CINECLUBES DE CÓRDOBA (51): EL PODER DEL CINE

CINECLUBES DE CÓRDOBA (51): EL PODER DEL CINE

por - Cineclubes de Córdoba, Críticas breves
20 Oct, 2014 10:35 | 1 comentario
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El congreso

Por Roger Koza

Tres películas extraordinarias pueden calmar la sed del inconformista que no encuentra respuesta en la cartelera comercial, tres títulos que confirman el poder del cine como un arte todavía inexplorado, cuyo impacto en la percepción dista de estar cifrado en el cine estereoscópico digital y las supercherías de los efectos digitales.

La Quimera comienza un nuevo ciclo, en este caso dedicado a la animación más heterodoxa , y la primera película elegida, El congreso (2013), es un verdadero viaje lisérgico, o al menos así se expresan sus personajes cuando hablan sobre la digitalización del cuerpo y el espíritu de los actores que llegan a vivir en un universo alternativo.

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El congreso

Ari Folman, el director de Vals para Bashir, trabaja sobre una fantasía de nuestro tiempo: la vida virtual. Robin Wright se interpreta más o menos a sí misma, lo que no significa que su situación en el filme coincida con su vida fuera de él. La descripción de su representante es precisa: Wright supo ser una gran estrella, una de las actrices esplendorosas del Hollywood de 1980, y por varias razones (entre ellas, el miedo) su propia carrera jamás prosperó como cualquiera se hubiera imaginado. En ese contexto, un productor le ofrecerá una gran oportunidad, vinculada con lo que él cree que será el futuro del cine: escanearla enteramente para utilizar su versión digital en posibles películas en el porvenir. Así será eterna, joven y exitosa, y con el consentimiento de su hija mayor, después de algunas dudas, aceptará la oferta. De allí en adelante habrá un salto en el tiempo y en la textura del filme, pues la versión digital de la actriz invadirá la película, que mutará en una animación que remite tanto a El submarino amarillo como a Despertando a la vida.

El poder filosófico de esta adaptación de una novela de Stanislaw Lem (Congreso de futurología) es evidente, como también su actualidad para el cine. En un pasaje intelectual y emocionalmente clave, un científico, interpretado por Paul Giamatti, sugiere que el cine del futuro tendrá lugar en la pantalla de nuestro cerebro. Tarde o temprano, además, clones digitales de estrellas muertas podrían reencarnar en la pantalla. Sea como sea, el gran Harvey Keitel, de carne y hueso, tiene uno de los mejores papeles de los últimos años. (Jueves 23, a las 21hs, en el Cineclub La Quimera, Pasaje Escutti y Fructuoso Rivera)

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Las señoritas de Rochefort

Un americano en Rochefort 

Las señoritas de Rochefort (1967) es otra película gloriosa del gran Jacques Demy, en la que su apropiación del musical deja lugar a un reconocimiento legítimo del género como parte del genio estadounidense, en especial a través de la presencia de Gene Kelly, cuyas dos o tres apariciones son de una felicidad y vitalidad inolvidables. Varias posibles historias de amor se entrecruzan (el montaje cruzado funciona aquí como una partitura rítmica) bajo un dinamismo virtuoso. Todos sueñan con encontrar al amor de su vida, si es que ya no lo han perdido. Véase el notable momento en el que la interpretación de un tema musical va pasando de un personaje a otro en espacios diferentes. Desde la primera aparición de Kelly, la película brilla sin interrupciones, pero lo mismo podría decirse del aporte del personaje melancólico que encarna Michel Piccoli. La banda musical de Michel Legrand es ostensiblemente genial, como también lo son los planos secuencia iniciales de la apertura, en los que Demy demuestra un dominio del espacio pocas veces visto. (Miércoles 22, a las 20hs, en el Museo Caraffa)

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Sayat Nova

Sayat Nova

Decía Serge Daney, a propósito de El color de las granadas (1968), del maestro armenio Sergei Paradjanov: “Reconstruye la hipótesis de una imagen de la que se pudiera decir: ésta data de mucho antes del cine. Constituye una suerte de intrusión imaginaria milagrosa en un mundo que existió y al que jamás tendremos acceso”. No se podría expresar mejor la experiencia de enfrentar una película que intenta comunicar con sus imágenes planas, como si se tratara de una pintura sin perspectiva en movimiento que imita la organización de entes y objetos en las típicas alfombras armenias, la vida y obra del poeta Sayat Nova (1712-95). Dividida en segmentos que corresponden a la niñez, adolescencia y adultez del escritor, es en las imágenes en donde se puede “leer” la poesía, más que en los pocos versos citados. Ver al niño poeta acostado en el suelo mientras unos cientos de libros cuelgan en una pared secándose al sol es asistir a una de las tantas secuencias en las que otro sistema de organización de la realidad se despliega frente a los ojos. (Miércoles 22, a las 21hs, en Cinéfilo Bar, Bv. San Juan 1020)

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior durante el mes de octubre de 2014

Roger Koza / Copyleft 2014