FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN / FICIC 2014 (06): UN MUNDO DESCONOCIDO: ALGUNAS IDEAS SOBRE LUKAS, EL EXTRAÑO

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN / FICIC 2014 (06): UN MUNDO DESCONOCIDO: ALGUNAS IDEAS SOBRE LUKAS, EL EXTRAÑO

por - Críticas, Festivales
10 May, 2014 08:53 | Sin comentarios

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Por  Roger Koza

Los primeros cinco minutos de Lukas el extraño constituyen la introducción a un mundo misterioso: una voz en off le anuncia a Lukas, un preadolescente que vive en una aldea en la que se filmará una película, que se enamorará de una actriz y comprenderá entonces a su padre. La misma voz le dice que se convertirá en su memoria.

Luego se verán algunas secuencias de Mi marido, mi amante, un viejo filme filipino de Ishmael Bernal. Como si fuera un sueño, el padre de Lukas se despertará en la noche y abandonará su casa para siempre. Lukas mirará la partida desde la ventana de un cuarto. El padre le dirá: “Soy un Tikbalang”, una figura mítica cuyo equivalente occidental podría ser el centauro. La secuencia culmina cuando la madre de Lukas deposita en un río, lugar simbólicamente poderoso en el que se olvida y la memoria se reconfigura, una caja con un contenido secreto. Hasta ahí han pasado cinco minutos, y no será todo: frente a un extraño tornado en el medio del mar, mientras unos hombres intentan rescatar a una mujer, se revelará algo más vinculado al pasado de Mang Basilio, el padre de Lukas.

Lukas nino, Lukas el extraño, Filipinas, 2013

De aquí en adelante, Lukas el extraño ordenará la totalidad de sus signos iniciales a partir de un rodaje que está por filmarse en la aldea. No es del todo preciso de qué se trata la película que se filmará con los pobladores, pero está claro que alguien tiene que interpretar a Mang Basilio. Este procedimiento de duplicar la ficción en otra ficción se conjuga con un registro documental, de tal modo que la hipnótica atmósfera de las escenas y la inestabilidad del relato, profuso en sugerencias, también tienen el encanto de un retrato amoroso acerca de la vida de un lugar y su gente. En ese sentido, cada vez que los hombres y las mujeres miran a cámara, hay una dimensión antropológica que se despega del mito y la ficción.

El gran Jaques Rivette postulaba que, frente a ciertas cinematografías desconocidas y culturas lejanas, el único acceso universal al alcance del espectador es descifrar la puesta en escena. John Torres ha demostrado desde su fascinante ópera prima, Todo todo teros, una habilidad inmensa para sustraer del registro cotidiano una plusvalía narrativa, una reinvención singular para yuxtaponer los actos cotidianos en un contexto mayor en el que se entrecruzan elementos tanto míticos como políticos. La extensa dictadura de Ferdinand Marcos es un fantasma que siempre merodea en las películas de Torres. También el pasado colonial de la nación.

Como sucede con las películas de Lav Diaz, Gym Lumbera y Raya Martin, otros nombres clave del cine filipino contemporáneo, Lukas el extraño es la constatación de que existen otras poéticas cinematográficas. El arte de narrar no es prerrogativa de una nación y una tradición. Si a los filipinos siempre les preocupó revisar en su cine las invasiones colonialistas, no está mal pensar hasta que punto nuestros modos de codificar y apreciar todo relato cinematográfico dependen de una genuflexión excesiva y naturalizada en la que se equipara el cine estadounidense como el modelo, el cine a secas. La película de Torres es un brebaje mágico para espiar una vía cinematográfica en las antípodas.

Roger Koza / Copyleft 2014