CUARENTENA
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA DISCRETA CLARIVIDENCIA DE LA PARANOIA
Cuarentena, EE.UU., 2008.
Dirigida por John Erick Dowdle. Escrita por J.E. Dowdle y Drew Dowdle.
** Válida de ver
A pesar de sus defectos ostensibles, la película de Dowdle está por encima de los productos de un género, el terror, en el que se subestima, casi como regla, a sus espectadores.
El historiador de culturas William Irwin Thompson decía, a propósito de Videodrome de David Cronenberg: «Se trata de una forma artística de narración paranoica en la que un video literalmente puede cambiar el sistema nervioso, aunque las narraciones paranoicas ofrecen un modo de caricaturizar y hacer visible algo que está ocurriendo más allá de la normalidad y de la mentalidad histórica dominante». Soy leyenda, Cloverfield, El fin de los tiempos, Ceguera y ahora Cuarentena, cinco películas estrenadas este año, son síntomas en donde lo catastrófico expresa una grieta en un sistema de vida. Son fantasías colectivas que señalan un malestar.
Todo es felicidad en un inicio. Una reportera y un camarógrafo de un programa televisivo llamado Turno Nocturno están dispuestos a retratar la vida de los bomberos de un destacamento de Los Ángeles. Son héroes cívicos, más todavía después del 11/9. La periodista exhibe un plus de excitación, pues aduce haber soñado con ser bombero. Indiscreta y entusiasta, juega al básquet con la brigada, se ríe, los seduce e inspecciona todo, hasta los filma bañándose. Son buenos muchachos, incluso entrenan dálmatas, pues poseen un «sentido de la tradición».
Hasta que llega un llamado de auxilio. Algo pasa en un edificio pequeño: una mujer grita desesperadamente y sus vecinos se preocupan. Parece un procedimiento de rutina, pero los bomberos y algunos policías comprobarán que no. Toparse con una señora que gruñe como un perro y escupe espuma blanca por la boca no es un suceso cualquiera. Lo que sigue es puro terror. Gente infectada e inesperadamente encerrada, un área epidémica, militares (casi no se ven, pero se escuchan) y otros animalitos y mascotas sin sentido de la tradición…
El joven realizador Dowdle elige el mismo procedimiento que su colega Reeves en Cloverfield: todo lo que vemos es lo que registra el protagonista con su cámara. La diferencia con aquella película es que aquí el territorio del horror está miniaturizado. No se trata de un ataque exterior, un monstruo, sino de una alteración orgánica (y voluntaria) de un virus conocido. Es un monstruo interior.
En efecto, Cuarentena y Cloverfield desnaturalizan nuestra experiencia mecánica de filmarlo todo sin ver lo que miramos. Que los planos sean subjetivos involucra a quien mira, además de cuestionar la lógica del informativo televisivo que distancia al receptor de la noticia del contenido de ésta. Así, los tiempos de los planos simulan un tiempo real; el desenfoque, el zoom, el registro de cámara en mano, la loable decisión de no utilizar música transmiten urgencia e inmediatez. Ambas películas se apropian de un género cinematográfico costoso e indican un camino estético y económico en donde el ingenio define la propuesta y no un presupuesto.
Esta remake del filme español REC, también estrenado este año, apuesta a un terror materialista. No hay fantasmas, ni alienígenas malignos. Es la naturaleza misma la que deja de responder naturalmente. El terror consiste en una experiencia que no se puede nombrar. Más traumático aun si lo que se resiste a ser simbolizado es la conducta de un sabueso, un niño, un vecino cualquiera, incluso una rata.
Copyleft 2008 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de diciembre
Me parece que en todas estas películas que mezclan falso documental con cámara subjetiva hay una tensión mal resuelta entre qué se quiere contar y cómo se lo quiere contar. Por eso Cloverfield, por ejemplo, pierde veinte minutos en presentarnos a los personajes en una secuencia aburrida e inverosímil. O en ésta y en [REC] sobre el final, cuando los tipos están en una situación límite, se ponen a escuchar grabaciones y filmar las paredes. Porque nos quieren hacer creer que lo que se ve es la realidad, pero siempre se nota el guión, la necesidad de contar una historia.
En cuanto a la música, o la ausencia de ella, mientras la veía en el cine me pareció advertir una disimulada musicalización (o sonorización) en búsqueda de resaltar los climas y las sensaciones. Yo la hubiese calificado con un solo asterisco.
Saludos
Andrés: gracias por pasar y dejar aquí un comentario. Comparto enteramente tu apreciación sobre el inicio de Cloverfield y sobre los desenlaces de REC y Cuarentena. No se trata, honestamente, de un cine que me interese, pero no deja de interesarme pensarlo. Cuando comparo Cloverfield y ésta con la serie de El juego del miedo, en fin, éstas son un alivio. Efectivamente, hay un sonido de fondo, un trabajo sonoro sucio sobre el ambiente. No hay música, sí sonidos. Los dos asteriscos, por momentos, son excesivos. Pero, al compararlas con otras del género, me resultan un poco más presentables. Saludos cordiales. RK
la palicula sera genial los felicito a todos siempre hacen un buen trabajo saben me encantan las peliculas de terror singan haciendo mas jeje bueno besos y brazos a ustedes y gracias por estas peliculas tan finas jeje bueno chaito, suerte y q sigan los exitoss!! jeje
hola…yo vi la pelicula pero no me parecio de terror…lo qe si me asusto fue la mujer grandota [con las tetas al piso]qe me cage de la risa en esa parte…