LOS LÍMITES DEL CONTROL

LOS LÍMITES DEL CONTROL

por - Críticas, Estrenos en DVD
25 Nov, 2010 03:29 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

POR UN MATERIALISMO POÉTICO

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Los límites del control, EE.UU., 2009.

Escrita y dirigida por Jim Jarmusch.

*** Hay que verla

Después de su obra maestra Dead Man, la última película de Jarmusch, junto con Ghost Dog, constituyen una triada magnífica de un cine poético de combate .

El undécimo filme de Jim Jarmusch es una meditación filosófica, un thriller abstracto, un ensayo sobre los paisajes urbanos y naturales, una declaración política (y poética) y una toma de posición sobre el cine. Los límites del control, sin duda, es un filme estética y conceptualmente incontrolable para el estándar de Hollywood.

Un supuesto asesino (Isaach De Bankolé) tiene una misión imprecisa en España. De Madrid a Sevilla se encuentra periódicamente con varios personajes: un español asustado, un mexicano maníaco, un inglés que discurre sobre el sentido de lo bohemio, una mujer vestida de blanco que sostiene que lo mejor del cine son los momentos “muertos” y una suerte de Donald Rumsfeld, interpretado por Bill Murray, que tipifica al enemigo ideológico de Jarmusch, blanco final del “hombre solitario”, como se identifica en los créditos al supuesto samurái secular y occidental interpretado por el enigmático y silencioso Bankolé, quien habrá de revelar ante el burócrata abyecto su código de ética (y el de Jarmusch contra toda una cultura dominante de su país): “La venganza es inútil”. Las pocas palabras en boca de Murray constituyen una diatriba contra la contracultura a la que Jarmusch representa y honra. La insinuación política de su título devela todo su potencial semántico en este pasaje final.

La fascinación por los paisajes remite al cine de Antonioni, y la retórica y el minimalismo del filme parecen una relectura general y personal de toda su carrera. Sin duda, la belleza geométrica de los planos encuentra en la lente de Chris Doyle, a cargo de la fotografía, un aliado perfecto para los propósitos formales de Jarmusch. En efecto, el perspectivismo relativista (explicitado en una extraña escena que transcurre en un aeropuerto) que ordena el discurso de este filme filosóficamente nietzscheano es menos radical que la belleza formal que detenta cada uno de los fotogramas.

En una entrevista de la revista Film Comment, Jarmusch decía: “Realmente quería hacer una película que fuera como un alucinógeno. Cuando se marche al final de la proyección, espero que la audiencia se fije en los detalles mundanos de un modo ligeramente distinto”. Es por eso que el contrapeso de la historia mínima es un maximalismo observacional. Un hombre fumando, unos obreros llevando sus herramientas, una mujer desnuda, una pintura, los movimientos de una bailarina de flamenco son revelaciones poéticas de un mundo material que están más allá de cualquier relato. El cine no es argumento.

Esta crítica fue publicada durante el mes de noviembre en La voz del interior en otra versión.

Roger Alan Koza / Copyleft 2010