PRECIOSA

PRECIOSA

por - Críticas
04 Abr, 2010 11:53 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

DIARIO DE UNA SOBREVIVIENTE

Preciosa / (Precious, EE.UU., 2009).

Dirigida por Lee Daniels. Escrita por Lee Daniels. Guión: Geoffrey Fletcher

* Tiene un rasgo redimible

Inexplicablemente estrenada en Cannes 2009, y lógicamente nominada en varios rubros de la última edición de los Oscar, este filme tiene muchos motivos para ser repudiado, aunque posee algunos logros, quizás escasos pero evidentes.

En la apertura hay una cita de Ken Keyes: “Todo en el universo es un regalo”. No es precisamente un buen inicio para una película sobre múltiples abusos sexuales (y simbólicos), postergación racial (y de clase), un bebé con síndrome de Down, una madre portadora de HIV y una protagonista afroamericana que supera los 120 kilos y que en su fantasía se percibe rubia y de unos 50 kilos. En esta contradicción estructural, Preciosa despliega sus virtudes y sus horrores. Es un filme tan espantoso como querible, tan adulterado como auténtico. De su carácter paradójico se predica tanto el rechazo casi instintivo (de muchos críticos y espectadores exigentes) como el inmediato consentimiento (premio del público en los festivales de Sundance y Toronto, ovación de 15 minutos en Cannes y un hit en la noche de los Oscars).

Todo transcurre en Harlem, en 1987. La voz en off de la protagonista nos advierte su padecimiento y sus deseos (fragmentos de algunos pasajes de su diario íntimo). “Quiero ser normal”, nos dice, mientras asiste a una escuela pública en donde sus compañeros la desprecian, y odian del mismo modo a sus profesores y a la escuela. La obesidad no es el problema de Clareece Precious Jones, quien prefiere ser llamada por su segundo nombre. Es su soledad infinita y el maltrato sistemático de quienes la rodean su obstáculo esencial. Su primera hija y la criatura que lleva en su vientre son vástagos de su padre. Su madre no solamente ha sido cómplice y testigo, sino que, además de tener celos de su hija y vivir indirectamente de ella (y del servicio social), es capaz de lanzarle una sartén o tirarle un televisor por la cabeza.

En ese contexto, Precious, que es buena para las matemáticas, sostiene un deseo: aprender a leer y luego estudiar. No quiere ser como su madre, a quien percibe “como una ballena enfrente de su televisor”. Su llegada circunstancial a una escuela alternativa y en especial la ayuda de una profesora serán los elementos de reconstrucción de una vida signada por la desgracia sistemática.

Basada en la novela Push, de Sapphire, el problema de Preciosa radica en la conjunción de forma y sentido: su eclecticismo estilístico trivializa casi siempre su relato. Precious, ante el extremo sufrimiento, suele protegerse en su imaginación: deviene en estrella de cine, la corteja un galán, baila, hasta llega a transportarse a un filme de Vittorio De Sica, Dos mujeres. Se trata de una estrategia psíquica de defensa por la que la heroína disocia el máximo dolor a través de un método representacional que el director convierte aquí en una suerte de videoclip kitsch, no muy lejos de lo que ocurría con Amélie en la película de título homónimo. Es un recurso ridículo y espantoso. En otras ocasiones, apela a primerísimos planos arbitrarios de una boca o de una fritanga, ralentís insignificantes y un montaje ultraveloz que en la escena de una violación revela la impericia del director. Sin duda, Lee Daniels acierta en sus escenas de tono más intimista, pues las dos actrices principales, Gabourey Sidibe (Precious) y Mo’Nique (la madre), y todo el elenco, que incluye a Mariah Carey como asistente social y a Lenny Kravitz como enfermero, sostienen perfectamente esas escenas.

Lo mejor de Preciosa es su intento de impugnar una cierta descripción de la pobreza y su concomitante retrato congelado de las desgracias humanas. En ese sentido, Preciosa apuesta a la resiliencia y propone un modelo de cooperación mínima entre individuos, a veces con el apoyo de ciertas agencias sociales, aunque su filosofía social es precisa: todo pasa por el individuo. Pero hay muchas más Precious en Harlem sin la misma suerte de la protagonista, que aquí justifica discretamente con su ejemplo la retórica liberal, tan norteamericana y hollywoodense, de la redención individual. El último plano del filme sintetiza un sistema de valores y una ideología específica.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La Voz del Interior en el mes de marzo 2010.

Roger Alan Koza / Copyleft 2010