OSCAR 2010: EL SECRETO Y LOS OTROS
Por Roger Alan Koza
El domingo 7 de marzo muchos argentinos se quedarán hasta la madrugada esperando ver si El secreto de sus ojos, el indiscutible éxito de Juan José Campanella, se llevará un Oscar por mejor película en idioma extranjero. Es como si fuera una final de un Grand Slam del arte cinematográfico en la que un par de compatriotas pueden levantar la mítica estatuilla. No habrá bocinazos, ni una caravana rumbo al obelisco o al Patio Olmos, aunque tal vez los fanáticos de Francella, si es que el cómico deja su sello ante la audiencia del Kodak Theatre y Steve Martin y Alec Baldwin lo secundan, puedan peregrinar hacia algún lugar céntrico exteriorizando su algarabía.
Evento global (y político) por excelencia, aunque menos universal que el mundial de fútbol, la entrega de los Oscars ha sido siempre una fiesta de la industria del cine estadounidense en la que se celebran sus logros y su hegemonía como fábrica de sueños planetaria, al mismo tiempo que se consolida un modelo cinematográfico y se establece un canon. En efecto, las películas ganadoras, se supone, ejemplifican la perfección del arte cinematográfico, lo que determina indirectamente una norma con la que se juzga el valor de otras películas. Así, año tras año, Hollywood instituye la norma del gusto. Quien dice ‘cine’ casi automáticamente también dice ‘cine norteamericano’.
Es por eso que las posibilidades de El secreto de sus ojos no son menores, pues de las cinco películas nominadas la película de Campanella es la más “norteamericana” de todas. Es cierto, está hablada en español, transcurre en Buenos Aires, se circunscribe a una clase social específica y retrata un período de la historia nacional, pero su forma, la construcción de sus planos, el timing de sus escenas y el modelo narrativo que organiza el relato remiten al cine (clásico) de Hollywood. Esto explica, incluso, su éxito vernáculo, porque, esencialmente, no se diferencia mucho del cine que se consume normalmente.
De todos modos, una historia de amor, un asesinato, un controversial modo de hacer justicia y un discreto elogio de la amistad son temas universales y reconocibles para los electores de habla inglesa, quienes además no podrán resistirse a la seducción de algunas secuencias, como el plano secuencia trucado sobre la cancha de Huracán y la despedida en la estación Retiro. A los miembros de la academia no les pesará desconocer la historia argentina o no tener la menor idea del significado de la Triple A. Menos todavía pensarán sobre la discreta tortura simbólica de su desenlace, además en aquel país es casi un método democrático.
Sin duda, la otra gran candidata es Ajami, el filme israelí dirigido por dos directores, uno judío y el otro palestino, que debutó en Cannes 2009 y ha conquistado a la crítica internacional, además de ser la película perfecta si se sigue una vez más la tradición de premiar en esta categoría películas cuyo contenido político no desentone con el característico humanismo liberal que esgrime la academia. Vals con Bashir, el filme israelí nominado en la anterior edición, era demasiado radical, en forma y contenido, para ser el ganador. Ajami, en este sentido, es ideal: las historias interconectadas de tres familias (musulmanes, cristianos y judíos) en Ajami, un barrio de Jaffa, evidencian la violencia cotidiana y naturalizada en la cotidianidad de Israel. La forma narrativa del filme de Yaron Shani y Scandar Copti, que también tiene un papel menor pero central, tendrá admiradores, pues se asemeja mucho al estilo narrativo de Babel y Tiempos violentos, aunque carece del cinismo de esas dos películas, quizás porque todos sus intérpretes son actores no profesionales que son parte de la realidad que interpretan.
No menos política, aunque favorecida por su exotismo y cierta propensión al realismo mágico de exportación, La teta asustada, de Claudia Llosa, sobrina del famoso escritor peruano Vargas Llosa, ha sido abrazada por la crítica estadounidense desde que ganó el Oso de Oro en Berlín 2009. Es posible que la belleza de Magaly Solier, quien interpreta a Fausta, cautive a más de uno, aunque este relato sobre una joven campesina que vive en Lima, fruto de una violación en tiempos de Sendero Luminoso, y que lleva un tubérculo en sus genitales, símbolo de su temor, puede ser demasiado “primitivo” y pagano para el sector más conservador, que tiene voz y voto.
Una opción racional es que los votantes se inclinen por Un profeta, de Jacques Audiard, una sólida y accesible película inscripta en el género carcelario, que también tuvo su premiere en Cannes 2009 y desde entonces viene cosechando premios y elogios de la prensa especializada. Un profeta concentra su narración en el aprendizaje de un joven árabe que ingresa a prisión siendo analfabeto y que paulatinamente deviene en líder de la mafia que funciona dentro y fuera de la cárcel. Es una película clásica y, junto con la de Campanella, una candidata lógica y cómoda, si es que el criterio político no se impone sobre el estético, y su duración, dos horas y media, no atenta contra la paciencia de quienes eligen.
No hay duda de que la mejor película de las cinco nominadas es la última ganadora del festival de Cannes, La cinta blanca, dirigida por uno de los maestros contemporáneos en actividad, Michael Haneke. Este estudio lúcido y lucido sobre la psicología del fascismo, aplicado a una comunidad protestante en un pueblo del norte de Alemania, no muy lejos del estallido de la Primera Guerra Mundial, está en las antípodas del cine que suelen consagrar Hollywood y sus fieles. Sus planos fijos y extensos, la austeridad de su puesta en escena, la escasez de primeros planos y el notable ejercicio de hablar sobre la violencia dejándola fuera de campo, es decir, sin mostrarla, puede resultar un lenguaje demasiado refinado (y pesado) para quienes acostumbran coronar películas como La vida es bella y Los falsificadores.
Fotos: 1) Haneke y Campanella; 2) Ajami.
Este artículo fue publicado en el mes de febrero por el diario La voz del interior en otra versión.
Copyleft 2010/ Roger Alan Koza
cada año la nominación a película extranjera es menos interesante. ganará Haneke, aunque no creo que se lo merezca.
Petente: entiendo, aunque este año, la selección es un poco mejor que otros. Haneke, no creo que gane. Y no sé por qué decís que no se lo merezca, excepto, si por estar ahí habla mal de su cine. Pedro Costa, Jia Zhank-ge, jamás serán nominados. Están literalmente en otro universo. RK
no me gusta mucho El lazo blanco. tienes razón en que este año la selección es un poco mejor; lo cierto es que el último gran oscar de este tipo que se dio fue en el 99, hace ya más de diez años. pero en fin, prefiero no hablar de esta fiesta del cine tan aburrida.
No sé en qué condiciones has visto El lazo blanco. Tuve la suerte de verla en Cannes y la proyeccìón digital era apabullante. Pero entiendo que es un film absolutamente cerebral y calculador. El Oscar: Más que aburrida es estéticamente insignificante aunque es siempre oblicuamente un espectáculo político, que excede, naturalmente, la soberanía estadounidense. Saludos, Mr. Pentente.
Yo sólo vi las películas de Campanella y Haneke, así que no me animo a arriesgar un pronóstico. Pero me parece que no sería descabellado que la Academia premie a La cinta blanca. En una mirada superficial creo que es sencillo y hasta tranquilizador creer que los padres represores y poco cariñosos de la comunidad que muestra la película tuvieron la culpa del surgimiento del nazismo. Ahí Hollywood puede comprar. Y, por otro lado, debe ser la película más accesible de Haneke, aunque como bien decís mantiene un lenguaje refinado y muy distinto a lo que se viene premiando en los últimas años.
Yo, como buen argentino que soy, el domingo a la noche haré fuerza por la película alemana.
Saludos
Roger,
A mí la escena del estadio me parece que va tan en contra del estilo del resto de la película que me cuesta creer que Campanella no se la haya encargado a una compañía de post o a un director de segunda unidad que impuso otro estilo (más cercano a la velocidad del videoclip, al punto de vista de un clásico y reciente comercial de Nike Futbol, al virtuosismo del After Effects o similares -simular y esconder los cortes-) muy distinto al modelo clásico de ritmo y planos del resto de la película. Incluso en una secuencia que podría ser más o menos similar o equivalente narrativa y dramáticamente -el momento en que Darin detiene el auto y regresa a la casa del marido y descubre el último plot point- el estilo, ritmo y escala de planos es la del cine más convencional que caracteriza al resto de la película.
¿no te parece?
A mi me parece que El secreto… es número puesto. La vi y tiene todos los ingredientes para ganar. Acorde al análisis de Roger, se desprende casi con naturalidad -según mi interpretación- que Un profeta y the White ribbon no tienen chances. Hay que ver que pasa con las otras dos, aunque Campanella no es un desconocido para los miembros de la academia, labura un buen tiempo del año alli-en la fábrica de sueños, y hace un gran trabajo como director de series muy conocidas, entre cuyos involucrados, guionistas, productores, actores, hay muchos miembros de la academia… vamos a ver que pasa mañana.
Aunque no se, me da un poco de miedo que si gana Gerardo Herrero, seamos claros, el levantará la estatuilla luego -o antes- de Campanella, si ganan, sea una consagración del éxito de taquilla legitimizada por el Oscar. De ahí en mas va a ser cada vez más difícil discutir y conceptualizar porqué deben apoyarse a los filmes que no meten mas 100.000 o 10.000 personas en los cines.
Argentina le gano a alemania con lo justo y con justeza 1 a 0 el otro día, y yo, como buen argentino, quería que gane Argentina. El oscar no tiene nada que ver.
Andrés: es una buena lectura la que hacés, aunque no soy tan bondadoso respecto a las posibilidades interpretativas de los miembros de la academia. Haré fuerza contigo. El cine es una patria.
Afa: efectivamente, en los extra del dvd en la edición argentina, se ve muy bien que las escenas más interesantes (y con ello no digo las mejores) han sido producto de un trabajo en equipo, tal cual vos lo decís, aunque el famoso plano Campanella lo deseaba. Es bueno comparar este plano con el del plano de la llave en Encadenados de A. Hitchcock, o el plano magistral de Inocencia y juventud, más cercano al de la cancha de fútbol, pues empieza en una panorámica y finaliza en un primerísimo plano del parpadeo del baterista (y asesino) que toca con su banda en una fiesta. Desde la otra escena que mencionás hasta el final, a mi entender, no solamente es otra película sino que revela lo siniestro de la misma. Y narrativamente, ese desenlace como el plano aéreo parece no estár del todo concatenados al resto de los planos que constituyen la película. (Un saludo y un gran abrazo para vos y espero que las cosas mejoren en Chile.)
Pechito: es cierto, muchos tipos de la academía conocena Campanella. Lo que decís respecto a los efectos colaterales del posible premio a El secreto, no es menor. El inescrupuloso artículo de Sirven en La Nación, hace un mes atrás, simplemente exponía un discurso que le excede, pero que es uno de sus más poderosos heraldos.
PS: Pechito, yo quería que gane Verón (y me encantaría que estuviera Riquelme en la banda).
Amigos:
1) Me parece que están simplificando en exceso el análisis.
Evidente en la insistencia sobre la «ruptura de la isotopiá estilística» de la escena del estadio, algo que no dejan de repetir no solo los críticos más reputados como los comentaristas más exaltados. Aunque los críticos debieran comprender que no hay algo erroneo ahí: hay una variación estructural, simplemente (a través de una escena central que empieza después de un primer plano de Francella explicitando el tema del film, y culmina en el primer plano del asesino, abriendo la polémica segunda parte).
Pero más allá de su sentido formal, lo que debiera llamar a la reflexión es que se la critica sin superar la contradicción (que la misma película supone, más allá de la voluntad de su realizador): por un lado, se dice que el film repite la «gramática hollywoodense» (sin historizarla, metiendo en la misma bolsa el gran cine clásico y los ejemplos más decadentes y actuales del cine norteamericano), y por otra -a contrapelo de lo anterior- por hacer de su centro una escena que parece ir contra esa presupuesta «norma» estilística (como si no fuera, justamente, la marca de una ruptura).
2) Yo entiendo (aunque no comparto) que este «odio» venga dado por el presunto «daño» que el film (y su victoria en el Oscar) le haría a la lucha del cine «independiente» en nuestro país. Pero permítanme decirles -y aquí hablo como parte interesada- que esa batalla está perdida desde los ’60 (desde el primer NCA)´: el INCAA siempre se define a favor de la industria. No necesita de los favoires de Campanella para eso. Por el contrario, creo que el triunfo popular de «El secreto» va en desmedro de los bodrios industriales con lo que compite (no contra el cine independiente, que se mueve en otro nivel y escala). Que Sirven & Cia, de modo ciego u oportunista, apunte a un falso conflicto (para salvar, precisamente, a esos bodrios industriales), convirtiendo a «El secreto» en enemigo del cine independiente, es una provocación en la que no hay que caer (porque también hay indefendibles bodrios en el NCA…).
De lo que se trata, hoy como ayer, es del derecho a la existencia de un cine diverso: así como no podemos pretender (en este mundo alienado) que un gran film independiente «La mujer sin cabeza» la vean dos millones de personas, tampoco se puede apalear al «El secreto» por ser popular.
Muchas gracias por la aclaración y los saludos, acá estmos, volviendo ya a la normalidad.
un abrazo
Nicolás: creo que la escena del estadio, agradable a la vista, inconmensurable al relato, y, en ese sentido, legítima, es muy distinto al desenlace, es decir, desde el momento que Darín regresa a la casa (de la tortura), y disculpa que insista en este punto, pues de ahí en adelante todo se apura. Por otro lado, está muy bien el alerta que hacés sobre la falsa dicotomía de El secreto versus La mujer sin cabeza, y el uso oportunista de Sirven y otros al respecto. No obstante, creo que estimás en demasía el film, y he seguido tus argumentos sólidos a lo largo de todos los post y comentarios que has hecho aquí y en otros lados. Yo no soy un odiador exaltado ni de Campanella, ni de nadie; sin excepción, siempre intento encontrar algo positivo o valioso en un film, incluso si lo filma Subiela. El secreto es lo mejor que hizo Campanella, y no tengo dudas sobre eso, pero aun así, me parece una película entre otras, con dos o tres escenas logradas y con problemas narrativos, que no son menores si es que se lo consagra acríticamente, y ciertas elecciones de índole ideológica que me parecen muy cuestionables. A su vez, el mismo Campanella se encarga una y otra vez de despreciar todo aquello que no es parte de la industria y el cine que a él le gusta apasionadamente, el norteamericano. Hubo una entrevista, si no mal recuerdo aparece en Subjetiva, en la que Campanella habla de «esas películas que no conoce nadie, esas que suele hablar Batlle», el crítico de La Nación y director de Otros cines. En fin, llego hasta acá, Nico. Un abrazo para vos.
Roger: como siempre, es una cuestión de perspectivas. Por ejemplo, coincidimos en que «El secreto» es lo mejor que hizo Campanella pero en cuanto a que «me parece una película entre otras», bueno, habría que ver CUALES son las otras… Como siempre, todo depende de la comparación. Y también en la justicia de la comparación (no tiene sentido compararlo con Godard, digamos, y menos aun con Vartas & Cia). A Campanella lo veo ubicado entre Aristaráin y Bielinsky, en términos generacionales y de parecido gusto, aunque más «popular». Lo que no significa que sea menos contradictorio.
Es claro que «El secreto» tiene problemas notables, pero eso mismo lo hace más interesante… (mucho más que «El hijo de la novia», que era un film «perfecto» y tal vez abominable).
No se cual es esa entrevista que mencionás. Yo lei alguna otra en que se mostraba más cauteloso, respetuoso, e informado. Me parece que es un tipo inteligente, como para entrar en el lugar en que lo quieren poner los Sirven… Pero bueno, habrá que ver como evoluciona su obra.
Abrazo.
Películas entre otras, quiser decir por las que se estrenan comercialmente y que tengo que ver todos los jueves, y que, en este caso, no sentí al menos que me habían robado dos horas de mi vida. Acepto la comparación con Aristarain y Bielinsky, y es cierto que Campanella pretende ser más popular que los otros dos mencionados, aunque no estoy del todo seguro si su película alcanza a impactar y conmover a un público más heterogéneo del que representa la clase media argentina. Aristaraín, por otra parte, me parece un cineasta más clásico en todos los sentidos y políticamente más interesante que Bielinsky y Campanella. Por otra parte, El aura, una película que la mayoría de mis colegas entienden como menor a Nueve Reinas, me pareció siempre más interesante que su opera prima. Lamentablemente, no podremos saber cómo hubiera sido el desarrollo de su promisoria carrera. La carrera de Campanella, en cambio, es posible que pegue un salto mayor y vuelva a Hollywood, un lugar que le sienta bien, como muy orobablemente confirmaremos esta noche. Veremos, veremos. Abrazo. RK
PS: no puedo entrar al mail desde casa, pero ya hice los cambios que me pediste y agrego lo de Herzog para las 10 mejores de la década, más allá de tu comentario inmediato que habrás de hacer ni bien suba el post.
Pero Roger, si algo está claro (aun sin el oscar) es que «su película alcanza a impactar y conmover a un público más heterogéneo del que representa la clase media argentina»… (aunque lo más interesante para nosotros sea por qué impactó en esa clase).
Aristaraín, es claramente un cineasta más clásico, pero no se si «políticamente más interesante» que Bielinsky y Campanella. Su obra de los ’80 es imprescindible, pero ultimamente se ha vuelto sumamente conservador (y a él si le oi cosas horribles sobre el NCA…). Por el lado de Bielinsky, nunca podremos sobreestimar el impacto que su obra ha generado en el cine argentino (como «eslabón perdido» entre Campanella y el NCA, digamos…)
La carrera de Campanella es posible que pegue un salto mayor, pero no creo que vuelva definitivamente a Hollywood, un lugar del que más bien volvió (haciendo el camino inverso a Agresti…). Tal vez pueda dirigir algún film para un estudio -como ya lo hizo-, pero siempre va a terminar volviendo al sur (y eso me parece más honesto que el falso indie que solo quiere un lugar en la industria, de lo cual hay numerosos ejemplos…).
En fin: sobre todo esto (y algo más…), te acabo de enviar la tercer nota sobre «El secreto de sus ojos» (para dejar de lado el tema del aun ignoto Oscar y volver al eje de la cuestión).
Nico: sí, sabía lo de Aristarain, pero trato de pensar más allá de las personalidades. Buenísimo, ni bien pueda lo veo y lo subo. Abrazo
Ok. Cuando dije que Aristarain se había vuelto «conservador» no me refería solo a sus declaraciones públicas, sino a su obra (giro que empieza en los ’90 y se acentúa en su última película).
Hola Roger, queria aprovechar esta oportunidad para agradecerte por tus comentarios siempre tan complejos, con todas las perspectivas y puntos de vistas, puestas a la luz de los cibernautas. Desde que viniste a roca con el festival de cine y video siempre y cuando puedo me cuelgo leyendo tus notas que son fantasticas!
Estoy esperando poder ver alicia de tim barton gracias por tu elocuencia en materia del cine tengo q resaltar tu capacidad para expresar aquello que vemos nosotros pero que no sabes expresa. Desde ya muchas gracias tambien por los comentarios en cada nota nutren muchisimo. saludos
Dani: muchísimas gracias, sinceramente, por tus comentarios. Estoy por ir a Viedma, a fin de mes. Aparentemente, sigo trabajando como programador del festival. RK
La opinión (polémica) que faltaba: hoy la Presidenta «tras elogiar la dirección y las actuaciones -según leo en el diario- señaló que la película ‘es un alegato contra la pena de muerte, porque esa persona violentada (por el asesinato de su esposa) dice «no quiero la pena de muerte»'».
Quizás no sea un alegato contra la pena de muerte, pero sí a favor de la tortura y del uso de la venganza privada. Es cierto que el Estado no le brindó ninguna respuesta al personaje al que le matan y violan la mujer. Pero acaso, hacer justicia por mano propia y tener alguien encerrado en el más absoluto aislamiento, por más reprochable que nos pueda parecer la conducta de quien prentemos castigar ¿no es eso también una violación a los derechos humanos?.
Otra cosa que me parece criticable de la pelicula es el modo en el que arrancan la supuesta confesión al sospechoso. Me pareció bastante pueril la manera en que provocan la ira y logran que desenfunde.
Además creo que hay incosistencias lógicas en el modo en el que arriban a la conclusión que el compañero de secundaria de la victima fue el asesino.
En todo buen policial el circulo de sospechas se cierra sin lugar a dudas. Leamos por ejemplo algún cuento de Chesterton.El padre Brown no dejaría tantas cosas en el tintero como Darín.
Aquí se parte de premisas que resultan a todas luces ambiguas:
. Una foto, cartas, el sospechoso le mira el escote a la villamil, una supuesta confesion,conexiones con la triple AAA. Más alla de que la pelicula se encarga de remarcar una y otra vez que ese oscuro provinciano no es una persona agradable, creo que no surge sin lugar a dudas que ese personaje fue el asesino y violador.
Estuve esperando secretamente durante toda la pelicula que digan que el asesino fue Rago, pero bueno, la verdad es que yo quería ver otra pelicula.
Los puntos que mencionás los he tratato de plantear de distintos modos. Es muy difícil encontrar interlocutores caaces de pensarlos sin previo insultarte o descalificarte. Un abrazo, amigo. Spyri. RK