FICUNAM (07)

FICUNAM (07)

por - Críticas, Festivales
09 Feb, 2011 05:33 | Sin comentarios

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE UNAM: PELÍCULAS EN COMPETENCIA

por Roger Alan Koza

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Tilva Roš /Tilva Rosh, Nikola Ležaić, Serbia-Países Bajos, 2010:: Tras finalizar la escuela secundaria, Toda, hijo de un minero, y Stefan, hijo de un empresario,  junto con la bellísima Dunja y otros jóvenes esperan por un futuro que resulta inestable e incierto. Viven en un pueblo de Serbia, pero podría ser cualquier pueblo del mundo globalizado. Algunos de ellos irán a la universidad, otros no tendrán otra opción que la de aplicar para un empleo. Mientras tanto, durante ese último verano sin demasiadas responsabilidades, se deslizan con sus skates sobre los escombros de una fábrica abandonada  o inventan juegos extremos, a veces masoquistas, que suelen filmar para subir a YouTube. No es casual que elijan saltar desde puentes, viajar en el techo de un auto y marcar sus propios cuerpos. La experiencia física y extrema constituye una evidencia de que existen, lo que explica la socialización de los impactos y las proezas en la web: no se trata de exhibicionismo narcisista sino más bien de un impulso por forjar una identidad en un mundo en el que el mercado laboral absorbe el deseo. Lezaic, cuyos personajes pueden rapear a imagen y semejanza de MTV, elige un procedimiento formal a contramano de esa lógica audiovisual. Los planos secuencia son constantes, y alcanzan su perfección en dos pasajes centrales (una manifestación callejera seguida de una revuelta moderada por parte de los skaters en un supermercado) en donde Leizac, en un control absoluto sobre el espacio (cinematográfico), explicita el contexto político que define imperceptiblemente la subjetividad de sus criaturas a la deriva.

http://lilokpelikula.files.wordpress.com/2010/09/refrains-happen-like-revolutions-in-a-song.jpg?w=300&h=168

Ang Ninanais / Los esctribillos se suceden como revoliciones en una canción, John Torres, Fillipinas, 2010:  Una película extraordinaria y misteriosa, en donde los mitos (el poema épico Hinilawod) y la historia (la guerra filipino-estadounidense) se entrecruzan en una meditación poética sobre el colonialismo en Filipinas, la vida cotidiana de su pueblo y una historia de amor cuyosprotagonistas son Sarah y Emilio como también Nagmalitong Yawa y Humadapnon, personajes míticos. El título original Ang Ninanais, “el deseo” o “lo deseado”, quizás evoque el carácter trágico del romance, pero la tercera película de John Torres se resiste a ser domesticada por una interpretación veloz; es más un film para experimentar que para entender, lo que no significa que este poema fílmico no posea un relato preciso. Varios intertítulos suministran datos históricos y culturales; la voz pausada y serena de Torres, a menudo leyendo poemas de Eric Gamalinda y Joel Toledo, establece una sonoridad onírica, contrapunto perfecto respecto de algunas canciones populares y los sonidos de las calles y las aldeas. No siempre los diálogos llevan subtítulos, y eso responde a que los personajes hablan un idioma que el propio director no comprende. Si la concepción sonora de la película es virtuosa, también lo es la composición de sus planos: Torres pocas veces ofrece un primer plano de un rostro (el más fino lo concede registrando el reflejo sobre un vidrio), y prefiere destacar los pies y las nucas. A menudo, la cámara parece surgir desde la tierra, de allí que los planos en contrapicado constituyan una evidencia de estilo. He aquí el secreto mejor guardado de una cinematografía fascinante.

Cesado / Stroke, de Daniela Schneider, México, 2011: Las tres primeras secuencias de Cesado establecen el orden simbólico de la película: por un lado, la interacción de clases en el espacio reducido de una mansión, por el otro el carácter contingente de la identidad: el desvarío de un hombre, quien al verse en un espejo después de ser afeitado por su empleada doméstica quizás no sepa exactamente quién es, y el de una mujer elegante que ve el paso del tiempo en su cuerpo. De ahí en adelante, Daniela Schneider conjugará situaciones cotidianas que irán develando las relaciones de clases, siempre asimétricas, y los intentos de Juan y Alicia, los señores de la casa, de poder sostener el matrimonio después de una crisis psíquica de la que nunca se saben sus causas aunque sí se ven sus consecuencias: menos dinero, cambios en la vida sexual, intranquilidad en el hijo de la pareja y una vida doméstica ligeramente impredecible. Schneider filma la casa como si se tratara casi de una entidad, un hogar que remite más a una jaula aristocrática que a un territorio de contención y reparo. El pasado de Juan ligado a la aeronáutica enfatiza su presente sin horizontes. En algún momento, uno de los sirvientes intentará una explicación teológica sobre todos los eventos humanos, pero un discurso semejante parece inconmensurable al mundo de los patrones. Cesado es una película obsesiva en sus encuadres y persistente en sus preguntas; un debut promisorio de una joven directora, cuya película sintoniza con una preocupación ostensible del reciente cine mexicano: la diferencia de clases, y sus universos simbólicos respectivos.