
VIVIR AL LÍMITE
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LOS HIJOS DEL DEALER
Vivir al límite / The Hurt Locker, EE.UU., 2009.
Dirigida por Kathryn Bigelow. Escrita por Mark Boal.
** Válida de ver
Esta extraña película de guerra desde la perspectiva femenina de su realizadora no sólo es una anomalía en el género sino que indica una transición histórica y antitética entre Vietnam e Irak, o cómo la guerra en vez de nihilizar la vida de los soldados más bien la significa.
Hay una anécdota pertinente para pensar las películas de guerra, que cuenta el crítico estadounidense Jonathan Rosenbaum en su libro Las guerras del cine: él y el gran cineasta Sam Fuller salen de ver Full Metal Jacket de Stanley Kubrick, y Fuller, un director que había estado en la guerra, sintetiza el filme como “otra maldita película de reclutamiento”. Vivir al límite, de Kathryn Bigelow, es tal vez otra película de reclutamiento, aunque su virtud consiste en develar la estructura psíquica del soldado, su vacuidad existencial y su método para conjurarla.
Una cita inicial articula la totalidad de los planos: “El ímpetu de la batalla es una potente y muy a menudo letal adicción, para la Guerra es una droga”. La sentencia pertenece a La guerra es una fuerza que nos da sentido de Chris Edge; la película de Bigelow parece una traducción crítica de esa oración en imágenes en un contexto todavía problemático: Bagdad, capital de Irak, aunque el relato se sitúa en el 2004.
Un experto teledirige un robot para desarmar un explosivo. Los iraquíes observan mientras los miembros de la unidad Bravo intentan desactivar la bomba callejera. En esta ocasión, el perito tendrá que involucrarse con su cuerpo. Vestido como un astronauta se acerca al dispositivo. Sus compañeros miran alrededor. Un celular, una cámara, un taxi, un niño, alguien espiando desde su casa resultan sospechosos.
Más tarde, vendrá otro especialista, William James, un extremista que goza estar en escena. Cortar personalmente el cable de una bomba es casi un éxtasis religioso, placer inconmensurable con el que puede recibir en su hogar, con su mujer e hijo. Cuando un superior le pregunta cuántas bombas ha desactivado, su repuesta, 873, es más que un mero número. Es una cifra que descifra un estilo de vida. Así, la primera escena habrá de repetirse con algunas variaciones, aunque por cada repetición Vivir al límite suministra más información sobre el estado mental de sus intérpretes.
Bigelow es una cineasta interesante. Esta artista plástica devenida en cineasta, dirige, a sus 57 años, una película de combate, y al hacerlo destituye el machismo solapado o expuesto de la mayoría de las películas de guerra. La masculinidad es su tema, y, como en Punto límite y K-19, su interés pasa por ver la interacción entre hombres en situaciones límite. Es aquí donde su filiación con el cine de Hawks, Fuller y Peckinpah es pertinente. En esta ocasión, no es el militarismo y compañerismo castrense el fenómeno a explorar, como puede parecer en un principio, sino la embriaguez existencial de la batalla y un pacto de silencio colectivo sobre el sentido de la misión, más allá de su racionalidad de estado y la canalización eficiente y primitiva de un exceso de testosterona. La tensión entre James y Eldrige, otro miembro de la patrulla, es ejemplar al respecto.
Se podrá objetar a Bigelow la representación del Otro. Los iraquíes están presentes, casi siempre en planos generales, aunque el primer plano de un niño y un hombre devenidos en bombas no son precisamente el retrato del enemigo. Bigelow adopta una perspectiva, pero no por esto la justifica. En efecto, se trata de la mirada del invasor, y lo que se divisa en sus planos es un pueblo que convive a la distancia con el extranjero. Distancia y altura de cámara transmiten la ignorancia propia del observador, y en cierto momento también infantilismo y un utilitarismo canalla. En este sentido, el pasaje que transcurre en el desierto es central tanto formal como ideológicamente. Un militar interpretado por Ralph Fiennes asesina sin piedad a dos prisioneros para obtener su recompensa monetaria. Minutos después, en un enfrentamiento con francotiradores, el sargento Sanborn dispara contra uno de ellos. El “insurgente” corre y es alcanzado por una bala. En un plano general se ve caer el cuerpo, antes de que se pueda verificar un chorro de sangre a la altura de su cabeza. James concluye: “Buenas noches, gracias por jugar”. La puesta en escena revela una reserva moral, el discurso explicita un nivel cultural.
Impredecible y visceral, Vivir al límite transmite vértigo traicionando sistemáticamente las expectativas. Nunca se sabe qué se puede esperar. Los actores reconocidos mueren antes de tiempo. Los planos generales y detalle, los zooms, el trabajo sobre el sonido y el acompañamiento musical desorientan. Bigelow induce a experimentar el campo de batalla.
Casi en el epílogo hay una escena al pasar (y central) que condensa la crítica política del filme. James está en un supermercado en EE.UU. Es un paraíso de consumo. Las cajas de cereales son infinitas. Él las mira y elige. Bigelow sugiere una secreta conexión entre el exceso de mercancías y la ocupación en Irak, aunque su mayor audacia política consiste en sugerir que EE.UU. funciona como una especie de dealer que en vez de comercializar drogas trafica guerras. Sus soldados son adictos, consumidores incorregibles de una sustancia que sostiene una economía perversa. Son los héroes del sistema.
Esta crítica fue publicada en el diario La Voz del Interior en el mes de febrero 2010.
Sugiero leer tanto la crítica de Oscar Cuervo y de Fernando Varea en sus respectivos blogs. Son miradas negativas sobre el film, aunque me parecen importantes a tener en cuenta.
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
Tengo dudas sobre esa intención crítica a la que haces referencia en el último párrafo. Bigelow parece decir: la guerra es algo malo, pero también excitante. Decís que su audacia consiste en sostener que «EEUU trafica guerras», pero vos hablás de EEUU, la película no. Y la escena del soldado asombrado frente a las cajas de cereal no la ví como una crítica a la sociedad consumista sino como la reacción de alguien que venía de pasar privaciones de todo tipo, un poco como le pasaba a Tom Hanks cuando volvía a la vida civilizada en «Náufrago».
Un abrazo.
La escena de cereal es muy interesante y creo que va más allá de satifascer algún tipo de necesidad. Lo clave en esa escena creo que es la indecisión absoluta de un personaje que no duda en mandarse de lleno para desactivar una bomba. Ese hecho cotidiano destruye todo su esquema como cuando entra a la casa del profesor y huye ante la invitación de sentarse a tomar algo. Se supone que los heroes van al frente, vengan la muerte de los inocentes (pero poco importan cuando están vivos) y salvan la vida de sus compañeros (a los que ellos mismo condujeron al infierno). En el final el personaje huye de esa vida cotidiana para volver a su rol de «héroe» solo que a lo unico que se enfrenta es a un inmenso desierto de nada. La misma nada que rodea a la pregunta sobre quién es, y ese es uno de los puntos mas interesantes del film, su reflexión sobre la construcción del héroe en el cine estadounidense. A años luz del «Elegido» (¿cuantos salvadores más?) de Avatar.
¿Por qué llamar «reflexión sobre la construcción del héroe en el cine estadounidense» a la presentación de un personaje unidimensional. Bigelow no reflexiona al respecto, así como tampoco reflexiona sobre su mirada de cineasta sobre la invasión a Irak. El film es un capítulo de POLICÍAS EN ACCIÓN, pero ambientado en Irak. En vez de la Bonaerense, los comandos yanquis. En vez de pibes chorros, niños bomba (y además venden dvds piratas, lo cual configura el EJE DEL MAL perfecto para Hollywood).
Alguien dijo que el cine es una forma que piensa, pero resulta sorprendente cómo el mainstream se revela incapaz de proponer alguna nueva forma que piense.
El cine mainstream ya no piensa: calcula.
Roger: me alegra que hayas destacado la escena del supermecado, porque no muchos lo hicieron y creo que es lo que resignifica todo el film. Humildemente, lo que sentí frente a tantas cajas de cereales, tantas marcas, esa góndola soberbia e inabarcable, es la irrupción del absurdo. El absurdo del capitalismo, que para sostenerse y prolongarse echa mano a otros absurdos, como ciertas guerras.
Saludos.
Cuervo, Luciano, Ana y Fernando: he pensado mucho sobre este flm; por momentos me inclino a pensar como ustedes, en otros, voy por otro camino. La cita del comienzo de JR, es para mí la clave del film: personalmente, creo que no es otra cosa que un film de reclutamiento, pero el inconsciente está expuesto y lo consciente trabajado, a pesar de las limitaciones conceptuales y culturales. Sobre la lúcida idea de Godard sobre el cine como una forma que piensa, Bigelow no pertenece, a mi modo de ver, a ése grupo de cineastas que trabajan sobre la forma como un filósofo trabaja sobre un concepto. Pero su película, efectivamente, sí puede favorecer pensamientos. Lo interesante es lo que está fuera de control. No tiene importancia, la voluntad de Bigelow, sobre la escena de los cerelaes. Después de escribir leí un par de entrevistas y en un pasaje recuerdo que ella habla sobre los cereales en otra coordenada simbólica. La realizadora no repara sobre la escena respecto al consumo y el exceso, sino sobre la indecisión del soldado. Pero la escena está y como en muchas películas, un plano reordena la totalidad de los planos. Cuervo, además, estoy de acuerdo contigo, en tu veredicto à la Daney: hoy todo se calcula en Hollywood. No obstante, no deja der ser interesante el film, más allá de su voluntad narrativa y cierta ecuanimidad ideológica, una distancia sobre todo. Viendo Vivir al límite, EE.UU. parece un país de adictos e ignorantes, aunque es cierto que el ideal de heroísmo merodea y protege las imágenes. Un ideal, dicho sea de paso, que me parece estúpido en cualquier cultura.
Algo más: otra duda que tengo sobre el film es su cantidad de nominaciones y el fervor crítico que ha producido. Si bien como se puede entender de lo que escribí la película me gusta (bastante, aunque no me sorprende, ni me parece algo distinto en el género), no entiendo cómo este film de Bigelow ha sido elevada a la película del año, como ha sucedido con mis colegas anglosajones y franceses, por ejemplo. (K-19, un fracaso de crítica y público, es un film fallido, pero mucho más interesante)
PS: Cuervo, he leído, finalmente, tu nota sobre Sokurov. Muy buena, sinceramente, y ése sí que hace de la forma pensamiento, aunque por momentos, también, llega al límite del pensamiento, allí en donde el lenguaje se enmudece y es mejor hacer silencio. Saludos a todos.
Y yo que pensaba que todas las peliculas de guerra de estados unidos apoyaban a la guerra de Irak.
Respecto de la representación del Otro en la película:
¿Bigelow entiende que los norteamericanos no conciben otra forma de vida y cultura que no sea la suya, o simplemente evita mostrar/hablar del Otro en la película para centrarse en el estado mental de sus soldados (los ignora)? Es algo que me esta dando vueltas por la cabeza y me gustaria escuchar la opinion de otros. Saludos.
Ramiro: lo que me parece es que mantiene una distancia, quizás por respeto o desconocimiento, distancia problemática pero que sí tiene la virtud de no hablar por los otros. En ese sentido, no participa de la ética de la tolerancia liberal; no humaniza, no es uno de «nosotros», y quizás la escena más enigmática es la visita a la casa del profesor, del mismo modo que la más sospechosa es aquella que el unidimensional «héroe» se vincula con el niño Beckham. En ese sentido, Full Metal Jacket trabaja mucho mejor sobre el no rostro del «otro». hasta casi el final. RK
Creo que el Otro no esta representado por la misma razón por la que el soldado sale corriendo de la casa de la familia iraquí que en principio lo invita a sentarse (luego la esposa lo saca a los gritos). Y tiene que ver con que si el soldado deja de ver a los iraquíes como algo abstracto y los humaniza, se terminaría quebrando, desertando de la guerra. Negar al otro es un mecanismo de defensa.
ja ja escribimos casi lo mismo al mismo tiempo!
Interesante discusión. Creo que ambas partes tienen parte de razón y -por tanto- que ambas se equivocan (si uno lo mira desde una posición externa: lo que es fácil cuando uno no ha visto la película, como es mi caso…). Lo que cualquier film deja leer (más allá de la intención explícita de su realizador, su origen industrial, etc) es tan relevante como lo que el público medio puede leer (que siempre es menos que lo interpretable por un espectador “crítico”). En teoría, al menos… Porque dudo que el espectador promedio que presupone el actual cine de Hollywood esté pendiente de esas sutilezas (lo que nos significa que el “buen” arte deba necesariamente ser sutil… pero esa es otra discusión).
Podría ser que el niño vendedor ambulante esta cosificado bajo ese pseudónimo que lo occidentaliza, mientras que cuando se encuentra con esa familia, se encuentra con toda una cultura para él oculta tras los alambres tejidos.
Vi «The hurt locker» hace casi 3 meses atrás; curiosamente, «me traficaron» la película directamente desde EEUU y me la trajo un típico chico yanki de 22 años que salía por primera vez de EEUU y que en realidad, la había bajado de internet presuponiendo que era otro film de guerra. Después de que vi la película -la cual me había dejado el raro sabor de no saber si era buena o mala- le pregunté a él (que entraría en los cánones de lo que privadeira llama «espectador promedio»; y, privadeira, cuando veas esta peli te vas a hacer una pansada con tu teoría de la «abyección» que me extraña que koza no remarque) qué opinaba y me sorprendió porque me dijo: el personaje principal es igual a mi mejor amigo que justamente ahora, está por tercera vez designado en irak». Y cuándo le pregunté cómo era su mejor amigo, me dijo «tiene el presentimiento de que siempre se va a morir, por eso vive todo al máximo, al límite». Y acá me surje 1 punto fundamental y ese punto es: ¿Qué significa hoy por hoy ser soldado de la potencia militar más grande del planeta que, económica y socialmente -es decir, puertas adentro- está en franca decadencia?
Creo que la ambición de la película no es mucho más que esa: definir qué significa ser soldado yanki hoy por hoy y ahí está: tipos con vidas de mierda en su propio país que encuentran la milicia como salida (económica y social); gente (chicos en realidad, entre 19 y 24 años) que no cuestiona mayormente la inducción ideológica que el propio ejército les hace puesto que ellos mismos, no tienen una ideología definida (el soldado con el psicólogo es más que evidente al respecto); gente invasora (porque no defienden, ¡atacan! por más que el discurso oficial sea el otro: que atacando, están defendiendo a su nación) que es absolutamente un extraño en ese lugar invadido y, por sobre todo, que han perdido la noción (¿cordura?) de la línea entre lo vivo y lo muerto y creo que ahí está la clave del «hurt» que el título en inglés bien metaforiza. La escena de los cereales es obvia: la vida «normal» al tipo -a pesar de que esté con su familia y sin bombas ni francotiradores al acecho- ya no le satisface; «lo seguro» ya no le sastiface y «lo seguro» además, NO ES SU TRABAJO.
Y acá está la noción de abyección que sí creo que es más que aplicable en esta película: la abyección es que uno acepte (por voluntad y/o circunstancias) y en una forma medio enferma, que se puede ser feliz TRABAJANDO de soldado yanki, cuando este trabajo, implica, justamente, los riesgos que la película bien expone, pues (y creo que ahí volvemos a los cereales también), ¿qué pasa con estos soldados cuando, justamente, ya no tienen más «este» trabajo? (mientras le tipo anda desarmando bombas ríe, sonríe y está alegre; de vuelta en EEUU está gris y apagado).
Y esto te lo pregunto a vos Roger: Detalles más, detalles menos, ¿esta película no es casi igual a la tan criticada «jarhead» de sam mendes? De hecho, casi tienen como una especie de mismo final (hasta los personajes se visten medio parecidos).
Saludos
El otro no está ausente en Vidas al límite: está presente y en forma abundante: su discurso es un farfullar incomprensible, asiduamente ligado a invocaciones religiosas y lamentos plañideros. Ese mismo otro gritón reclama la ayuda de los guerreros yanquis (que son los que pueden desactivar las bombas, aunque es muy importante tener en cuenta que todas las bombas que aparecen son las que ponen los «terroristas islámicos»). Ese otro pide ayuda pero puede ser a la vez una trampa: es a la vez demandante y peligroso. La comparación con Policías en acción no es de mi parte una simple chicana, creo que se trata del mismo tipo de mirada.
Si viendo Vivir al límite, EE.UU. parece un país de adictos e ignorantes, creo que la película atornilla a la adicción y a la ignorancia de manera más apretada, no brinda ningúna posibilidad de inquietar esa posición adicta e ignorante.
En cuanto a la razón por la que están los norteamericanos en Irak, creo que todo lo que muestra la película es que los guerreros se aburren en los supermercados. Esa característica se asienta en una oposición Masculino/femenino muy tosca que la película plantea. Me pregunto por qué tantos críticos dicen que la directora se especializa en el tema de la masculinidad, cuando su visión del asunto es tan esquemática y carente de matices.
Uno de los mecanismos que encuentro en muchas críticas es atribuir a los cineastas sutiles intenciones críticas donde solo hay actos fallidos. No hay, por ejemplo, una reflexión sobre la prepotencia del Héroe Americano, porque el tipo de recursos de montaje y cámara que el film despliega paar el espectador es tan prepotente y tosco como sus pesonajes. Este tipo de recursos argumentales que la crítica utiliza para «interpretar» películas toscas y simplificadoras (con referencias a la «fisicidad», el cine de género y la presunta libertad de no indicarle al espectador lo que tiene que pensar) podría aplicarse a cualquier spot publicitario diciendo que es una sutil ironía sobre la sociedad de consumo. Esta crítica es sofísticada, pero no por sutil, sino porque se argumenta de un mod sofístico.
Si hubiera en la película algún elemento crítico del belicismo norteamericano o de la sociedad de consumo, esto debería encontrarse en su FORMA; si no hay nada en la forma cinematográfica que apunte hacia una reflexión, todo lo demás es síntoma involuntario. No veo ecuanimidad ideológica en estas omisiones, así como no hay ecuanimiodad ideológica en la afasia de Policías en acción.
Gracias Roger por tu comentario sobre la nota de Sokurov. Creo que ahí hay efectivamente una forma que piensa y que no es para nada fuera de lugar pedirle al cine norteamericano lo mismo. La coartada del género no exime de ello. Hitchcock era mainstream en los 50 y era también el gran creador de formas pensantes. Welles fue mainstream durante una breve temporada: hizo Citizen Kane. Jacques Tourneur hacía cine de género y no había que andarlo disculpando por subestimar al público.
Scorsese es un director que hizo en los años 70 desde cuya forma se desestabilizaba la mirada del espectador adicto e ignorante, aunque más no fuera le planteaba una sensación de inquietud hasta al más negado espectador que fuera a buscar emociones fuertes. A nadie se le ocurre disculpar a Taxi Driver por ser un flim de sensaciones o pertenecer al cine noir. Y a nadie se le ocurre porque la forma que Scorsese desplegaba era poderosa e inquietante, una forma que piensa.
Creo que todo eso terminó a partir de Lucas y Spielberg.
Los «otros» están en la película, incluso en muchos momentos la cámara se pone en su lugar, lo que me molesta es que no haya ninguna alusión a Bush o a las causas y consecuencias de esa guerra-ocupación.
Por otra parte ¿me equivoco, o hay un planteo muy machista, también? Los bebés, la vida hogareña, elegir una caja de cereal, tomar té con un profesor iraquí, el protagonista ve todo eso como muy «blando», ni siquiera puede decirle una palabra de cariño a su mujer cuando la llama por teléfono. La verdad es que en las películas anteriores de esta directora tampoco había mucha ternura que digamos… ¿esta Kathryn Bigelow no será Walter Hill travestido?
Me resulta muy interesante este debate. Centrandome en lo que decía, que el personaje principal sea «unidimensional» no anula otro tipo de lecturas. Es más, no creo equivocarme en asegurar que la mayoría de los heroes del cine estadounidense son unidimensionales (por más pasado tortuoso y deudas y redenciones que se le planteen en el camino). Sin ir más lejo en «Avatar» (para seguir con la comedia de exmatrimonio) el elegido lo es porque es el que sabe domar el bicho mas grande (¿¿¿???). Lo que me parece interesante es lo que pasa con ese personaje unidimensional a lo largo del relato. Es el tipo que desactiva bombas por doquier (pero su trabajo es el propio de un burócrata). En el cine bélico abundan siempre dos tipos de acciones heróicas: vengar la vida de un inocente (donde siempre se supone que vengar es una forma de justicia) o salvar la vida, si es de un compañero mejor. Ahora esas dos acciones en «The hurt locker» son de perfecta inutilidad. La venganza del inocente se resuelve con la equivocada irrupción violenta a una casa de familia y la posterior revelación de que la supuesta victima está viva, y el protagonista decide pasarla de largo. Más tarde le salva la vida a un amigo que lo despide con un gran Fuck you, porque lo salva de la situación desafortunada en que el mismo lo metió. Si la guerra es una droga, ningun acto héroico y por ende ningun héroe tiene razón de ser, porque si es una droga es un fin en si mismo, en vez de un medio «necesario para alcanzar la paz» (Barack Obama, premio Nobel de la paz).
El problema es que «este tipo de recursos argumentales que la crítica utiliza para ‘interpretar’ películas toscas y simplificadoras (con referencias a la ‘fisicidad’, y la presunta libertad de no indicarle al espectador lo que tiene que pensar)» podría aplicarse también a muchas películas independientes… Y en ese caso no es menos claro que la «sofísticación» pasa por la crítica (más allá de que muchos de esos films posen -y pasen- como sofisticados).
Por el contrario, a los films «populares» (sean o no industriales, sean o no de género) se les hace más difícil acceder al beneficio de la duda… (y eso que hoy parece haber menos herederos de Hitchcock que de Antonioni…)
No tengo mucho más que decir sobre Vivir al límite. Estoy de acuerdo con algunas observaciones de muchos de ustedes. Y solamente tiendo a repensar sobre lo qué escribí, simplemente porque siempre vuelvo a pensar sobre lo que publico, y más aún, cuando mis interlocutores, es decir, todos ustedes, me permiten revisar un poco algunas cuestiones.
Cuervo: la forma de Bigelow es la distancia. No la voy a defender, porque no puedo encontrar argumentos que estén en contraposición a los tuyos. No me interesa, además, ganar debates, o tener razón. De todos lo que decís, simplemente sigo pensando. Creo que mi mirada pasó por los «síntomas involuntarios», aunque hay algunos pasajes de lo que escribí en el que atribuyo intencionalidad en el modo de constituir los planos por parte de KB. Es cierto que algo ha sucedido después de los ’70 en el cine, y Lucas y Spielberg son nombres conceptuales que demarcan un giro. No estoy del todo seguro sobre Scorsese. Reconozco sus virtudes formales, pero siempre tengo dudas sobre su cine, a pesar de que muchas películas suyas me parecen muy buenas y hasta extraordinarias (lo mismo me ocurre con Coppola). Por ejemplo, ¿no es Taxi Driver una película fascista protegida en su forma?
Gustavo: efectivamente, la anécdota, es precisa: así se ven. Sobre la abyección, aunque el uso que suele darle Nicolás (retomando a Rivette y Daney) es distinto, estaría de acuerdo con tu conclusión: la abyección pasa por el goce castrense y su naturalización audiovisual a los ojos de los civiles. Sobre el film de Mendes, debería volverlo a ver. Lo recuerdo poco, pero sí puedo decirte que me pareció «correcto», aunque creo que los detalles en este caso hace a la diferencia. Si tengo tiempo, lo volveré a ver, aunque no será en estos días.
Luciano: me parece interesante las conclusiones a las que llegás. No obstante, me gustaría problematizar la concepción de héroe. Si bien el concepto es pretérito, la hollywoodización de él es ostensible en su uso. Incluso, cuando uno lee una crítica cualquiera en inglés se puede leer «el héroe» como sinónimo del protagonista, más allá del género, más allá de que exista alguna acción específica que remita a heroísmo.
Fernando: sí, creo que KB es falocéntrica, pero aun así, me resulta extraño que sus películas estén siempre vinculadas a varones. No obstante, Vivir al límite, K-19 y Punto límite, están años de luz de Bella tarea, una de las grandes películas sobre hombres castrenses (como también Confesión y Padre e hijo de Sokurov, e indirectamente, Alexandra).
Nico: no tengo mucho que agregar a lo que decís, pero intento, una y otra vez, tener dudas, para bien y para mal, tanto para los films independientes como para los del mainstream. Saludos. RK
Roger:
«la forma de Bigelow es la distancia» creo que ahí hay un núcleo a dirimir. Porque no encuentro distancia en su punto de vista, los rasgos que señalo en el tipo de cámara y de montaje que utiliza tiende a colocarte en la mirada del ejército de ocupación, por lo cual no hace falta, directamente, preguntarte qué están haciendo los yanquis en Irak: su presencia simplemente está naturalizada. Creo que sus omisiones no son distanciadoras. Comprendería lo de la distancia ideológica si la puesta fuera distante, pero ella todo el tiempo trata de contagiarte al adrenalina de los comandos.
Sobre Scorsese:
Taxi driver me parece justo el ejemplo de la creación de una forma que piensa: Scorsese socava el punto de vista desde adentro, de una manera que su final es un terrible signo de pregunta. Travis es un personaje de identificación imposible, la desarticulación psicopática del vengador anónimo que otros glorificaban por esos mismos años. Scorsese inventa una forma que hace inconsistente el punto de vista del protagonista: cuando hacia el final, De Niro y Keitel se miran con desconfianza el uno al otro ¿de qué lado está la mirada de Scorsese? Esa oscilación entre los dos personajes es sencillamente genial y nignún film fascista (como sí lo eran los Dirty Harry) podría producirte ese cortocircuito. Se trata de cómo ves al Otro, desde los ojos de quién lo ves. ¿Quién es el Otro en Taxi Driver? ¿Quién es el Otro en El rey de la comedia (lectura en clave de comedia negra de Taxi)? Cuando vemos la de Bigelow no caben dudas de quién es el otro.
Lo mismo se podría decir acerca de las fantasías redencionistas: en Avatar la redención requiere la figura del Héroe y el Héroe termina siendo uno «de los Nuestros». Sin nuestro Héroe, los pobres primitivos no tienen redención (en eso la de Bigelow es igual: los pobres iraquíes le piden ayuda todo el tiempo al ejército yanqui). En Taxi Driver la presunta redención es un delirio psicótico y Scorsese da todas las señales para detectar esa psicosis como tal. El paneo ascendente que va desde los borceguíes de Travis hacia su cabeza rapada lo dice todo: el tipo está brotado. Que Scorsese te meta y te saque de la subjetividad de Travis sin avisarte es su gran invención, lo que lo aleja definitivamente de cualquier posibilidad de exaltación fascista. La incomodidad que despierta Travis en los personajes funcionales, desde la secretaria del candidato hasta el propio agente de seguridad que lo mira como a un freak, imposibilita la entronización del Héroe. Para mí está claro que la mirada de Scorsese no está ni con Travis ni con «los normales». Ahí hay auténtico distanciamiento.
NP:
comprendo hacia dónde apuntás: Tsai, Serra, Alonso, Martin. Pero me cuesta discutir un conjunto entero de películas, creo que cada uno de ellos merecería un analisis aparte. Puedo tipificar los procedimientos de algunos críticos respecto de películas como las de Bigelow o Cameron, en las que se proyectan fisicidades, arquetipicidades epifanías y sutilezas donde solo hay trazos gruesos y estímulos conductistas. No puedo discutir en los mismos términos sobre esos directores «independientes» a los que aludís. Me parece que separar las discusiones ayudaría a entender mejor cada caso. Y en cuanto a los herederos de Antonioni… el 90% de las pantallas están ocupadas por herederos de Lucas y Spielberg.
Roger: coincido que «Bella tarea» es una de las granes películas sobre hombres castrenses (ahí los tipos hasta planchaban, cosa que el protagonista de «Vivir al límite» nunca haría…) Yo agregaría también «La delgada línea roja», de T.Mallick.
Aunque sean distintas, en «Bella tarea», «Padre e hijo» o «La delgada línea roja» (coincidiendo con O.Cuervo) la mirada compleja, sutil y lírica está dada, efectivamente, por la «forma».
C:
Sobre la ruptura que significaron Lucas y Spielberg he escrito varias veces en este mismo blog (y no a favor, precisamente…). No creo que sean herederos de Hitchcock, como tampoco lo es ese 90% -y más- de films hollywoodenses que acaparan las pantallas. Lo que no significa que no podamos discutir el otro 10% (aun cuando sea -o parezca- más heterogéneo).
Y sí, apunto -hace rato- a los Tsai, Serra, Alonso, Martin, etc. (no para carnevalear, sino -por el contrario- para diferenciarlos de los Costa, ZhangKe, Martel, Apichatpong, etc). Y aunque «cada uno de ellos merecería un análisis aparte» (no es lo mismo «Independencia» que «Autohistoria», o «La nube errante» que «No quiero dormir solo», digamos), de ningún modo es imposible «discutir un conjunto entero de películas» (como se hace con cualquier escuela o tendencia, por no hablar -con mayor inequidad- de todo el cine de Hollywood).
Así que es perfectamente posible «tipificar los procedimientos de algunos críticos respecto de películas como las de Serra y Martin, en las que se proyectan fisicidades, arquetipicidades epifanías y sutilezas donde solo hay trazos gruesos y estímulos conductistas». A menos que uno use en ese caso la «singularidad» para defender la inexistencia del problema… Y ahí se acaba la discusión (del mismo modo que se acabaría si se hiciera lo mismo con Cameron o Bigelow, que tienen el mismo derecho…).
No se trata de defender o atacar el cine «mainstream» o «independiente» como si fueran categorias cerradas y definitorias, sino bucear en ambas corrientes y ver las diferencias internas (incluso dentro de cada carrera o film «particular», claro).
queee ondaa entro a ver si ta buena la peli o es mala. . si vale la pena ir a verla y me encuentro con un debate de transfondo politico y social el cual no me interesa…
metanle onda y los q la vieron digan si vale la pena o no .. dsp se agregan al Messenger y hablan toda estas sartas de pelotudeces de corkinautas
jejje va con ondaa
saludoss
NP
por supuesto que yo no postulo que Spielberg y Lucas sean herederos de Hitchcock. Simplemente digo que el peso político de los herederos de Spielberg y Lucas es incomparable al de los herederos de Antonioni. (Y conste que yo no introduje la categoría de «herederos», que me parece un poco imprecisa, dado que cada cineasta tiene filiaciones múltiples.
No salgo en defensa tampoco de los procedimientos de un sector de críticos en relación al llamado cine independiente.
Digo que Tsai, Serra, Alonso, Martin, Costa, ZhangKe, Martel, Apichatpong merecen cada uno de ellos una consideración particular. Y cada uno de sus films también. Así como no pienso que Avatar sea lo mismo que Titanic.
Después, por supuesto, todo se puede discutir, sólo que yo personalmente no soy capaz de discutir todo a la vez.
Y agrego:
mis análisis de Avatar y Vivir al límite han sido separados, más allá de que a posteriori pueda encontrar algunas similitudes.
Hago una parada en un largo viaje de auto. Y veo que han escrito. Ni bien pueda respondo, pero recién dejaré de viajar el domingo. Saludos y disculpen. RK
Yo creo que el peso político de los herederos de Spielberg y Lucas es «comparable» -no cuantitativamente, claro, sino en términos de espíritu de una época- al de los herederos de Antonioni (y conste que Antonioni me parece un cineasta de talento e importancia, entre otras cosas porque definió la sensibilidad posmoderna -sin serlo-, a diferencia de muchos de sus continuadores…). Son dos caras de la misma moneda: «Avatar» es tan estéril como «Autohistoria» (solo que la primera es un arma de destrucción masiva, y la segunda un auto-bomba…).
Es claro que cada cineasta tiene filiaciones múltiples, que cada obra merece un análisis particular, etc. Pero hasta en cada análisis «particular» aparecen referencias que exceden la singularidad de la obra (llevado al extremo, lo singular sería tan incomunicable que haría imposible cualquier ejercicio crítico…). Por otra parte, todas las categorías son un poco imprecisas… pero el pensamiento no puede prescindir de ellas (a riesgo de convertirnos en el «Funes» de Borges). Eso es tan claro como que algunos críticos usan o niegan esas relaciones a piacere (para hundir a «Titanic» Cameron o mantener a Raya…).
Pero cuando se habla de una película se la relaciona con un autor o sistema de producción, con cuya producción ella se relaciona, y a su vez se relacionaría con otras de otros autores, escuelas, etc., y todas y cada una con sus coordenas históricas, sociales, y políticas… O sea: lo difícil es más bien hacer abstracción de todos esos elementos, y quedarse con la pura «inmanencia» de la obra y el genio solitario.
NP:
Si tu idea es que el cine de Cameron y el de Raya son dos caras de una misma moneda, demostralo como puedas.
Yo no voy a discutir Autohystoria en este post sobre Vivir al límite. Por una cuestión de sobriedad dialógica, porque cada cosa merece su tiempo. Si se quieren establecer relaciones entre Bigelow, los presuntos herederos de Antonioni, Raya Martin y Lisandro Alonso hay que mostrarlas en el texto, no postularlas desde un vago «todo tiene que ver con todo». Una cosa es exhibir relaciones concretas y otra es el cambalache. Ya la sola etiqueta «herederos de Antonioni» para reunir a Alonso, Martin, Tsai y Serra es un mamarracho.
Yo me bajo en la próxima, chofer!
Muy interesante todo. NP: justo anoche me preguntaba sobre la singularidad de una obra y como se hacía para establecer una crítica. «(llevado al extremo, lo singular sería tan incomunicable que haría imposible cualquier ejercicio crítico…)» Si se acepta que «el arte sucede» escapando de todo análisis, como aquello de «cuando el poema es bueno pierde escuela», ¿cómo saber que intentó Bigelow, que quiso, qué buscó? (aunque no sea esta una obra maestra). Para peor quizá ni ella lo sepa y se de cuenta con el tiempo.
El trabajo del crítico es paradójico: nos acercan las coordenadas para poder leer un film, y nos alejan, necesariamente, de la particularidad y singularidad -no incomunicable, pero sí inatrapable- que allí pueda suceder. Al final, casi como un límite, se terminan construyendo miradores y ordenadores ad referéndum de una totalidad y del cine que fue. Digo, en desmedro de ese episodio su mismidad.
Paradoja apasionante, como todo el pensamiento crítico.
Saludos.
Efectivamente, la posmodernidad (de la que participan films tan «heterogéneos» como los de cameron y Martin) es un tema complejo, del que vengo escribiendo hace rato… Porque en cada texto que uno escribe (así hable de un solo film, y este sea un cortometraje) está implícita una visión del cine. Así que difícil dialogar con alguien que habla de «etiquetas» (como si no las usara, con el nombre menos peyorativo de «concepto»), y que cree que las películas son mónadas (a ver si lo vamos a disturbar con relaciones improcedentes, habrase visto…). Seguí con tu «sobriedad», Cuervo (esa que no mostrás en tu propio blog, burlándote de tus colegas).
Edgar: No creo que a esta altura de la historia se pueda acceder a la obra sin necesidad de la crítica (por motivos varios que exceden un comment). Pero de todos modos esoes lo que pasa en eel 90% de los casos. Quienes llenan los cines para ver «Avatar» no les interesa esta discusión (solo quieren saber si»está buena», como el espectador-promedio que dejó su grito primal en este mismo post). Ahorabien: si estamos aquí, escribiendo y leyendo, debería significar que no es ese nuestro caso (aunque vista la negación de ciertos criticos a la hora de ser consecuentes con alguna visión del cine, no es de extrañar que los lectores se harten y los espectadores prefieran prescindir de ellos…).
NP:
yo voy a seguir con lo que quiera y cuando quiera, no según tus necesidades. En mi blog y aquí, cuando me parezca. Y no pienso caer en la red de tu introducción espuria de términos como inmanencia, incomunicabilidad, ni a confundir la inconsistente etiqueta «herederos de Antonioni» con un concepto.
Vos, como heredero de Pancho Ibañez, seguí desarrollando tu amasijo de conceptos, plantando cada tanto un giro dialéctico para darte aires de concretitud. Pero no te montes a mis palabras para llevar agua a tu molino.
Cuervo: ¿Cómo es la dirección de tu blog??
Acà el ùnico que se monta sos vos, Cuervo (buscando roña en todas partes). Yo ni me aparezco por tu blog…
Una ùltima cosa: en mi anterior nota (esa que calificaste de «excelente»…) hice una relaciòn entre «Avatar» y «Rosetta»… del mismo modo que podrìa hacerla entre «»Avatar» y «Autohistoria», aunque en sentido inverso (porque «Rosetta» es -y mucho màs cercanamente- lo otro de «Autohistoria»). Pero -por todo lo antedicho- paso. No hay que gastar pòlvora en cuervos.
Ramiro:
el link está en el propio nick que aparece en cada mensaje mío.
NP:
Tu nota sobre Avatar es excelente. Tu participación en este post es bochornosa, haciéndome burla incluso con mi apellido. La relación entre Avatar y Autohystoria podría ser excelente si te tomaras el trabajo de desarrollarla, pero en lugar de eso te ponés a ladrar, como a menudo.
De lo que pasás no es de mí, sino de justificar tu «todo tiene que ver con todo». Afortunadamente cualquiera puede leer la sucesión de comentarios y constatar quién es el que entró a buscar roña.
¡Eeeh! ¡Loco! ¿Qué pasó ¡Aflojen, che!
Cuervo: me habías prometido replantearte toda tu vida después de mis valiosos consejos. ¿Y pa? ¿Qué onda?
Se disfrutan los dos, cada cual con su estilo y su mirada. Las diferencias enriquecen. ¿O no? ¿O no es así?
Saludos.
Edgard: ahora que lo decís, me hiciste acordar.
Mañana empiezo.
O mejor pasado mañana.
Cuervo: http://www.youtube.com/watch?v=Rl3jNJn5fQ0
Edgard: http://www.youtube.com/watch?v=SVUzTZ5dgwQ
Bigelow es como William James: no le interesa la guerra, le interesa la adrenalina. La excusa era el surf y los asaltos a bancos, después eran los cascos esos en Días extraños, o el aguante del submarino en K-19. No le interesan los iraquíes (por eso mantiene una prudente distancia) ni los heroes (no hay ninguno en The Hurt Locker).
Sí, las diferencias enriquecen, Edgar. Pero hay que empezar por aceptarlas, dejando claro desde que perspectiva habla uno. En cambio, para C. (llamémosle así, para que el nombre no connote metáforas canoras, y también para no personalizar, porque no es el único…) uno es “excelente” si coincide con su punto de vista, y “bochornoso” cuando señala –precisamente- su falta de coherencia (que quedaría así demostrada…). Por ejemplo, cuando habla -como en este mismo post- contra la crítica “sofisticada” que levanta una película tosca, cuando es la crítica que suele practicar (claro que cambiando a Bigelow por algún nombre más a la moda). Es decir: criticando lo que practica, proyectando sus propias contradicciones sobre los demás (el absurdo «todo tiene que ver con todo» es una inversión de su implícito «nada tiene que ver con nada»: un culto a la arbitrariedad).
«Vivir al límite» podría haber aprovechado algunos de sus recursos de la escena inicial, pero rápidamiente desmiente cualquier tipo de intención ideológica en lo formal al resolver tan fácilmente a la imagen del Otro. Durante los primeros minutos a los iraquíes se los ve algo desconcertados, desde abajo (en esa calle desierta y algo destruida donde los americanos juegan con su juguete antibombas), y cuesta decir si esa actitud es ante los americanos invadiendo o ante los americanos filmando. La puesta en escena y movimientos de cámara dan un efecto de «presencia». Podría haber sido algo interesante, pero ¿de qué presencia hablamos si después pasamos como si nada al contraplano del iraquí con cara de malo para desglosar una escena como si fuera un videojuego? Me resultaron muy incómodos aquellos momentos (muchos) en los que esa cámara con un marcado «estar con» se pasa de bando como si nada. Y ni hablar de los planos detalle en cámara lenta de las explosiones o las balas cayendo. Esta película carece de un punto de vista claro, y pareciera que esa ambiguedad de no hacerse cargo fuera usada para hablar de vulnerabilidades psicológicas en los personajes, pero termina siendo todo lo contrario. No hay reflexión sobre «el Héroe», porque el tipo ya es un héroe: para Bigelow es un «buena onda» que juega al futbol con los pobres iraquíes y le duele cuando le pasa algo a aquel iraquí con quien se relacionó (punto de giro total en la película). Ese es su héroe, el que necesita que le cuenten una anécdota indignante para actuar (como las personas acá que se quejan de que en los hospitales tienen que esperar más porque está lleno de bolivianos y peruanos). Y las escenas finales lo resumen todo: es suficiente para el protagonista el hecho de que unos tipos vinieron a ofrecer caramelos y volaron a familias con chicos (ahi su anécdota indignante), para decir que es necesario seguir ocupando medio oriente.
NP: ponele, pero ya que estamos con lo del pensamiento crítico, que nada tiene que ver con criticar, y teniendo en cuenta que la mirada más crítica es la que más dimensiones abarca, me acordaba que leí: «SOY VOS EN OTRO LUGAR», y me pareció buenísimo, y tiene la potencia de diluir cierto tipo de distancia, antagonica, antagonizante, y remitir de un plumazo a lo que queda (aunque hace rato ya no se usen plumas, a no ser que lo diga C. jaja, cosa quizás difícil). Y lo que queda es pura riqueza, diversidad ya sin quienes.
Como sea, el ego es el más refinado de los dilemas… O es eso, o un laberinto bastante pobre.
Si podés mirá «Kimática», de un chaboncito joven. Tiene una edición rapidona pero la idea central es una gloria.
El comment que viene me quedó colgado, te lo mando.
Pero, Prividera, en ese caso: ¿qué es el cine: el 90% de las experiencias que lo viven a diario, o un 10% de experiencias especializadas? Digo, ¿no se gesta la obra suponiendo al público sin que medie otra intervención? ¿Se hace cine para que contacte con cierta inmediatez, o se hace para los hermeneutas? De otro modo el cine bien entendido sería algo así como “literatura para escritores”. La magia, el misterio, la sorpresa, la sutileza son elementos sin historia.
Y en cuanto a lo otro que decís, me ubico en ambos lugares, y no sé que me gusta más, si ver una película que “esté buena” (como Avatar, je je) o entrar aquí y disfrutar de la otra mirada, la de los que ramificaron neuronas frente a una pantalla, de la polémica, de ver lo que no vi, comprender, etc, etc.
Pero lo complicado para un critico, se me ocurre, es sustraerse el derecho de ser autoridad frente a ese epifenómeno particular que se produce en una persona mirando un film. ¿Cómo entrar ahí? Esa es tierra santa!, es algo subjetivo a donde apunta el director! No sé, me parece. Vos hiciste dirección.
Edgar: Tu pregunta solo puede ser retórica. Es evidente que cada espectador hace su experiencia, así en el cine como en cualquier arte. Por otra parte, si algo demuestra el desprecio actual hacia los críticos (al menos en el caso del cine) es que no son autoridad de nada… Y lo paradójico es que eso les conviene, porque a esta altura no tienen un canon al que acudir: el del cine contemporáneo es tan provisorio que uno no sabe muy bien que cineastas sobrevivirán en el recuerdo dentro de 50, 30 (o quizá 20) años…
Privadeira también conocido como NP, creo que mofándote como hiciste del apellido de Cuervo (y no una, sino dos veces) aplicaste tu bien conocida «microfísica del poder» que tanto le robás, digo, le citás a Foucault y le echás en cara a Clint -entre otros- mostrando (una vez más y van…) que la izquierda (¿sos de izquierda vos, no, sí?, cierto que una vez dijiste que eras distinto entre los distintos) es tan abyecta como la derecha y peor aún dado que no usa métodos propios, sino que se los roba a la misma derecha.
Y Edgar, tu «pseudo paz-vegetariana-new age-progresista (¿?)» como que cansa.
Chau
NP: No es retórica, pero ya fue. Si seguimos la flecha de la historia, en 50 años los cineastas serán un lujo insólito, el cine, más que hoy, creación de las productoras y los críticos elegirán entre alinearse y «pertenecer» o una estética de la resistencia, puro y solo amor al arte.
Gustavito: lo sé, lo sé. Y casi tierno lo tuyo, gracias.
Np, Cuervo. Es una pena que no hayan podido tolerar las diferencias. Cuando leí hace unas semanas el consenso crítico alrededor de Avatar y Rosetta fantaseé con un frente crítico neomoderno (Prividera, Koza, Cuervo), con tirada en papel y todo, para terminar con la hegemonia del Amante y sumar una voz a la crítica impresa, que tanta falta nos hace desde el final de la revista Film.
Todavía no vi la película así que no puedo aportar nada a la discusión principal. Solo me gustaria aclarar que la frase “herederos de Antonioni” no me parece para nada descabellada. Obviamente estos herederos (de los que me gustaría excluir a Tsai) no tienen la misma “cuota de pantalla” que Hollywood, pero amasan multitudes en los festivales internacionales donde la “mimesis”, indispensable para cualquier actividad humana, cristalizó en un “internacional style” en el que cualquier señal de mensaje, didactismo, contenido o desglose en primeros planos es tomado como una herejía y donde (y esto si es peligroso) la operación contraria es concebida como garantía de “calidad”.
Siguiendo con lo de Antonioni y la «calidad», algo parecido dijo un señor llamado Godard (aunque ya esté viejo y a veces sea un poco confuso) en una entrevista con Serge Kaganski, cuya traducción no encuentro.
“Oui, Manny Farber, c’est un bon Américain. Il y en a d’autres. Mais je ne tiens pas spécialement à critiquer le cinéma américain. D’autant plus qu’il existe aussi une “qualité internationale”, où tout se ressemble. Ce sont les films qu’on présente dans les festivals comme Cannes. Les films de Kiarostami, Gus Van Sant, Elia Suleiman… C’est une idée assez commune du cinéma d’art. Je vois ça très bien avec mon prof de tennis. Il n’ira jamais voir un film de Luc Moullet, dont il ne connaît même pas le nom, mais il va voir Elephant. Ça correspond à l’idée qu’il se fait du grand art.
Est-ce que le fait qu’un film séduise votre prof de tennis est vraiment disqualifiant pour le film ?
Ce n’est évidemment pas ce que je veux dire. Ce garçon ne va d’ailleurs pas non plus voir mes films. Il me connaît, a envie de me parler et passe par-dessus le filet tout le temps pour bavarder. A tel point que je suis obligé de le menacer de ne plus le payer s’il enjambe le filet, parce que pendant qu’il me fait la conversation, me parle des films qu’il va voir, il ne m’apprend plus à jouer au tennis.
Et en quoi, Kiarostami et Van Sant, est-ce la même chose ?
En tout cas, ça l’est devenu. Gus Van Sant n’a jamais fait un film aussi beau que Et la vie continue. Mais Ten ou Elephant, c’est la même chose. Du cinéma intellectuel, où tout pourrait se formuler par de la parole. C’est des mots. Pour faire ça, il n’y a pas besoin de caméra. Dans le gros cinéma hollywoodien commercial, il n’y a pas besoin de caméra, mais il y a une telle puissance de feu comme disait Staline : “A force de quantité, on finit par écraser la qualité” que ça produit quelque chose. Je vais voir ces films, j’arrive à les oublier tout de suite, ou alors je n’y arrive pas et je m’en veux. Mais pour revenir à Ten et Elephant, je dirais que c’est du sous-Antonioni. Antonioni est le cinéaste qui a le plus influencé le cinéma contemporain, et cette influence est délétère. On a l’influence qu’on peut. Paradjanov par contre n’a pas beaucoup d’influence aujourd’hui et c’est dommage.”
Saludos, amigos.
Boris K, mil gracias por el texto en francés. Veré si puedo hacer una traducción, o encontrar la versión en español. Un gran abrazo. RK
Roger, no encontré ningún form de contacto en el sitio. Así que posteo acá para agradecerte por el link a TodasLasCríticas.
Cosas como esas nos ayudan a crecer bastante, ya que somos de Córdoba y nos cuesta muchísimo entrar con la web en el «mundo Baires», donde se mueve la industria local.
Abrazo grande.
No conocía esa entrevista, Boris. Así que me alegra ver que Godard coincide conmigo 🙂 Lástima que ni al gran Godard se le presta atención cuando cuestiona al establishment cultural…
Me encantaría formar parte de un frente «neomoderno», pero a Cuervo no lo cuentes, porque él es un posmodernito más (aun que extrañamente no tiene problema en defender el «sujeto fuerte» cuando se trata del kirchnerismo…). Para alguien como él somos «modernistas tardíos» (y Godard entra en esa categoría, claro… aunque para el esté en lamisjma lista que Raya Martin!).
Por lo demás, terminar con la hegemonía de esa crítica (cuerva o amante) es muy difícil, porque hoy es lo dominante en el ambiente cinematográfico. De todos modos (y aunque en internet hay más lectores que en un medio impreso) no estaría mal que hubiera alguna revista sosteniendo otro tipo de mirada.
Che, acá está la entrevista, bastante más extensa, aunque, también en francés.
Saludos.
http://www.lesinrocks.com/cine/cinema-article/article/jean-luc-godard-cest-notre-musique-cest-notre-adn-cest-nous/
«Y Edgar, tu “pseudo paz-vegetariana-new age-progresista (¿?)” como que cansa.»
COINCIDO CON VOS GROS, estos predicadores de pacotilla me tienen las pelotas llenas…
Acá otro anuncio apocaliptico del ovolacteovegetariano Edgar, el plomo de turno:
«en 50 años los cineastas serán un lujo insólito, el cine, más que hoy, creación de las productoras y los críticos elegirán entre alinearse…»
Menos mal que desnudó su ñoña ideología al presentarnos la vacua novedad de KIMATICA, otro engendro pseudo hippie spiritual economo limbus.
CITA DE KIMATICA: «Cuando se comienza a creer que una mano invisible lleva el planeta a la destrucción. Cuando se piensa que el fin esta cerca, en un Armagedon..Y cuando se piensa que los seres humanos como especie estan condenados. No son ellos, sino tu quien ha hecho de esto un futuro posible»
Asi que el tal Edgar nos invita a entrar en el mundo de la razón espiritu-instrumental, para «salvarnos».
Creo que entrar en el mundo y la estética que defiende este sujeto, es ingresar a la oscura habitación de la alienación, disfrazada de ejercicio voluntario e individualista.
Seguir los consejos de Edgar es peor que volver al medioevo.
Y mientras tanto (contradictoriamente a los consejos de Kimatica) el tipo sigue advirtiendo (profetizando) la desaparición del cine de autor: es decir del sujeto, intentando tomar esto como una metafora.
Yo me pregunto en que se basa la información que promueve este sujeto? Y me respondo: en nada, es un cuarenton al pedo infundiendole miedo a sus congeneres, porque como bien saben los que tienen la manija: a rio revuelto ganancia de pescadores…
Kitch_Ne: es interesante Kimática, pero tenés que seguir, tenés que verla completa. Sin ser nuevo en literatura, y hasta donde conozco, es el primer Video con aspiraciones documentales -no religioso, no psicologista- que enfoca al Ego como raíz de la problemática de la Especie. Creo que tarde o temprano habrá que apuntar a eso primordial que somos. O mejor: que creemos ser.
Y no te calentés. El que se calienta o hace la guerra o hace el amor. Y la guerra sí que es un retroceso (o un negocio).
Saludos.
Finalmente la vi… Y sí, es «otra maldita película de reclutamiento».
Pero, una vez más, lo que sorprende es la sobrevaloración de la mayoría de los críticos, basados -ante todo- en la supuesta y sacrosanta «ambiguedad» (sostén del canon del posmoderno cine contemporáneo). El problema es que esa ambiguedad suele ser falsa.
Victor Cruz lo resume muy bien, en un comentario que reproduzco a continuación: «SI les dice a los espectadores que pensar y SI tiene una clara postura sobre el mundo. Una película sobre un ejército de ocupación en un país desvastado, donde cada rostro oscuro esconde una bomba, donde cada miembro de ese ejercito es un hombre justo. Frente al dolor de una guerra atroz y en tiempo presente, la anécdota de la adrenalina de un desarmador de bombas es demasiado insignificante.»