CINECLUBES DE CÓRDOBA (29): EL PRETÉRITO ENCANTO DE LO POPULAR

CINECLUBES DE CÓRDOBA (29): EL PRETÉRITO ENCANTO DE LO POPULAR

por - Cineclubes, Cineclubes de Córdoba, Críticas
12 May, 2014 03:16 | 1 comentario
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Del tiempo y la ciudad

Por Roger Koza

En tiempos de fútbol mundialista se impone un término devastado por su uso: lo popular. ¿Cuál es su sentido en nuestro tiempo? ¿Qué significa lo popular en el cine? Pensemos en Chaplin, Ford y Favio. Si hoy se estrenara Un rey de Nueva York, ¿sería un filme exhibido en un complejo cinematográfico? ¿Qué pasaría con Siete mujeres y El dependiente? Cine masivo no es sinónimo de cine popular.

Más allá y más acá del esférico

Maximiliano Baldi es el joven director que filmó Locura que enamora mi ciudad, la película sobre Talleres. Película institucional y consciente de su objetivo de retratar la relación de los hinchas con su club de fútbol, además de transformar el ascenso a una categoría menos humillante para la historia gloriosa del club en un acontecimiento de dimensiones épicas, es fundamentalmente un intento amable por comprender cómo un deporte puede incidir en la constitución de la identidad de quienes viven en un territorio común en un tiempo específico.

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Locura que enamora a mi ciudad

Justamente lo popular reside en cierto carácter universal de la experiencia a partir de su singularidad: la vida de Finchacho, Pipa, Colo, Marta y Mariano constituyen modelos vivos de un modo de estar en el mundo. Lo mejor del filme de Baldi pasa por la presentación de estos personajes, el modo como el director registra (formalmente) la intimidad de sus casas y los lugares en los que trabajan y los distintos retratos edilicios de la ciudad de Córdoba. Pero allí donde está su virtud también residen sus límites, pues su legítimo humanismo opaca estructuralmente una historia dolorosa que se enuncia en un principio y que el filme elige dejar en fuera de campo. ¿Es sólo la (mala) suerte lo que determina la debacle de un club? Cuando Galván, el gran defensor de la selección y Talleres, recuerda que en una época un jugador de Talleres venía de jugar un mundial y a los 10 días ya estaba jugando para el club, el filme enuncia un problema en el que no ahonda. Mucho menos todavía se pregunta sobre la relación de la AFA con el fútbol del interior ni sobre el contexto político y económico que convirtió al fútbol en un negocio colosal. (Espacio INCAA de Ciudad de las Artes, del lunes 12 al miércoles 14)

El gran Terence Davies

Terence Davies es el mayor cineasta británico de todos los tiempos, el más delicado de todos y sin duda el gran representante del proletariado de su país. Su cine poco tiene que ver con el trazo grueso de cineastas como Ken Loach y otros exponentes del famoso realismo británico. Davies ha filmado siempre la vida de los trabajadores, como también su propia experiencia de la homosexualidad.

En Del tiempo y la ciudad, Davies compone a partir de material de archivo un magistral y conmovedor ensayo sobre Liverpool y sobre cómo esa ciudad escribió su propia historia de vida. Las imágenes elegidas van desde las horas libres de los obreros a desfiles de la realeza, planos que cubren distintos momentos históricos de una ciudad, transformaciones que solamente pueden observarse en el cine. La voz en off de Davies interviene sobre el orden visual a partir de textos propios y citas de escritores. Sus blancos elegidos, como siempre, son la institución religiosa y monárquica, y en esta ocasión también los Beatles. Davies cita en cierto momento a Willem de Kooning: “El problema con ser pobre es que consume todo tu tiempo”. Y luego agrega: “El problema con ser rico es que consume el tiempo de los demás”. Lucidez discursiva que se sostiene en imágenes durante toda la película. (Del jueves 16 al domingo 19, Cine Teatro Córdoba)

El malestar popular

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Vers Madrid

¿Tiene sentido volver a hablar de la política de los autores? Sylvain George tal vez encarne una hipérbole de aquel viejo adagio sesentista: filma, registra el sonido, concibe el montaje para capturar la historia en su devenir. Es un encuentro solitario, una confrontación de un hombre solo con su cámara frente al acontecimiento político. George expresa en su puesta en escena una concepción del cine y por consiguiente del mundo, pero además entiende perfectamente, como sugería Godard, que lo que importa es la política más que el autor.

Después de la abyección ejercida por el poder policíaco francés frente al inmigrante en Calais, ahora es el turno de mostrar otro signo del malestar del capitalismo global. Después de la figura del inmigrante, ahora se trata de examinar el rostro de los indignados. El escenario es la plaza Puerta del Sol en Madrid y el tiempo histórico un símbolo: 15M. En principio, George sigue la cotidianidad de una protesta: los discursos pronunciados por distintos individuos frente a la multitud, las discusiones en asambleas, momentos de recreación y la represión estatal.

Las explosiones solares y los primerísimos planos de un girasol con los que arranca y cierraVers Madrid remiten directamente a una metáfora de las Tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin. ¿Cómo filmar hoy la lucha de clases, que “es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existen las finas y espirituales”? Los planos contrapicados de George, el concepto sonoro del film, su montaje capaz de vincular arquitectura, estatuas, bancos callejeros y espacios públicos en general con la vida de los sujetos sintetiza su virtud por excelencia: organizar lo múltiple en un relato preciso y coherente sobre una fase compleja del capitalismo. En ese sentido, George descubre una ideología difusa y no del todo consistente entre los manifestantes y en ocasiones hasta se puede percibir los efectos de un sistema económico sobre la psique de la población. El pasaje en el que en plena protesta callejera dos hombres se desnudan frente al poder policial anónimo devela la patología estructural de un sistema. Doble striptease, pura clarividencia. (Lunes 13, a las 20.30hs, Cineclub Municipal Hugo del Carril)

Dos reposiciones invalorables

El Cineclub Municipal Hugo del Carril recupera dos películas notables: El desconocido del lago, la obra maestra de Alain Guiraudie, gran filme sobre el deseo y la amistad entre los hombres en clave policial y contemplativa, y Berberian Sound Studio, de Peter Strickland, una película no muy lejos del terror lynchiano que esencialmente funciona como una precisa introducción a la importancia del sonido en el cine.

Roger Koza / Copyleft 2014