para una obra de teatro, reconvierten a través de un baile inesperado la tensión constante entre ellos, que no es otra cosa que una verdadera atracción no del todo reconocida y verbalizada por ambos.

La escena en cuestión es prodigiosa: caminan por un parque en el que se encuentran con un grupo de gente bailando, abandonan el grupo, siguen caminando y, casi imperceptiblemente, con un ligero movimiento, la fuerza motriz del caminar se transforma en un ímpetu artístico que envuelve a los dos caminantes hasta hacerlos bailarines. En dos o tres planos Minnelli sigue los movimientos de la pareja como si la propia cámara bailara con ellos.

Con una elegancia extrema y un dominio absoluto del espacio, Minnelli da una lección insustituible de cómo filmar la gracia del cuerpo desconociendo su existencia animal.

La danza es ese plus simbólico con el que los hombres superan la destreza de la supervivencia (Miércoles 18, a las 15.30h, en Bv. San Juan, 49).

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El hombre equivocado

Suspenso jurídico

Desde los primeros estudios sobre Alfred Hitchcock se ha insistido en el cristianismo ubicuo de su filmografía, acaso sintetizado por una temática cara a ese sistema de creencias: la culpa. Sin duda, como en tantas de sus películas, un inocente de pronto se ve acusado por un crimen que no cometió. Eso es lo que sucede en El hombre equivocado.

En efecto, aquí se trata del músico interpretado por Henry Fonda, en uno de sus trabajos más notables. El contrabajista Manny Balestrero será confundido como un ladrón, debido al parecido de este con el verdadero culpable de un robo, y podrá entonces ir a prisión. El fundido que se verá en cierto momento sobre los rostros del inocente y el culpable será una prueba de que las apariencias engañan, pero también una sugerencia necesaria para señalar lo endeble de las pruebas jurídicas.

Lo más interesante no pasa solamente por el problema de la transferencia de la culpa y la inestabilidad de la verdad jurídica, sino también por las consecuencias que tiene el caso policial en la vida familiar del personaje de Fonda: Vera Miles, como la esposa del contrabajista, enloquecerá, una deriva que complejiza todavía más la trama que, si bien apuesta a una suerte de milagro de último momento, no deja de tener daños colaterales irreversibles. Es una de las grandes películas de Hitchcock, incluso cuando en el sorprendente inicio el propio director se toma el trabajo de anunciar que no se parece en nada a sus películas. (Miércoles 18, a las 20.30h, Bv. San Juan 49).

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior durante el mes de noviembre 2015

Roger Koza / Copyleft 2015