SIETE ORACIONES SOBRE UNA MUESTRA DE CINE

SIETE ORACIONES SOBRE UNA MUESTRA DE CINE

por - Muestra, MUESTRA 2009
26 Ene, 2009 04:17 | comentarios

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Por Roger Alan Koza

Centro y periferia: el inicio de esta edición de la muestra fue simbólicamente perfecto: no solamente estuvo la sala casi completa, lo que una reconocida artista de la zona denominó misteriosamente como bautismo, sino que la composición del público de esa función fue utópicamente heterogénea. El film inaugural fue Süden, película que se estrenó tres días después en Buenos Aires en el cine del MALBA. Una de las virtudes de la película de Solnicki es precisamente democratizar el acceso de un género musical a diversos públicos. Es ostensible que Süden excede el retrato del músico y se constituye como un discurso sólido sobre el espacio del arte en la vida de una sociedad. En ese sentido, es probable que la función del martes 6 de enero haya sido la mejor que ésa película jamás habrá de tener. ¿Por qué? En la sala Berti, había un grupo de 23 personas provenientes de San Carlos Minas y Serrezuela, dos localidades del norte de Córdoba golpeadas sistemáticamente por la pobreza estructural, material y simbólica, de nuestro país. Como sucede con muchas economías regionales del siglo pasado, el principal recurso de Serrezuela consistía en la explotación maderera, por lo cual esas tierras, tras año de explotación, han sido devastadas. Allí también pasaba el ferrocarril, y las vías funcionaban como una conexión vital con las ciudades más importantes del país. Eran otros tiempos. En el siglo XXI, este tipo de pueblo parece una zona habitada por fantasmas. En Serrezuela, las bolsitas de plástico atraviesan el paisaje, los chanchos conviven al aire libre con los pobladores, la tierra es yerma y nada hace pensar que allí se ha desarrollado una pasión cinéfila. Es así que un grupo intergeneracionaL, quienes empezaron a trabajar en una radio comunitaria, fundaron un cineclub. Desde hace más de 2 años, proyectan en la calle. Entusiastas y curiosos, casi siempre vienen a la muestra. Y así lo hicieron este año. Y vieron Süden, y les gustó muchísimo. Es decir que Kagel, de pronto, devenía popular, y llegaba a un público insólito que probablemente nunca habrían de pisar el MALBA.

El silencio del cine y en el cine: el diseño de sonido de las películas mainstream es ruidoso. Todo debe sonar fuerte y pocas secuencias carecen de música. De allí que el pochoclo y sus masticadores compulsivos no molesten en demasía, al menos si uno está viendo películas como Crepúsculo y Australia. Pero si uno se enfrenta a películas como Pan de azúcar, Día noche, día noche, Un condenado a muerte se ha escapado, todas exhibidas en la muestra, el juego entre silencio y sonido adquiere dimensiones sensoriales incompatibles con ciertas conductas naturalizadas del espectador contemporáneo. El silencio campea y el soliloquio del espectador se pone a prueba. Hay aquí un desafío sensorial y una discreta pedagogía sobre el aparato perceptivo de quien mira.

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Irse del cine: la gran sorpresa de esta edición de la muestra fue que pocas veces el público presente se retiró antes de que finalizara una película, algo que ocurre en todos los festivales y que durante el 2008 había sido una dolorosa constante en las funciones del cineclub. ¿Cuáles son las condiciones de escape? ¿Cómo se llega a la determinación de querer levantarse e irse? Todo sujeto es libre de hacerlo, pero de ello también se puede aprender. La impaciencia y el aburrimiento, categorías propias del orden de lo psicológico, suelen ser los móviles de esa decisión de fuga. En efecto, un cineclub y una muestra (o festival) deben ir a contramarcha de una lógica narrativa y audiovisual propia del cine de Hollywood. No se trata de una mera cuestión de colonización cultural sino más bien de una sigilosa modulación integral sobre todos los órdenes de recepción del espectador frente a una imagen. Un plano fijo de Costa, cualquier secuencia extensa de Béla Tarr, la «lentitud» de Tian Zhuangzhuang, las coreografías de Hou sin un telos narrativo, problematizan el orden del discurso cinematográfico y su lectura concomitante. Quien mira, de ese modo, no puede evitar ser interpelado. Si así llegara a acontecer, si el espectador se permite sostener su mirada, un cierto placer desconocido le espera al paciente y al curioso. De lo contrario, habrá de creer que una película distinta es Vicky Cristina Barcelona, o mediocridades más edulcoradas como Los falsificadores y tantos otros títulos que pasan por alternativa del cine hollywoodense. Lo cierto es que no hubo éxodos masivos; me animo a decir que muy pocas veces alguien se fue antes de que terminara. Es más: el film de Costa sobre los Straub, ¿Dónde yace tu sonrisa?, fue calurosamente aplaudido. Había unas 40 personas, afuera hacía 34 grados y empezó a las 6 de la tarde, siendo éste un lugar de vacaciones.

La palabra del público: «No sabía que era así», me dice el productor de un canal de televisión de la zona, quien siempre apoyó el cineclub (y las cinco muestras), pero que jamás llegó a venir a una función. Pero esta vez sí lo hizo, y tras ver la nueva de Herzog, Encuentro en el fin del mundo, insólitamente candidata a los Oscars 2008, quedó fascinado. Tuve la impresión de que su caso, el tipo que nunca viene (quizás por prejuicios, quizás por falta de tiempo) era emblemático: en su sorpresa se descubría otra experiencia posible con el cine. En la misma línea, un espectador desconocido me envió un mail diciéndome que había visto con su hijo de 10 años El viaje del globo rojo, y que a éste le había encantado. Decía el padre: «no tiene entrenamiento para ver otro cine, pero igual le gustó». En otras palabras: una muestra de cine, un festival, tienen la obligación de deconstruir el discreto poder de la autocracia del gusto.

Las películas de las seis de la tarde: en un primer momento había pensado inventar una sección llamada Cinefilía extrema, incorregible e incurable. Se trataba de un espacio en el que quería programar películas como Juventud en marcha y películas afines. Lo había pensado para las 15 horas de los tres miércoles correspondientes a la muestra; es decir, un horario totalmente divorciado de la premisa veraniega. Finalmente, no lo hice, pero sí intenté que todas las películas de la primera función fueran radicales, películas sin concesiones, títulos que no despertaran expectativas equívocas: «A esta hora, lo que se da es muy exigente». Confieso que esta premisa se aplicó también a otros horarios, aunque en éstos sí había películas más afables y accesibles. Y fue ése horario la sorpresa de la muestra. Siempre hubo mucha gente. Allí, más de 40 personas, descubrían el L’ Atalante, de Vigo, El viajero, de Kiarostami, o Ladrón de caballos, de Tian.

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¿Qué es el cine?: una programación debe sugerir una respuesta a la pregunta de Bazin. Todas las películas de la muestra, sin excepción, constituían respuestas abiertas pero precisas al respecto. Un solo plano de Vigo, incluso todo su cortometraje A propósito de Niza, era suficiente para que cualquier espectador expandiera su concepción de cine.

Los números y los datos: pasaron más de 1.200 personas por la muestra. 100 personas fueron becadas y hubo unos 40 invitados. Se vendieron más de 40 abonos. Se proyectaron películas de Francia, Rusia, Dinamarca, Israel, Argentina, Bélgica, Brasil, Austria, Polonia, China, Senegal, Egipto, República del Chad, Yugoslavia, Reino Unido, Hungría, Portugal, Irlanda, Italia. Excepto Süden, el resto de las películas jamás han sido estrenadas comercialmente en Argentina. Algunas sí se exhibieron en cinematecas o festivales, otras ni siquiera en esos espacios valiosos y alternativos. Ninguna de las 32 películas programadas fue bajada de Internet. Para 10 películas hicimos, especialmente para la muestra, las traducciones y los subtítulos. Se distribuyó 4.000 folletos por los puntos centrales de La Cumbre. Se hicieron 500 programas, de los que se vendieron un 65%. 4 personas trabajaron exclusivamente en los 9 días de trabajo. Todas las funciones empezaron en horario, excepto las de apertura y clausura, y hubo un solo corte de luz en todas las funciones. La lluvia, en esta ocasión, no molestó.

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El martes 5 de enero de 2010, a las 21.30 horas, largaremos la Sexta Muestra de Cine Independiente de La Cumbre. Aunque falte una eternidad, ya están elegidos los directores en foco, una nueva sección y algunas películas de la sección Clásicos para un canon. El resto de la programación se completará durante el año en curso. Nosotros ya estamos trabajando.

Fotos: Luciana Borrini

COPYLEFT 2009 / ROGER ALAN KOZA