LOS OLVIDADOS: MARK ROBSON

LOS OLVIDADOS: MARK ROBSON

por - Columnas
14 Abr, 2021 10:52 | comentarios
Pocos recuerdan a Mark Robson, una cineasta con un puñado de películas valiosas y merecedor de este espacio destinado a conjurar el olvido.

De los –más o menos despectivamente- llamados artesanos de Hollywood, Mark Robson es posiblemente el más menospreciado entre la crítica y la cinefilia. Puede influir en ello la escasa calidad de los títulos de los últimos quince años de su filmografía. Es notable como en muchos directores americanos  (pienso en Wise, Dmytryk y, desde luego, Robson)  el trabajar con grandes presupuestos es inversamente proporcional a la calidad de sus films. De todos modos, en sus primeros veinte años de carrera (entre 1943 y 1963), Robson dirigió un puñado de films atractivos, alternados con otros rutinarios y mediocres, que le aseguran un lugar, aun modesto, en el panteón cinéfilo. 

Nacido en Montreal en 1913, muy joven se dirigió a Los Ángeles, estudiando ciencias políticas y económicas en la UCLA. Interesado en el cine, en 1932 entró en la Fox como cadete. En 1935 llegó a la RKO trabajando en varios rubros hasta que se convirtió en editor. Así fue que trabajó con Robert Wise en El ciudadano Soberbia y ya solo en Jornada de terrorSu labor como montajista de Jacques Tourneur llamó la atención del productor Val Lewton que lo convocó para realizar varias películas. Separado de Lewton realizará un par de films producidas por Stanley Kramer que tienen la impronta liberal de este. De allí en más trabajará en diversos géneros, alternando títulos valiosos con otros irrelevantes, siendo el período más interesante de su carrera hasta 1963, ya que, como se dijo, las producciones de los últimos quince años de su filmografía son de muy escaso valor.  Durante la filmación de Avalancha, su último trabajo, sufrió una crisis cardíaca que lo llevó a la muerte en 1978 en Los Ángeles.

El problema mayor de Robson es que aun sus títulos más valiosos pierden en la comparación con algunos similares de otros realizadores. Es así que los films que realizó para Lewton, siendo mayormente interesantes, carecen del vuelo poético y los climas elusivos y ambiguos de los de Tourneur, sus dos películas sobre el boxeo, a pesar de sus valores, sufren en las comparaciones con El luchador, de Robert Wise y Cuerpo y alma, de Rober Rossen, sus melodramas, aun siendo potentes, no resisten el paralelo con los de Douglas Sirk y su último film de interés, El premio, siendo de lo mejor de su carrera, no está a la altura de Hitchcock. 

De acuerdo a estas apreciaciones sería lícito preguntarse por qué prestarle atención a Robson. Las razones son que, en mi opinión, el desprecio que ha suscitado su obra parece bastante exagerado. Sería injusto no reconocer el logrado clima de varios pasajes de sus películas para Val Lewton, el ajustado uso del montaje en sus películas, seguramente producto de su pasado en ese rubro, el tono desaforado de sus mejores melodramas y su mirada crítica sobre aspectos de la vida de su país, vg, la corrupción en el mundo del boxeo, el racismo en un film teatral y fallido como Clamor humano o el ajustado uso del suspenso en El premio y, en general su buena dirección de actores. Y habría que agregar su predisposición para ambientar algunos de sus films en zonas exóticas de China y la India. Pasemos entonces a recomendar como siempre algunos films de Mark Robson como para rescatarlo del olvido.

LA SÉPTIMA VÍCTIMA (The Seventh Victim, 1943) es la primera película de Robson, una ajustada fusión de film noir y terror gótico narrando una historia de satanismo ambientada en Greenwich Village. La audacia der algunas escenas de lesbianismo, más sugeridas que mostradas, provocó que el film sufriera cortes y la notable iluminación de Nick Musuraca ayuda a la creación del clima ominoso del relato.

EL BARCO FANTASMA (The Ghost Ship, 1943), es un bizarro relato ambientado en un buque con un excelente uso del espacio, centrado en un capitán perverso, torturado y de ambiguas aristas (un gran trabajo de Richard Dix). Una sucesión de muertes misteriosas, la notable utilización de elementos de la escenografía y el sorprendente relato en off de un personaje mudo son otros atractivos del film.

LA ISLA DE LOS MUERTOS (Isle of the Dead1945) es otro curioso film ambientado en una isla griega en tiempos de guerra y basado en una leyenda del lugar. Boris Karloff interpreta a un militar monolítico y obcecado que se ve enfrentado a las consecuencias de un entierro prematuro (notables las escenas de la muerta-viva persiguiendo con un tridente a otros personajes) y a la lucha entre la superstición y la razón.

MANICOMIO (Bedlam, 1946) es la última película de Robson para Lewton y está ambientada en un manicomio en el siglo XVII e inspirada en una pintura de la época, lugar en el que Boris Karloff ejerce una tiránica dirección y hay personajes de gran interés, como el que interpreta Anna Lee. Tal vez el film no tenga el vuelo requerido pero no deja de tener momentos interesantes como la condena final de BK.

 EL TRIUNFADOR (Champion, 1947) es el primer gran protagónico de Kirk Douglas como un muchacho que tras una infancia y juventud sórdida y pobre entra en el mundo del boxeo. El film describe como su ascenso a la fama se contrapone a su progresiva degradación personal abandonando amantes, amigos y hasta a su hermano en un relato que tiene al dinero como motor de todas las situaciones. (Fotograma de

SENDERO DE MUERTE (Roughshod, 1949) es una atípica incursión del director en el terreno del western con toques de film noir. Un muchacho y su hermano adolescente deben trasladar una manada de caballos pero inesperadamente se incorporan a la caravana cuatro mujeres expulsadas de un pueblo y son perseguidos por un trio de convictos que quiere ajustar cuentas con el muchacho. Buena definición de caracteres y un despiadado asesino interpretado por John Ireland.

LA CAÍDA DE UN ÍDOLO (Harder They Fall, 1956) es la última película de Humphrey Bogart, aquí como un periodista cínico y desencantado que quiere sacar tajada de la creación de un falso ídolo del boxeo a través de peleas amañadas,. El box presentado como un antro de corrupción, con Rod Steiger como un villano recordable y Bogart despidiéndose con un gesto que le hace recuperar la dignidad perdida.

LA CALDERA DEL DIABLO (Peyton Place, 1957). Adaptación de un best seller de Grace Metalious, el film ofrece todos los ingredientes del soaper en este relato ambientado en un pequeño poblado americano: sexo, violencia, represión sexual, hipocresías varias, comportamientos conspirativos, pero la película fluye sin problemas, mostrando el buen pulso narrativo del director- El film dio origen a una popularísima serie televisiva.

DESDE LA TERRAZA. (From the Terrace, 1960) es la traslación cinematográfica de otro best seller, en este caso de John O´Hara, centrado en un joven que a su regreso de la guerra quiere convertirse en un self made man y se casa con la hija de un rico matrimonio. El típico conflicto entre ambiciones personales y relaciones afectivas se potencia ante la aparición de otra mujer. Como se dijo, no será Douglas Sirk, pero estamos ante un melodrama que es un bastante logrado exponente del género.

EL PREMIO (The Prize, 1963). Notoriamente influenciado por el cine de Alfred Hitchcock esta nueva adaptación (una más) de un best seller de Irving Wallace está ambientada durante la entrega de los Premios Nobel en Estocolmo, donde un científico es secuestrado para que renuncie al premio y regrese a su país. Sin las complejidades del maestro inglés pero con un ajustado manejo del suspenso y buenas dosis de humor, el film es otro de los puntos altos de la carrera del director.

Jorge García / Copyleft 2021