LADY MACBETH

LADY MACBETH

por - Críticas
14 Jul, 2018 04:59 | Sin comentarios
Una ópera prima sorprendente y misteriosamente contemporánea.

UNA CLASE DE OBEDIENCIA

La complejidad de la ópera prima de William Oldroyd no se enuncia pero se muestra. En esta transposición del relato del escritor ruso Nikolái Leskov publicado en 1865 (“Lady Macbeth de Mtsensk), la psicología y la política se leen en las acciones. Nadie pronuncia las palabras clase, aristocracia, género, pero esas categorías sostienen el fondo simbólico de cada acto, lo que no significa que orienten el pensamiento. La acción sin discurso o la prescindencia de cualquier explicación moral son una hostil pero estimulante provocación.

El relato está situado en alguna zona rural de Inglaterra durante el siglo XIX. Katherine fue adquirida con una parcela de tierra por la familia Lester. El film empieza en el momento en el que Katherine conoce a su esposo Alexandre, un joven que simplemente preferirá verla desnuda y autosatisfacerse gozando de los placeres directos que su esposa-objeto debería prodigarle. Un viaje a Londres del marido y la aparición de un apuesto sirviente cambiarán la dinámica doméstica. Y no solamente de Katherine. Aquí hay sorpresas de todo tipo.

Lady MacbethReino Unido, 2016.

Dirigida por William Oldroyd. Escrita por Alice Birch.

Siempre resulta laborioso para un cineasta trabajar sobre el punto de vista. El hábito, tanto el del cineasta como el del espectador, suele adjudicarle al protagonista el ordenamiento del mundo que se representa. En un film como Lady Macbeth, la inicial identificación con el padecimiento de la protagonista y el rechazo sobre su inaceptable opresión es inevitable. Lo mismo sucede, en los primeros minutos, con los sirvientes. La humillación sistemática resulta intolerable. La inteligencia de Oldroyd, como sucedía en la versión de Andrzej Wajda de 1961 (Lady Macbeth en Siberia), es minar esas certezas morales y desplazar imperceptiblemente el punto de vista. El poder del film reside en esa incomodidad receptiva, porque somete a juicio lo indecible.

La cuestión del punto de vista no es la única fortaleza de Lady Macbeth. La austeridad visual y sonora es una virtud de la puesta en escena. La disposición de los objetos en el cuadro y los ángulos elegidos para la composición de cada plano denotan un minucioso sentido del espacio. Una ventana, una mesa, un farol tienen una posición elegida. La voluntaria rigidez de los interiores está en consonancia con la inflexibilidad del orden simbólico al que pertenecen los personajes. La obediencia vence; el orbe, inesperadamente, ni siquiera se resquebraja, como lo glosa ese breve plano tardío en el que dos sirvientes encadenados van acostados en la parte trasera de una carreta.

Misterioso film Lady Macbeth, que puede confundírselo con una curiosidad histórica o una película fuera de moda, cuando en verdad no podría ser más actual, porque sugiere una asimetría (o una valoración escalonada) entre la necesaria atención reivindicatoria de las actuales políticas de género y la insustituible ponderación del conflicto de clases.

*Esta crítica fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de julio 2018

Roger Koza / Copyleft 2018