RELATOS SALVAJES: CON BROCHA GORDA

RELATOS SALVAJES: CON BROCHA GORDA

por - Críticas
19 Ago, 2014 11:50 | comentarios

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Por Jorge García

No he visto los trabajos anteriores de Damián Szifron, algo que –a la luz de lo expuesto en esta película- no lamento demasiado. Sí había leído algunas controversias que había provocado esta película entre los críticos argentinos con motivo de la exhibición del film en Cannes que oscilaban desde el tono celebratorio de algunos (los mismos que si el film fuera de otra nacionalidad, lo denostarían) hasta el lúcido cuestionamiento de otros; me apresuro a decir que me coloco del lado de estos últimos.

Uno de las temas que se discuten cuando se habla de las diferentes variables del cine nacional es la de cómo amalgamar un tratamiento estético riguroso con una respuesta masiva del público. En los últimos tiempos se encuadró dentro de esta tendencia, sin demasiadas justificaciones, a films de Campanella y Trapero: por mi parte sigo creyendo que el único realizador que en las últimas décadas en algunas ocasiones logró fusionar ambos elementos fue el largamente ausente de nuestras pantallas Adolfo Aristarain. Szifron parecería ser (repito que no he visto sus obras anteriores, ya sean fílmicas o televisivas) el nuevo representante de esta vertiente, a partir de su innegable dominio de los recursos técnicos y, al menos en esta ocasión, contar con un elevado presupuesto y un elenco de estrellas de la pantalla nacional. Y de acuerdo a la recepción del film en Cannes por parte de los medios que mejor representan la crítica “festivalera” y buena parte del público y la inmediata compra del film para varios países parecería estar en vías de lograrlo.

Pero pasemos a Relatos salvajes. Estructurado con un prólogo (antes de los títulos) que ya muestra el tono general del film y cinco episodios, la película recorre diferentes historias a las que las une un hilo temático conductor, que no es la venganza como se ha dicho en varias críticas, sino la justificación de la justicia por mano propia. Apropiándose de diversos elementos genéricos (comedia negra, thriller, melodrama), Szifron ofrece un abundante muestrario de los peores rasgos de una sociedad y los individuos que la componen (no hay un solo personaje en el que se pueda atisbar un atisbo de nobleza), eso sí con un trazado que, siendo benévolos se puede caracterizar como grosero. Por cierto que una mirada misántropa sobre el mundo no es una novedad (vg, Robert Altman la utiliza en sus peores momentos) y el film también muestra diversas influencias -de Spielberg en el episodio protagonizado por Sbaraglia, de Un día de furia en el que trabaja Darin, entre otras, pero lo que llama la atención es la permanente búsqueda de empatía con personajes que, como se dijo, como reacción ante diversas situaciones, buscan ejercer la justicia por propia mano. Estableciendo un paralelo con el trazo grueso propuesto, es como si estuviéramos frente a una suerte de personajes “discepolianos” con sus rasgos más facilistas (sí, los de Cambalache) exacerbados hasta el paroxismo, sean estos la cocinera de una fonda, un ingeniero experto en explosivos irritado por el doble secuestro de su auto por la grúa o la rica heredera de una familia judía que descubre una inesperada infidelidad la noche de su boda. Por cierto que los rasgos señalados pueden aparecer, como para que no se acuse al director de parcialidad, tanto en una atildado burgués como en un muchachón con look de lumpen y hay momento tan sutiles como el plano de un culo cagando sobre un parabrisas (escena ruidosamente festejada por gran parte de los críticos presentes en la protección privada del film). Hay por cierto algunos aciertos en la película, vg, el fuera de campo del piloto del avión en el prólogo, alguna vuelta de tuerca ingeniosa en el guion del episodio protagonizado por Oscar Martínez, un buen trabajo de puesta en escena en el último tramo y varias ajustadas interpretaciones (Martínez, César Bordón, María Onetto). El film será seguramente un gran éxito de taquilla pero esos méritos no logran disimular su facilismo conceptual y su ideología reaccionaria y fascistoide.

Jorge García / Copyleft 2014

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