LAS PELÍCULAS SECRETAS (50)

LAS PELÍCULAS SECRETAS (50)

por - Críticas, Las películas secretas
26 Ene, 2016 11:37 | Sin comentarios

Passione-damore1Por Jorge García

Pasión de amor/ Passione d´amore, Ettore Scola, Italia-Francia, 1981.

El reciente fallecimiento del realizador italiano Ettore Scola ha dado lugar en algunos obituarios a una suerte de valoración desmedida de una filmografía atractiva y despareja, con picos notorios y fosos indiscutibles, pero que lejos está de la maestría permanente que se le ha pretendido atribuir.

Nacido en 1931 en Trevico, Scola en su juventud alternó estudios de derecho con colaboraciones en revistas humorísticas, ingresando en la industria cinematográfica como guionista en 1953. Con su colaborador permanente Ruggiero Maccari escribió varios celebrados títulos de, entre otros, Dino Risi y Antonio Pietrángeli, debutando en la dirección en 1964 y en la treintena de películas que dirigió hay varios títulos relevantes (Celos estilo italiano, Nos habíamos amdo tanto, Feos sucios y malos, Un día muy particular), unos cuantos intrascendentes, otros muy apreciados por cierta crítica, aunque no escapaban a los límites de un cine pretencioso y de qualité (La noche de Varennes, El baile, La familia, La cena) y alguna obra subvalorada (la tardía Crónica de un joven pobre, con un recordable Alberto Sordi en uno de sus últimos papeles).

Pero hay en su filmografía un título generalmente obviado (en los obituarios ni siquiera se lo mencionó) que es, sin embargo uno de sus films más logrados: Pasión de amor. El cine italiano ha producido varias obras memorables ambientadas en los años de las luchas por la unificación del país (período conocido como El Resurgimiento). Films notables como Livia y El Gatopardo, de Visconti o Vanina Vanini, de Rossellini transcurren en esos años y analizan con lucidez el contexto histórico y social en que transcurren. Mucho más asordinado en ese terreno es este poderoso melodrama, adaptación de una novela inconclusa de Iginio Ugo Tarchetti, un escritor prematuramente fallecido a los 30 años, en el que un joven oficial durante una tregua en los combates desarrolla un apasionado romance con una joven casada hasta que imprevistamente es desplazado a un lejano puesto de frontera.

Lo que en principio parece un típico relato romántico de una relación que se ve interrumpida momentáneamente, se transformará al poco tiempo de la llegada del joven capitán al mencionado puesto -en el que conviven un coronel hastiado de la vida militar, un médico escéptico y algo cínico y otros oficiales- en un melodrama oscuro y enfermizo, de ribetes góticos. Es que allí también vive Fosca, la prima del coronel (una interpretación memorable de Valeria D´Obici), una joven mujer histérica e hipocondríaca que durante un buen tramo de la película permanece fuera de campo. Enterado nuestro oficial de su afición por la lectura le hace llegar algunos libros y cuando una noche ella baja de su habitación para agradecérselo el film ofrece un inesperado quiebre en su relato. Fosca es muy poco agraciada (digamos fea) y esquelética y su presencia, contrapuesta a la imagen de la amante del oficial provoca en él un poderoso impacto. De allí en más se establecerá entre ellos una enfermiza relación donde la mujer se manifestará obsesivamente enamorada del protagonista en una relación, en apariencia masoquista, pero en la que Fosca irá progresivamente vampirizándolo y trasmitiéndole su necrofilia, haciendo tambalear, en una suerte de variación de La Bella y la Bestia, su relación anterior, culminando en la alucinante noche de amor que mantienen y conlleva la autodestrucción de ambos. Suerte de relectura del Nosferatu, de Murnau (el personaje de Fosca tiene claras semejanzas físicas con el que interpretara Max Schreck) es una de las más desoladas y trágicas historias de amor fou llevadas al cine. Las sonoras carcajadas del enano que no consigue creer la historia que el protagonista, borracho y andrajoso, le cuenta años después son un adecuado colofón para esta película, una de las mejores y menos vistas de Ettore Scola.

Jorge García / Copyleft 2016