CINECLUBES DE CÓRDOBA (105): LA PELÍCULA SECRETA

CINECLUBES DE CÓRDOBA (105): LA PELÍCULA SECRETA

por - Cineclubes, Críticas
31 Ago, 2016 01:24 | Sin comentarios

ALGAS

Por Roger Koza

Hoy, a las 20.30 h, los críticos responsables de Cinéfilo, la única revista de cine en papel de la provincia, presentan su número 22. La edición precedente había desconocido la materialidad: fue a parar al universo paralelo de los infinitos bits, esa virtualidad cósmica que constituye internet. Los ecologistas podrán protestar por razones obvias, pero la existencia de una revista física de cine bien puede ser considerada como una práctica en extinción.

De todas las presentaciones que han propuesto hasta ahora los miembros de Cinéfilo, es esta la que adquiere una relevancia indesmentible. El número propone un lúcido dossier sobre el cine cordobés. La discusión que arrancó con la polémica entrevista de Sergio Schmucler publicada en La Izquierda Diario, seguida por un conjunto de cartas abiertas y debates públicos sobre el presunto fenómeno cultural, es retomada aquí sin concesiones. Son de esperar nuevas polémicas y controversias, bienvenidas para que la cultura cinematográfica no se estabilice en el cómodo consenso de su propio éxito.

Ramiro Sonzini, uno de los editores de la revista, tendrá a cargo un diálogo con tres directores jóvenes del cine cordobés: Aldo Marchiaro, de Los días iguales, María Aparicio, de Las calles, y María Laura Pintor, de Algas. La decisión no es aleatoria: los elegidos, en cierta forma, constituyen una predilección de la revista. Que el comité de redacción haya decidido proyectar Algas después de la discusión es una toma de posición. Es nuestra película, nuestro credo.

Posición, esa es la palabra que solicita una pregunta ineludible: ¿en qué piensa un director de cine cuando decide hacer una película? La respuesta habitual es tan minúscula como deleznable: el deseo de expresarse puede ser suficiente para talleres de superación personal y otras prácticas ligadas, en el mejor de los casos, a la intimidad. Pero un cineasta no filma desde la nada o a partir de meras sensaciones; participa de una tradición que lo antecede, y los grandes cineastas son aquellos que reconocen filiaciones y tensiones en esa larga historia del cine.

El extraordinario mediometraje titulado Algas es desde el minuto uno una película consciente de que el cine tiene una historia y que una película es parte inmediata de ese sistema de relaciones que es la gran tradición del cine. Discretamente, Pintor sintoniza con la línea del cine ensayo, cuyo mayor exponente ha sido siempre Chris Marker. No lo imita, más bien lo invoca, y en sus propios términos y con mínimas condiciones de producción erige una película misteriosa y amable en la que la ciudad de Córdoba se desnaturaliza; una indagación filosófica sin pretensiones desestabiliza las costumbres filmadas adjudicándoles a través de la puesta en escena una dosis de incertidumbre que no está lejos de la piedad ante lo desconocido.

Los hombres transitan el mundo sin saber muy bien qué hacen en él: ven televisión, bailan, cantan, festejan el triunfo de un equipo de fútbol, visitan los museos, edifican sin detenerse a pensar en la persistencia de la materia, creen en el presente y a veces consiguen relacionarse entre ellos. El film tiene algo de un sueño reconstruido (y de diario filosófico juvenil), así lo enuncia la propia voz en off femenina que cada tanto acompaña las singulares imágenes que articulan este relato rizomático que culmina con el sentido vínculo entre una mujer joven y un hombre de avanzada edad. Ellos nunca se han conocido en persona, pero a la distancia se cuidan mutuamente. La distancia y el cuidado son conceptos que tienen sonido e imagen en Algas.

Algas es la película más hermosa que ha dado el cine cordobés. Su modernidad es absoluta y se adivina en todas las decisiones sonoras en las que descansa su poética, la cual desalienta felizmente el sentido común e incita a mirar constantemente el mundo como si se lo filmara por primera vez. Pocas películas rehabilitan tan eficazmente la confiscada sensibilidad de los que todavía creen que el cine es una forma de creer en el mundo.

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de agosto de 2016

Roger Koza / Copyleft 2016