EL LIMONERO REAL (04)

EL LIMONERO REAL (04)

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24 Ene, 2017 12:35 | comentarios

LA SONRISA DE WENCESLAO

Por Roger Koza

La muerte de un hijo desafía la voluntad de vivir; no hay fe alguna que conjure la tristeza que sobreviene a una tragedia de esa naturaleza, pero la mayoría de los hombres que han pasado por esa desgracia elige seguir viviendo. ¿Cuánto tiempo lleva el duelo de un hijo? ¿Qué fuerzas del espíritu deben invocarse para seguir entre los vivos? Tanto el libro de Juan José Saer, publicado bajo el nombre de El limonero real, como el filme de Gustavo Fontán, de título homónimo, transitan ese estado de ánimo sin exponer en el centro del relato la infelicidad de esa pérdida. El tono de lo que se cuenta es el duelo de sus protagonistas o, más bien, el protagonista es el duelo a secas.

El calendario delimita la dicha y la desdicha. La celebración del año nuevo es el tiempo elegido por Fontán (y Saer) para situar a Wenceslao y a su mujer; ambos han sido afectados por la muerte de su hijo, desgracia que tuvo lugar hace ya seis años. El limonero real empieza en la mañana y termina en la noche, después de la fiesta familiar; las acciones dramáticas son las cotidianas: desayunar, caminar, dormir una siesta, almorzar, cenar, jugar, bailar. ¿Qué sucede entonces en el filme?

La dramaturgia se desplaza aquí a la percepción, al impacto de la forma cinematográfica sobre la sensibilidad. El duelo, o la confrontación entre el dolor de una ausencia irreparable y la elección de seguir entre los vivos, se siente, no se dice. ¿De qué modo? Al ecosistema en el que habitan los personajes se le adjudica una sonoridad misteriosa; el concepto sonoro impone amablemente una desnaturalización de la cotidianidad; la estabilidad del registro visual a veces también acompaña ese extrañamiento sonoro. El baño que toma Wenceslao en el río transmite la intensificación de su sentimiento de pena; su desconsuelo se ve y se oye.

Sin embargo, El limonero real no es una película sombría; su poética es demasiado luminosa para acabarse en el dolor; en verdad, hay algún indicio de que el propio Wenceslao podrá seguir adelante. La fugaz sonrisa que se descubre en su cara en la celebración de medianoche tal vez dé el tono espiritual del nuevo año que se aproxima.

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de octubre 2016

* Aquí se puede leer una crítica más extensa y una entrevista con Fontán

Roger Koza / Copyleft 2017