LAS PELÍCULAS SECRETAS (46)

LAS PELÍCULAS SECRETAS (46)

por - Críticas
31 Ene, 2015 01:50 | Sin comentarios
Una de las mejores películas mexicanas de la última década apenas se vio afuera de su país.

Carmín tropical, Rigoberto Perezcano, México, 2014.
Después de un conjunto de fotos en orden cronológico sobre una misma persona, siendo la última una indicación funesta del destino de Daniela, una hermosa travesti, Perezcano introduce con una precisión admirable el contexto laboral de Mabel, su protagonista, otra travesti, que trabaja en una fábrica textil aunque su vocación es el canto y el baile. Los 6 planos iniciales de las máquinas que atestiguan la materialidad del mundo del personaje es una cifra de un estilo: la función del detalle no habla solamente de un director obsesivo de la puesta en escena, sino de una poética que organiza los mínimos elementos de lo visible. Un corredor, un ventilador de techo, los muebles de una habitación, un antifaz, una foto, cualquier espacio y objeto insinúan la propia necesidad de estar ahí.

Mabel volverá a su pueblo, al lugar que dejó para seguir a un amor y también para probar mejor suerte como artista. No es un regreso buscado sino más bien impuesto por las circunstancias: Daniela fue brutalmente apuñalada. En un primer momento, consolar a los familiares y reencontrarse con las viejas amigas del local bailable King Kong será el motivo principal de su visita, aunque la voluntad de verdad le impondrá otra agenda. En efecto, el deseo de saber la convertirá en una impensable investigadora privada, y su pesquisa no será en vano.

Este heterodoxo policial (rosa) sostiene el suspenso hasta el último segundo de su duración, momento en el que el espectador se ve inteligentemente interpelado a participar en la trama. Previo a ese sorprendente final, este film, que a pesar de su tema está desprovisto de toda sordidez y prodiga, sin excepción, una ecuanimidad afectiva por todos los personajes, mostrará todas sus cartas cuando Mabel empiece a interpretar “Un poco más” de Álvaro Carrillo. La elegancia ostensible de la escena y la lúcida y lucida resolución paulatina del relato testifican la potestad del director sobre el lenguaje del cine.

Roger Koza / Copyleft 2015