EDUCANDO A VICTOR VARGAS
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA EDAD DE LA INEXPERIENCIA
Educando a Victor Vargas / Raising Victor Vargas, EE.UU. 2002.
Escrita y dirigida por Peter Sollett.
** Válida de ver
La opera prima de Peter Sollett es una caso extraño en el género coming of age: su foco no es estrictamente el despertar sexual sino la constitución de la (auto)conciencia, elección heterodoxa para un tipo de cine que hace del intercambio de fluidos su proposición exclusiva
Hace mucho tiempo que la inocencia es incompatible con la adolescencia, incluso con la niñez. Si la inocencia es una virtud es materia de discusión, pero aun cuando todo el conocimiento esté disponible en el click de un mouse, hay ciertos tipos de saberes que se adquieren en la experiencia. Educando a Victor Vargas ilumina un estadio del crecimiento en donde la autoconciencia de la inexperiencia es evidente: la adolescencia.
Al este de Manhattan, una familia dominicana, compuesta por tres adolescentes y una abuela, pasa sus días de verano. Como todo adolescente, el calor para Victor es atmosférico y hormonal. La obsesión de la población juvenil de su barrio es monotemática: hay que acostarse a toda costa; el sexo es un imperativo generacional. Es así que la primera escena del filme es tan cómica como precisa: Victor y su vecina pasada en kilos duermen juntos. Y cuando su hermana y su mejor amigo lo descubren es material de divulgación, lo que implica para el damnificado una reconstrucción de su reputación erótica.
Victor conocerá a Judy, otra teen del mismo origen, que, como el resto de los adolescentes latinos, rara vez habla en español. La película simplemente se dedica a seguir la transformación de Victor en función de conquistar a Judy y cómo este romance afecta la dinámica familiar. De allí su título, pues se trata, efectivamente, de capturar el proceso de un aprendizaje sensible. Detrás del pavoneo y la seducción hay otra agenda, quizás inconsciente, que nada tiene que ver con el machismo recalcitrante de sus coetáneos, sino más bien con el trabajo silencioso que un joven realiza respecto de sí, su camino hacia la autonomía, como sugiere el último plano del filme.
A diferencia de muchas películas de adolescentes norteamericanos, la ópera prima de Peter Sollett, que tuvo su première en Cannes en el 2002, carece de drogas, armas, vampiros, Facebook y celulares, y sin embargo cada plano destila verosimilitud y honestidad. Sollett, amante del cine de Cassavetes y del filósofo danés Kierkegaard, adopta un ameno tono realista en su retrato, aunque el tono emocional no es la angustia como pathos sino la incertidumbre afectiva y el cuidado de la intimidad.
Formalmente sobria, Educando a Victor Vargas abandona su parsimonia narrativa tan sólo en un giro abrupto de cámara en una discusión y en dos elegantes planos con zoom al inicio del filme. La grandeza de Sollett es amar por igual a todos sus personajes. Ni siquiera el puritanismo anacrónico de la abuela es materia de condenación. Quien nunca juzga quizás intuye que la inexperiencia excede al acné y a la insurrección de las hormonas. Nadie sabe cómo se debe vivir, y de allí el respeto por cualquier intento de significar el paso de las horas.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de octubre de 2009
Sr Koza: ¿puede una película ser buena si su estética es mala? ¿No cree usted que Wills es un símbolo de lo peor de los yanquis?