LA NANA

LA NANA

por - Críticas
24 Mar, 2013 11:49 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

LA DISTANCIA INSALVABLE

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La nana, Chile, 2009

Dirigida por Sebastián Silva. Escrita por S. Silva y Pedro Peirano.

**Válida de ver

Las relaciones entre las mucamas y los patrones, un tópico recurrente en el reciente cine latinoamericano y siempre problemático a la hora de sostener un punto de vista preciso, es en gran medida el tema del segundo film de Sebastián Silva.

La primera secuencia de La nana es clave: Raquel, la sirvienta de la casa, está cenando a solas en la cocina de la casa de sus patrones. La familia para la que trabaja hace años le prepara secretamente una breve celebración de cumpleaños en el living. La distancia (formal) es precisa: hay dos ambientes que implican una cierta legitimidad en su uso correspondiente. Suena entonces la campanita, el sonido mecánico que suele significar demanda de servicio, pero en realidad se trata de un llamado festivo: los dueños de casa quieren a su nana; una torta y un par de regalos así lo atestiguan…

En esa presentación se sintetiza la dimensión política del relato, la constatación de la evidencia sociológica de una práctica humana que, como tantas otras, se ha naturalizado, borrando las huellas de una contienda indecorosa y perpetuando la lógica de un orden social que resulta sempiterno. ¿A quién le importa todavía pensar y revisar la división del trabajo?

La segunda película de Sebastián Silva examina la pertenencia de clase en la sociedad chilena contemporánea indagando la interacción cotidiana de una familia de clase media alta y su nana. Silva presenta un universo reconocible, el de los patrones y sus sirvientes; sin ser condescendiente, y mucho menos políticamente correcto (o cínico), dibuja personajes queribles y complejos que expresan un orden simbólico.

Si bien La nana se sostiene en el enorme trabajo de Catalina Saavedra, que interpreta a Raquel, la nana en cuestión, Silva no desatiende la conformación matriarcal de la familia, donde el padre, preocupado por sus maquetas y palos de golf, no está muy lejos del hijo adolescente que navega en Internet saciando los dictados de su explosión hormonal. Los privilegios y placeres de clase funcionan como contrastes y correlatos de los deberes y padecimientos de clase.

Tras veinte años de servicios, Raquel es uno de los tantos sujetos que viven como objetos respetados mientras cumple sus faenas de limpieza y mantenimiento. Su cansancio, y más precisamente la mala relación con la hija mayor de la casa, llevan a la contratación de una segunda mucama. Silva se vale de esto para sugerir cómo un empleo es un territorio existencial, o cómo la servidumbre compone un modo de ser, pero también, a partir del ingreso de una joven empleada, el director le otorga a su dolido y avergonzado personaje la oportunidad de cambiar y explorar su identidad más allá del deber laboral.

Si bien en los últimos treinta minutos, la claridad de la perspectiva política se debilita,  ver la transformación de Raquel en la pantalla es un pequeño milagro. En última instancia, La nana es un filme rítmico y fluido que prescinde de música y subrayados, y su trama no es otra cosa que una defensa discreta pero poderosa de la dignidad humana.

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior durante el mes de marzo 2013

Roger Koza / Copyleft 2013