EXPIACIÓN, DESEO Y PECADO

EXPIACIÓN, DESEO Y PECADO

por - Críticas
19 Mar, 2008 07:41 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

LA LITERATURA Y LA VIDA

Expiación, deseo y pecado, Reino Unido, Francia, 2007.

Dirigida por Joe Wright. Escrita por Christopher Hampton.

*** Hay que verla

 Excepcionales por momentos aunque no exento de concesiones innecesarias para ser también un producto, el film de Joe Wright puede ser un buen exponente de un nuevo clasicismo en el corazón de la industria.

 Hasta las nuevas generaciones ágrafas, esas que conciben a los libros como coetáneos de los dinosaurios, al descubrir la literatura con su venerado Harry Potter comparan sus versiones cinematográficas y decretan la deficiencia de la adaptación y la superioridad de la literatura.

Quienes tengan la oportunidad de ver Expiación, deseo y pecado,  y eventualmente hayan leído el libro de Ian McEwan en el que se basa la película, habrán de constatar que las diferencias entre el libro y su versión cinematográfica son menores. Pero el cine no es literatura, y toda transposición de una obra literaria al cine reinventa un material y goza, a pesar de los puristas, de una identidad autónoma.

La primera hora de Expiación… presenta a sus personajes y un evento traumático, derivado de un malentendido que habrá de afectar por siempre la vida de éstos. Es 1935. Europa está en peligro. El espectro bélico amenaza.  Los Tallis viven en una aristocrática mansión inglesa, divisada en el plano inicial a través de una maqueta. Una de las hijas, Briony, es una escritora precoz. Su hermana, Cecilia, no es una intelectual, pero sí parece ser la más liberal de la familia. Robbie vive con los Tallis, y es una especie de difuso hijo putativo de la familia, pues si bien fue abandonado por su padre, la madre es el ama de llaves. Una carta, una interpretación perversa, una acusación, una violación, y de fondo, un prejuicio de clase, habrán de violentar el amor recién develado entre Robbie y Cecilia.

Cinco años después Robbie combatirá en la Segunda Guerra Mundial. Y para evitar la condena se convertirá en un soldado. Tanto la vida de Briony como la de Cecilia cambiarán para siempre. Sin dudas, Briiony llegará a ser una gran escritora.

Los primeros pasajes del film son una advertencia: no todo lo que se ve es precisamente lo que ocurre. Hay dos perspectivas, y si bien el montaje establece las diferencias, este principio narrativo seguirá funcionando, pero pasará inadvertido hasta el impredecible desenlace. De ese procedimiento estilístico se predica una tesis: escribir puede ser una iniciativa de salud. Y aquí también de reparación.

El truismo dice: el libro es mejor que la película. Prejuicio que revela el bello y secreto orgullo del lector, que hace del libro su propia película (perfecta) y que el cineasta viene a rivalizar con su puesta en escena. Pero lo cierto es que Expiación… ofrece una escena que es una lección de cine, imposible de imaginar pero sí de filmar.

En cierto momento, Robbie y otros soldados están esperando su turno para regresar de la guerra. Es la famosa evacuación de Dunkirk, en 1940. En un plano secuencia de casi 5 minutos, Wright orquesta un caleidoscopio de cómo la guerra afecta a los hombres. Es un pasaje magistral, una conquista del espacio cinematográfico, inconmensurable para la palabra, porque allí se condensa en la duración de un plano sin cortes un universo múltiple en movimiento. Las palabras están quietas; los planos devienen, fluyen.

El vernáculo añadido cristiano al título original, Expiación, puede confundir. El film jamás postula que el deseo conlleva al pecado. Es una película sin religión. En todo caso, el único consuelo verosímil proviene de la literatura. Leer es medicina.

Copyleft 2000-2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada con algunas modificaciones durante el mes de marzo por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.