TOGO
EL OBSTINADO DEL BASTÓN
La curiosa y legítima cita que se lee en el principio reza: “La defensa del territorio es la defensa de la vida”. Podría ser la cita de un sociólogo o un economista, pero el término proviene de una declaración de un encuentro nacional que se celebró en México, en el mes de octubre de 2017, contra el modelo extractivista minero. La sigla a la que se le adjudica la afirmación corresponde a la Fundación Heinrich Böll. La institución tomó el nombre prestado del autor de El pan de los años mozos y sus objetivos nobles no vienen al caso, pero sí coinciden con los intereses de Israel Caetano: el deseo de un mundo justo y solidario.
En Montevideo, un viejo boxeador vive en la calle, más precisamente en una esquina donde lo acobija un árbol tan anciano como inmenso. Las propias raíces del gomero delimitan el espacio en el que duerme Togo, quien vive de cuidar autos y ayudar a estacionarlos, y a veces cumpliendo con pedidos de los vecinos que confían en él. La película comienza con un acto de violencia contra el personaje. Dos miembros de una banda que venden drogas procuran en la noche terminar con la vida de ese hombre que es un escollo para tomar enteramente todas las calles del barrio. El viejo del bastón parece inofensivo, pero el relato que de inmediato se desplaza hacia unas semanas previas demostrará que no.
El universo sombrío de Togo es luminoso frente al recuerdo de El otro hermano, la última película de Caetano. Las condiciones de producción de Togo y su lugar de estreno indica un ajuste entre la libertad absoluta de un cineasta y los requerimientos de los que facilitan la realización de una película. El modo en el que Caetano se acomoda consiste en organizar el drama bajo el esqueleto conceptual de un western, un género que conoce y ama. En efecto, no hay cantinas, ni caballos, sí algunos tiros, una pandilla y un líder. Y un hombre que no se doblega frente al poder de los fuertes, el obstinado hombre del bastón tiene sus valores y sabe defenderlos: Togo no cree en la ley del sistema, como lo evidencia una escena secretamente clave que tiene lugar en la comisaria, pero sí entiende que tiene que haber justicia. Por eso reconoce a los más débiles como cercanos, y más allá de su laconismo y rudeza impuestos por las condiciones de vida, interviene cuando siente que corresponde. Lo hace por un amigo con el que comparte la esquina, asimismo por una adolescente que intenta aprender de él. Y por su hija, a la que prefiere dejarla a cuidado de una institución que tenerla a su lado y en la calle.
En los créditos de las películas de Caetano suele leerse “encuadre y dirección”. La omisión del primer término en esta oportunidad no significa que Togo desperdicie las ocasiones pertinentes para establecer una relación sensible y narrativa entre posición de cámara y espacio. La escena aludida del inicio y la forma en la que se muestra el destino trágico de un vecino revelan en la distancia de registro una ética de la representación. En una escena previa a la confrontación entre el líder de la banda y Togo, la lucha cuerpo a cuerpo entre el protagonista y un miembro joven de los vendedores de droga es antecedida por un plano general en el que se plasma conscientemente un concepto de encuadre. Saber encuadrar significa recortar en el espacio una visión en la que se espera una transformación de todo un conjunto en el plano. Los movimientos de los actores y el desenvolvimiento de toda la escena constituyen un instante en el que Caetano se desempeña con la elegancia que poseen los que saben. En el repertorio de películas del cineasta uruguayo hay muchas escenas de esa índole, y Togo no es una excepción.
“La defensa del territorio es la defensa de la vida”. Es misteriosa la exégesis empleada por Caetano. De la impugnación del extractivismo desplaza el sentido de un principio de lucha a una dimensión urbana y al infortunio que ciñe la biografía del personaje. Quien conozca la situación de la vivienda en Uruguay no podrá desligar la sentencia inicial de un estado de cosas acuciante. Togo no es Bolivia ni tampoco Pizza, birra, faso, pero Caetano es Caetano. Puede filmar con más o menos restricciones, pero desconoce la traición a sus convicciones.
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Togo, Uruguay, 2022
Escrita y dirigida por Israel Adrián Caetano.
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*Publicada por Revista Ñ en el mes de octubre 2022.
Roger Koza / Copyleft 2022
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