LIVERPOOL

LIVERPOOL

por - Críticas
04 Nov, 2008 01:06 | 1 comentario

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

PARA SABER CÓMO ES LA SOLEDAD

Liverpool, Argentina, Francia, Holanda, Alemania, España, 2008.

Dirigida por Lisandro Alonso. Escrita por L. Alonso y Salvador Roselli.

*** Hay que verla  

Una película personal, quizás la mejor del realizador, que hoy tiene sus apologetas y sus detractores, pero que resistirá en el tiempo como una película sólida, por razones que ni uno ni los otros hoy esgrimen.

El 2008 es un buen año para el Cine Argentino de autor. Sus dos grandes figuras, Lisandro Alonso y Lucrecia Martel, han demostrado que están a la altura de lo que prometían al inicio de la década. En La mujer sin cabeza, Martel prosigue con su lúcida vivisección del comportamiento de una clase específica; en Liverpool, Alonso prolonga su mirada sobre la soledad masculina y consolida su poética del desamparo.

Con menos de 80 planos y fiel a una idea del cine, la cuarta película de Alonso mantiene su depurada capacidad observacional y sus inquietudes temáticas. Hay una planificación evidente en cada plano que compone la película, sus tiempos, sus encuadres, su luz, el sonido. Los pocos movimientos de cámara son pausados. Hay una suerte de retención estilística, un llamado a la austeridad formal. No está el travelling del inicio de Los muertos; tampoco la circularidad ritual de La libertad y su inicio y desenlace mágico. No se destripan chivos ni mulitas. A lo sumo se verán zorros muertos destinados al abrigo, o conejos criados que no serán jamás mascotas. Persiste el hambre como cifra, evidencia de un vínculo primitivo entre la naturaleza y los hombres; se puede dejar de copular, pero no de comer.

Hay algo nuevo en Liverpool: una voluntad de narrar que no siempre está articulada a la esencia del cine de Alonso: explorar físicamente el mundo, registrarlo sensiblemente. La historia de Liverpool tiene un telos: todos los planos van en dirección al último, ese notable primer plano de un objeto que da el título a la película pero que también la resignifica en su conjunto. Es decir, estos días libres de Farrel, un marinero alcohólico que se toma franco para ir a ver a su madre, al menos en un principio, parecen un viaje a la nada, cuando en realidad lo único que lo salva de la nada es paradójicamente su destino.

Liverpool poetiza sobre el abandono, la soledad y el instinto de muerte. Es una condición humana precaria, sin historia, sin política, desprovista casi de cultura. Como en todas las películas de Alonso, sus personajes se desmarcan de un tipo de subjetividad identificada con la polis. Alonso es un cineasta de la physis. Así, cuando Farrel empiece su periplo rumbo a su «hogar», la Patagonia a descubrir no será una postal turística sino una extensión de la identidad muda y solitaria de sus habitantes.

Recientemente, el prestigioso crítico Kent Jones afirmó que Alonso es el cineasta de su generación que más piensa sobre la forma cinematográfica. En efecto, el secreto de Liverpool descansa en su forma: la película propone y el espectador (se) dispone y tiene que trabajar en su mirada. Así, Liverpool transfigura una cantina fantasma en un retrato magnífico de la soledad de los hombres. ¿Qué son esas vidas? Una canción popular sugiere algo, como los almanaques, la mudez, los fuegos de la salamandra.

Un radical fuera de campo diluye al protagonista en los últimos 20 minutos, o quizás no, porque será su descendencia directa la que lo releve en su protagonismo. Los solitarios de Alonso se aíslan, se hacen imperceptibles, huyen. Aunque en Liverpool palpita, tímidamente, el deseo por el otro.

Copyleft 2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada durante el mes de octubre por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.