FICIC 2016: CON LA CABEZA, LOS PULMONES Y EL CORAZÓN

FICIC 2016: CON LA CABEZA, LOS PULMONES Y EL CORAZÓN

por - Críticas breves, Festivales
11 May, 2016 11:22 | Sin comentarios
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La luz incidente

Por Jorge García

Y no es antojadizo el título anatómico de esta nota porque esta sexta edición del FICIC, realizada como siempre en Cosquín, mostró a través de una programación rigurosa, exigente y claramente pensada (gentileza de Roger Koza) que es posible ofrecerle al público un paquete de películas en las que la demagogia y el facilismo estén ausentes sin que se resienta la cantidad de espectadores (por el contrario, dio la impresión que aumentó). Sabidas son las dificultades que se presentan para la realización de un evento de este tipo pero el coraje y determinación con que Carla Briasco, Eduardo Leyrado y su equipo de colaboradores, a los que se suman un entusiasta grupo de voluntarios, dan como resultado que todos los inconvenientes se vean allanados y las funciones se puedan realizar en tiempo y forma. Y si hay un festival con corazón es este, que otra cosa se puede decir de un evento que recibe a sus invitados con un suculento locro y empanadas caseras (Mary, la madre de Carla –un auténtico ícono del festival- es la responsable principal de este suculento agasajo) que da la pauta del tratamiento cálido y afectuoso que reciben todos sus participantes, sean estos realizadores, periodistas o público en general (este año hasta una espectadora recibió un premio). Lo cierto es que el FICIC se ha consolidado de manera paulatina pero firme como el más importante de los festivales de cine “chicos” del país, porque a su excelente programación hay que sumarle las actividades especiales, esta vez dedicadas a discutir la obra de Raúl Perrone, la vigencia, o no, de la mítica revista Cahiers du cinema o el papel del documental en la cinematografía contemporánea. Y también durante el FICIC hay un programa de radio diario en el que se entrevistan a directores y críticos.

Pasando a la actividad puramente cinematográfica hubo, como siempre, una Competencia Internacional en la que se entremezclaron, películas de ficción, títulos estrictamente documentales y otros en los que se fusionaron elementos de ambos géneros, otra de cortometrajes que ha ido ganando en calidad con el paso del tiempo y la presentación de cortos de escuela que dieron cuenta de la existencia de jóvenes y promisorios realizadores. Hubo focos dedicados a Raúl Perrone, con la exhibición de sus dos últimos films conocidos (porque ya tiene otros), al realizador José Luis Torres Leiva, posiblemente el director chileno con una obra más coherente y personal del país trasandino, con la exhibición de varias de sus películas y se proyectó en funciones a sala llena Homeland: Irak Year Zero, extraordinario documental del realizador iraquí Abbas Fahdel de cinco horas y media de duración, uno de los más importantes trabajos dentro del género de los últimos años del que se ha hablado reiteradamente en este blog. Y también, en el espacio dedicado al cine clásico, Fernando Peña presentó dos títulos importantes del cine mudo, con el correspondiente acompañamiento musical, la monumental Metrópolis, de Fritz Lang, en su versión completísima, con los 25 minutos adicionales a los conocidos, encontrados en nuestro país, y la desconocida Fukujuso, del ignoto realizador japonés Jiro Kawate, una perla descubierta por Peña, de gran refinamiento y sensibilidad. Pasemos entonces a reseñar brevemente algunos títulos vistos en Cosquín.

La merecida ganadora de la Competencia Internacional fue La luz incidente, tercer largometraje de Ariel Rotter. Ambientado en los años 60 el film describe minuciosamente la elaboración de una situación de duelo y la posible salida de ella. Luisa es una muchacha joven con dos pequeñas hijas que ha sufrido la pérdida en un accidente de su marido y su hermano y vive en soledad con periódicos encuentros con su madre. El conocimiento de un pretendiente en una fiesta irá modificando sus estados de ánimo, que oscilarán entre momentos de dolorosa tristeza y otros de una contenida alegría. El director y Érica Rivas, en una interpretación extraordinaria, han captado con lucidez y profundidad la evolución de los sentimientos de la protagonista. Con una precisa ambientación a la que no son ajenas la iluminación en black & white de Guillermo Nieto y la música de jazz del cuarteto de Mariano Loiácono, el film reconoce innegables afinidades con la estética de Michelángelo Antonioni aunque su tono melancólico es marcadamente rioplatense. El prolongado y lento travelling en retroceso de la escena final es una ajustada conclusión de un film muy logrado.

Carmín tropical

En su mediometraje Adán Buenosayres. La película, Juan Villegas, a partir del guion nunca filmado por Manuel Antín, desarrolla un relato que da cuenta, en última instancia, de la imposibilidad de la adaptación de esa gran novela de Leopoldo Marechal. Con entrevistas al propio Antín, al escritor Martín Prieto, quien ofrece una lúcida reflexión sobre los causales del rechazo de la obra en su momento por buena parte de la “intelligentzia local, a la hija del escritor y unas breves apariciones de Marechal en material de archivo, a los que le agrega la ficcionalización de un par de secuencias del guion de Antín, el director ofrece un interesante acercamiento a una de las novelas argentina fundamentales del siglo XX y al mismo tiempo, como se dijo, de las enormes dificultades que acarrearía su adaptación fílmica.

El cine mejicano actual, en varios de sus nombres más resonantes, se caracteriza por una excesiva tendencia a la sordidez y a los excesos melodramáticos. Por eso es saludable la visión de Carmín tropical, de Rigoberto Perezcano, un film que narra la investigación que emprende una travesti acerca del brutal asesinato de una amiga en un pueblo cercano. En otras manos, seguramente el film hubiera dado lugar a un relato sórdido y recargado, pero el director elige un tono sobrio y asordinado que se sostiene todo el tiempo, mostrando a la vez cariño y respeto por sus personajes.

Señalamos más arriba que José Luis Torres Leiva era un realizado personal y coherente y esto se puede apreciar en su último film, El viento sabe que vuelco a casa (título que remite a unos versos del poeta chileno Jorge Telier). Aquí el director utiliza como protagonista a su compatriota, el documentalista Ignacio Agüero, tal vez la referencia más fuerte dentro de su obra. Agüero se traslada a las islas de Chiloé con la intención de hacer un film que profundice en las contradicciones existentes entre las familias de mapuches y mestizos que dificulta sus relaciones y para ello se dedica a interrogar a diversos habitantes del archipiélago, pertenecientes a diferentes estratos sociales. El resultado es una obra de una gran autenticidad y calidez en la que cabe resaltar el respeto y pudor con los que Agüero trata a sus entrevistados. A la vez, el film describe con lucidez la manera en que se va construyendo una película. Otra buena muestra del talento de Torres Leiva.

Hace algún tiempo un grupo de directores había participado de la realización de Sucesos intervenidos, un film en que a partir de diversas escenas de los noticieros Sucesos Argentinos los directores desarrollaban diversas historias. En Archivos intervenidos se comisionó a 14 directores que realizaran el mismo trabajo sobre imágenes de Cine Escuela Argentino, un proyecto pedagógico del gobierno de Juan Domingo Perón. El resultado, como en el film anterior,es inevitablemente desparejo, pero algunos de los trabajos son notables, tal el caso del de María Alché y Juan Pablo Menchón, que construyen una insólita historia de ciencia ficción, el muy político de Nicolás Prividera, la curiosa historia de amor que ofrece Enrique Bellande, el notable ejercicio de Carlos Echeverría o el de la relación padres-hijo pequeño del trabajo de Juan Villegas y Celina Murga. Un muy interesante film, con momentos muy creativos.

El film más esperado por las polémicas que había suscitado en el BAFICI era La noche, dirigida por Edgardo Castro, también guionista y actor principal. La actitud más cómoda sería quedarse con los interminables raids nocturnos del protagonista, realizando contactos físicos y felaciones de todo tipo con hombres, mujeres y travestis (por suerte ningún gato de cruzó en su camino). Pero afortunadamente el film ofrece otras aristas, entre las cuales no están excluidas el cariño y la ternura como se puede apreciar en la muy buena secuencia final y hay en varios pasajes una inocultable sensación de soledad, desamparo y desasosiego (salvando las inevitables distancias, varias escenas me trajeron el recuerdo de los libros más provocativos de Henry Miller, vg, Trópico de cáncer y Sexus). Desde luego que también hay reparos para hacerle a La noche, que peca en ocasiones de reiterativa, le sobran una buena cantidad de minutos y tiene alguna secuencia prescindible -casualmente la que intervienen actores profesionales-, pero hay también en la película una intensidad y una libertad absolutamente infrecuentes en el cine argentino actual.

El FICIC ha llevado a cabo exitosamente su sexta edición y –aunque no conviene creer demasiado en los políticos- el intendente de Cosquín se comprometió a garantizar la siguiente. Más conveniente sería no dudar de la creatividad y capacidad de trabajo de sus fundadores, su dirección artística y el equipo que los acompaña. Ellos sí merecen toda nuestra confianza para que el festival se extienda a lo largo de los años.

Jorge García / Copyleft 2016