FICIC 2025: NUESTRO MENSAJE: TODOS ESTAMOS EN PELIGRO

FICIC 2025: NUESTRO MENSAJE: TODOS ESTAMOS EN PELIGRO

por - Festivales
06 May, 2025 01:02 | Sin comentarios
Algunas palabras sobre la decimocuarta edición del Festival Independiente de Cine de Cosquín (FICIC) que comienza el próximo jueves.

Antes de ser asesinado, porque es la descripción que corresponde, Pier Paolo Pasolini fue entrevistado e insistió con una declaración que dio por título a la publicación: «Todos estamos en peligro». Decirlo en 1975 no puede ser lo mismo que en el 2025. La sentencia suena dramática, amenazante, incómoda, tanto ayer como hoy. Para los cínicos y los egoístas de siempre, declarar así les debe resultar una exclamación absurda de gente que se toma todo muy en serio. Dirán, además: ¿qué tiene que ver con el cine y un festival? 

«Todos estamos en peligro». ¿Por qué entonces hablar de algo así para referirse a un festival? ¿No hay que decir otra cosa, proferir agradecimientos diversos y venderse anticipando un rotundo éxito? La medida del éxito es deletérea: carcome la sensibilidad, confunde a quienes emprendemos acciones culturales. Cada vez que un festival de cine da los números sobre la cantidad de espectadores que han asistido a la edición que concluye, curiosamente nunca son menos. Siempre deben ser más. Nada más vulgar que las proezas numéricas de los vencedores. Las matemáticas no son siempre un argumento. Al FICIC, por cierto, no le va mal en cantidad de público, pero ¿tenemos que aceptar esa lógica de economistas para justificar lo que hacemos? Pensar así es justamente uno de los peligros. La vida no es susceptible al razonamiento de mercado. 

Vendrán lluvias suaves

¿Por qué estamos todos en peligro? Unos meses atrás, un niño describió un artefacto cuya función es precisa y unidireccional: cortar la corteza de los árboles. El niño se refirió a la máquina en cuestión como una herramienta capaz de despellejar la piel de un grupo de personas para que pueda desencadenarse la libertad que está atrapada. La metáfora homicida pasó como una ocurrencia infantil y apenas deparó la atención del periodismo y algún que otro psicoanalista y sociólogo. ¿Cómo llega un niño a decir algo así? El idioma de la infancia es otro. Que un niño pueda imaginar el acto de desollar abstracciones tipificadas con nombres de partidos políticos para afirmar otra abstracción que tampoco entiende, a la que llamó libertad, es un signo unívoco de que estamos en peligro. 

¿Qué puede hacer un festival de cine frente a una situación semejante? La anécdota del niño es la más elocuente, pero el cúmulo de declaraciones bestiales y actos de violencia en el espacio público es obsceno. A todo esto, no faltan las imágenes que apoyan la construcción de una vida asentada en la barbarie. Los pequeños cortometrajes hechos con IA que plasman el imaginario de los usuarios son equivalentes a las palabras del niño. En este ordenamiento bestial, el cine todavía puede hacer algo: evocar la tradición que tuvo en Chaplin su mejor expresión. En efecto, Chaplin jamás le dio la espalda al presente, nunca dejó afuera a nadie en sus propuestas (un obrero, un ingeniero, un intelectual, un deportista reían por igual), no cedió en insistir sobre la benevolencia posible de la humanidad y decretó como inaceptable una existencia hundida en la ferocidad de los que solo pueden ser si existen otros que no pueden ser. Todos estamos en peligro, y sin esa tradición que Chaplin aún representa, un poco más. Lo confesamos entonces: bajo la sabiduría de esta tradición acá descripta, intentando honrarla y pensar en la actualidad, hemos elegido todas nuestras películas. 

Y como la decencia y la transparencia también están en peligro, porque la verdad está aprisionada, este año tomaremos el ejemplo de la Muestra de Lanzarote, que lleva años poniendo en práctica un ejemplar ejercicio que compromete a la razón. Como se ha anunciado, la deliberación del jurado será ante el público. Razonar (una estética) junto a otros y ante otros es probablemente algo que no pasa nunca entre nosotros, porque la razón se ha sustituido por la injuria y la mendacidad. Vencer, domar, humillar, los verbos de la barbarie son los que dominan nuestro vocabulario. Poner en juego la razón es una forma concreta de atenuar el peligro en que vivimos. Porque el peligro mayor y acaso central es uno solo: hemos dejado de pensar.

Roger Koza / Copyleft 2025