LAS ENTREVISTAS DEL BAFICI 2013 (06): DENIS CÔTÉ

LAS ENTREVISTAS DEL BAFICI 2013 (06): DENIS CÔTÉ

por - Críticas, Entrevistas, Festivales
19 Abr, 2013 09:49 | Sin comentarios

LOS SOBREVIVIENTES DE CÔTÉ

314158_280002912100931_908245144_n

Denis Côté y su equipo

Por Roger Koza

Unos meses atrás escribí sobre Vic+Flo Saw a Bear, el nuevo film de Denis Côté:

«Aunque el título mencione un animal, y el último film de Denis Côté, Bestiaire, sea un ensayo extraordinario sobre un zoológico, los únicos animales que llegan a verse en su nuevo film son un par de criaturas marinas en un acuario.

En realidad, Vic and Flo Saw a Beares un estudio seco sobre la naturaleza del hombre, un animal entre otros, capaz de estremecerse con un verso poético y también de satisfacerse con un acto de revancha. Côté, al que siempre le han interesado los personajes que no están del todo asimilados al orden social, elige aquí contar una historia de amor en clave policial pero en sus propios términos.

Vic tiene 61 años y acaba de salir de la cárcel. No es una mujer libre porque tiene una condena de por vida, pero puede cumplirla en su domicilio. Elige ir a una vieja propiedad familiar cerca de un bosque, un lugar demasiado tranquilo, al menos en apariencia. Ahí todavía vive su tío, un diabético que no puede moverse ni hablar. Su presencia en el film parece insignificante, pero resulta uno de los tantos elementos que Côté dispone para construir su relato y su retrato de la experiencia humana. Después de unos días, Flo llegará a visitarla y tal vez se quede con ella. Es más joven y no del todo lesbiana, pues cada tanto se acuesta con hombres. Vic teme que algún día Flo la deje para siempre. A esa prisión al aire libre no llegan visitantes, excepto el oficial que debe corroborar los “progresos” de Vic y una mujer de unos 50 años de semblante amable. Las cualidades humanas de estos personajes representan el espectro de nuestras conductas: amabilidad, comprensión, brutalidad, perversión.

La elegancia con la que filma Côté es ostensible: véanse el único flashback, que utiliza para denotar una sensación y una asociación de Vic ante una experiencia de sosiego, los magníficos travellings que abren varias escenas y el plano con el que se cierra el film. Un Côté más mainstream, pero fiel como siempre a sus convicciones y obsesiones».

De aquí en adelante, un diálogo con Denis Côté:

***

berlin-3-vic-flo

Vic+Flo Saw a Bear

Roger Koza: De Bestiaire a Vic+Flo Saw a Bear hay un cambio importante en la estética y en la puesta en escena, aunque tuve la sensación de que este film era una suerte de desprendimiento difuso de tu film anterior, en el sentido de que en Bestiarie se trataba de un film sobre animales sin lenguaje y Vic+Flo Saw a Bear se concentra en un animal capaz de hablar y definido por el lenguaje. ¿Cómo lo ves? ¿Cómo concebís tu nuevo film, tal vez más mainstream, pero completamente orgánico y coherente a tus intereses como cineasta y a los temas que te obsesionan?

Denis Côtè: Siempre tuve temor que el público dijera que mis películas son excesivamente distintas entre sí. Pero de algún modo se trata de una cualidad, una prueba de que me gusta probar cosas distintas y aproximarme al cine por caminos diversos. Es cierto: se puede observar un trabajo similar en los encuadres en las dos películas que mencionás; Bestiaire fue una película que la concebí lejos (o rechazando) cualquier consideración y convención narrativa y psicológica. Por lo tanto, es la película que más se destaca en mi filmografía. Pero Vic+Flo Saw a Bear comparte varias cosas con Our Private Lives, All That She Wants y Curling. Una vez más, me sentí atraído por personajes que viven alejados del mundo; personajes que están al borde de ser capturados y vigilados. Mis personajes siempre pelean una misma batalla: ¿cómo podemos ser parte de este mundo y cómo podemos sobrevivir en él bajo nuestras propias reglas?

RK: En este film existe una estrategia constatable por la que combinás géneros cinematográficos de un modo que la audiencia no puede predecir lo que sucederá en los próximos veinte minutos de película: ¿es una película romántica en clave lésbica? ¿Un drama post-carcelario? ¿Un thriller minimalista? Probablemente no. ¿Cómo trabajaste sobre las expectativas y estos elementos que tienen que ver con géneros cinematográficos?

DC: Me divertí muchísimo escribiendo Vic+Flo Saw a Bear y es la primera vez que puedo decir algo así. En el pasado quería probar algo, complicar las historias, escribir utilizando una especie de posición dolorosa y cierto esfuerzo vinculado a la creatividad. La película no gira en torno a un tema preciso; más bien es un film sobre el placer de la escritura, la sorpresa del espectador y de la creación de situaciones improbables. Como sucedía en Curling, pero más divertido, quería crear un mundo muy real en el que ciertos acontecimientos improbables tuvieran lugar. No es, definitivamente, una film lésbico (sea lo que sea eso signifique); no es una historia de venganza, ni tampoco un thriller. El film es como una pizza gigante con mucho ingredientes que necesita ser deliciosa, y encontrar su balance. La historia imposible necesita sostenerse en sus propias piernas. Es un monstruo narrativo y mi trabajo consistió en asegurar que no se trate de un desorden sino de algo divertido de mirar. Me gusta pensar que la película trata sobre la fatalidad. En la vida se puede hacer lo que uno desee: construir una casa, encontrar una esposa perfecta y un trabajo, criar a un perro perfecto. Y de pronto un automóvil puede atropellarnos. Eso es Vic+Flo Saw a Bear.

RK: Me pregunto por qué siempre te interesan los contextos y los lugares que están lejos de la ciudad. Da la impresión que siempre elegís espacios simbólicos en donde tus personajes están menos protegidos y son más vulnerables.

DC: Simplemente me siento más inspirado en zonas rurales porque es un lugar que no conozco. Soy una persona muy urbana. Pareciera ser que todo sucede en los bosques: los maníacos, los monstruos, la libertad y la amenaza absolutas luchan entre sí. Nos podemos esconder, escapar, jugar, amar, devenir bandidos, poetas, príncipes románticos cabalgando. Así me siento en las zonas rurales.

RK: El sentido del corte en el tiempo indicado de la escenas es de una precisión admirable. ¿Por qué, en varias ocasiones, abrir las escenas con un travelling? Hay otras decisiones formales que merecen ser destacadas: por ejemplo, disfruté muchísimo del único flashback que tiene el film, el momento en que Vic recuerda un instante de placer en la penitenciaría, un instante que se conecta directamente con el placer que ella está sintiendo en ese momento, ya fuera de prisión, y en el que se la ve libre. Es como si capturaras un movimiento del pensamiento. ¿Cómo se te ocurrió esa secuencia?

DC: Como sabés estoy obsesionado con el lenguaje cinematográfico; me obsesiona cómo entrar y salir de una escena, cómo concebir cada encuadre, el ritmo, el fuera de campo, el diseño de sonido; pienso que Vic+Flo Saw a Bear es un gran cuarto de juegos para el lenguaje cinematográfico en una estructura narrativa tradicional. Se suponía que la escena a la que te referís iba a ser la última de la película. Vic+Flo estaban yendo a la celda en la que se conocieron, estaban paradas frente a una valla mientras miraban a otras presas, sonriendo. Y era el final. Pero teníamos muchos desenlaces. La película tenía que finalizar antes de ese epílogo tan extenso. Así fue que tenía el flashback que mencionás y se transformó en una especie de souvenir a la mitad del film. No me gustan los flashbacks en las películas porque siempre se siente como si se tratara de muletas narrativas y psicológicas para ayudar al espectador. Pero por otro lado me gustan mucho las secuencias oníricas en la medida que sean breves, pequeñas pesadillas rápidas, gente que se despierta transpirando. 

Vic & Flo ont vu un ours

Vic&Flo Saw a Bear

RK: ¿Qué tenés para decir acerca las piezas militares y tribales, la elección musical extradiegética en el film? ¿Qué buscabas con esa elección extraña en tu cine?

DC: Se suponía que la música iba a ser tan sólo una percusión mínima. Quería acentuar el aspecto de cuento de hadas de la historia. Tenía la intención de crear pequeños capítulos, como si cada veinte minutos se pudiera empezar una nueva página o algo semejante. Pero el músico compuso algo más complejo de lo que esperaba y la música se convirtió entonces en un personaje. Esos redobles son como los socios de los tipos malos. La música en el cine suele ser una herramienta narrativa que le dice al espectador: “Che, espectador, no lo olvides, algo está por suceder”. Sabés bien que no soy fan de la música en las películas, pero en este caso creo que encontramos un buen balance.

RK: Es la primera vez que trabajás con actrices conocidas. Todos los actores están formidables en el film. ¿Fue un cambio importante para vos en la dirección de actores y actrices?

DC: No me he sentido intimidado por los actores de mis películas. A lo largo de estos años he encontrado autoridad y confianza, y he podido trabajar muy bien con ellos, sea famosos o ignotos. Ellos saben que son herramientas en un esquema mayor. Se dan cuentan que la luz, el sonido, las atmósferas y la interpretación las considero en un mismo nivel de importancia. Ellos saben que la película gira en torno al cine, no alrededor de sus egos. Desde un inicio estaba todo claro y no hubo conflicto alguno.

RK Finalmente, tengo la impresión de que la película combina una perspectiva sobre los seres humanos como animales capaces de poesía y crueldad; se trata de una película que es pesimista pero bajo ningún modo es cínica.

DC: Debido a Bestiaire, la gente me iba a preguntar si yo veía a la gente como animales. Sospecho que son los efectos colaterales de aquel film. Pero me gusta tu fórmula: “Animales capaces de poesía y crueldad”. Me gusta. Unos días atrás estaba viendo una película hermosa, Spring Breakers, de Harmony Korine. En cierto momento me pregunté “¿por qué me gustan estos adolescentes ruidosos, entre tontos y desesperanzados, que sólo hacen cosas estúpidas?” Sé muy bien por qué, y es porque el director no es cínico; él cree en la naturaleza humana aun cuando lo que se ve es doloroso. Es ese el modelo de artista que deseo ser. En el momento que uno deja de amar a sus personajes, uno muere. Los personajes pueden morir en pantalla, se los puede matar, se los puede hacer sufrir, pero uno no debe permitirse abandonarlos y esconderse tras una neblina de cinismo.

Roger Koza / Copyleft 2013