3 CORAZONES / 3 COEURS

3 CORAZONES / 3 COEURS

por - Críticas
02 May, 2015 08:11 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

VÍCTIMAS DEL AZAR

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3 Corazones / 3 Cœurs, Francia/2014

Dirigida por Benoît Jacquot. Escrita por Julien Boivent y Benoît Jacquot

* Tiene un rasgo redimible

Tres actrices geniales, un director a veces interesante y una película fallida.

Cumplamos con el trámite de presentar la trama: en un viaje de negocios, un hombre que trabaja como inspector fiscal pierde el último tren de la noche, va a un bar a tomar algo, ve a una mujer hermosa, sale tras ella, le pregunta algo, consigue su atención, caminan durante toda la noche y se enamoran. En la mañana, él volverá a París y quedarán en encontrarse el próximo viernes. Sylvie (Charlotte Gainsbourg) está en pareja pero no lo explicita; Marc (Benoît Poelvoorde) se define como un amante de todas las mujeres y se piensa, además, como un verdadero huérfano, pues sus padres han muerto, una forma de decir que es enteramente maduro. ¿Se encontrarán?

A sus 47 años, Marc sufre del corazón. Una hora antes del esperado encuentro tiene una reunión de trabajo con dos chinos. Presunto momento cómico del filme. El tiempo se extiende de más porque la incomunicación con los clientes determina el momento. Así, sale a las apuradas y manejando tiene un desmayo. Llegará tarde. Ella volverá a su ciudad y con su marido. No mucho después, en una reunión familiar, se observa a su hermana Sophie (Chiara Mastroianni), quien está muy triste, porque Sylvie partirá con su marido a los Estados Unidos. Pasado un tiempo, Marc conocerá a Sophie y se terminará casando y teniendo hijos con ella. Lógicamente, todo pasará por saber cómo y cuándo se darán cuenta todos de todo. Síntesis: tres corazones víctimas del azar, o quizás, para ser más precisos, tres vidas aprisionadas por un guión caprichoso que intenta ilustrar la tragedia moderna de sus personajes.

3 Corazones es una película extraña. En su conjunto es fallida, incluso trivial, como si se tratara de un culebrón afrancesado destinado a la población culta. Catherine Deneuve parece más la anfitriona de un té de las cinco que otra cosa. Es la madre de las dos hermanas (y en la vida real, de Mastroianni). La mansión en la que vive, el negocio de anticuario de una de sus hijas, o una escena que tiene lugar en un remate en el que se compra un espejo por más de 1000 euros, son signos y planos literalmente decorativos, una marca de clase que desvía la atención del esquema típico de una televisiva novela ordinaria. Otra revelación de la impericia pasaría por la música. Al inicio nomás suenan unos acordes graves que se repiten cada tanto. En ocasiones, una melodía cándida intercede y se impone a esa pesadez sonora. Con esa tensión musical se pretende sonorizar el sustrato trágico de la dicha, un código bastante pobre con el que se suma una capa más de sentido. La tragedia se escribe con mayúsculas.

Pero hay pequeños momentos hermosos en Tres corazones, unidades aisladas en las que un instante vence su función narrativa e incluso redime a la película. Toda la caminata inicial de los amantes es tan inverosímil como amable, y no se puede evitar reconocer la elegancia de Benoît Jacquot para concebir ese primer encuentro. La mejor escena del filme es otra. Debe durar menos de un minuto y puede pasar enteramente desapercibida. Gainsbourg viaja en tren para encontrarse con el posible amor de su vida. Jacquot registra su rostro impasible por unos segundos y casi imperceptiblemente hay una leve transformación en su expresión. De la incertidumbre se pasa al convencimiento por una mueca y un cambio de posición. Es un momento de verdad en la ficción. No siempre se ven pasajes de esa naturaleza en las películas. Hay que decir también que Jacquot es bastante habilidoso en cuanto a la elección de los movimientos de cámara. Es capaz incluso de introducir la aflicción de un personaje durante una despedida a partir de un contraplano veloz de un abrazo que se refleja en un automóvil para concatenarlo al instante con la persona que sufre una partida. Precisión caligráfica, tal vez demasiado para la película.

Tres corazones se sostiene gracias a esos pocos momentos en los que sus partes se independizan del todo, algo que también sucede con la hermosura de Gainsbourg y Mastroianni. La fotogenia es un plus que está más allá del pragmatismo narrativo por el cual la cara de una actriz representa obligadamente el semblante de un personaje. En el cine no todo se dirime en la fuerza de un argumento.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el mes de mayo de 2015

Roger Koza / Copyleft 2015