LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA (11): FICIC: FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN 2012

LA COLUMNA DE JORGE GARCÍA (11): FICIC: FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN 2012

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06 Jun, 2012 02:03 | 1 comentario

UN FESTIVAL EN CRECIMIENTO

Por Jorge García

Asumiendo el riesgo de recurrir a un lugar común, conviene recordar que la realización de un segundo festival de cine puede presentar más dificultades de las que se dan en una primera edición y eso tiene que ver con la necesidad de consolidar una propuesta. Apresurémonos a decir que en el caso del FICIC 2012 esa condición se cumplió con creces. Si en al año 2011, el entusiasmo con que Eduardo Leyrado y Carla Briasco, verdaderos factótums del festival coscoíno encararon la tarea de realizarlo, a lo que se sumaron el apoyo de la Intendencia y la Municipalidad de Cosquín dio lugar a un evento que provocó el interés de diversos sectores de la ciudad, en la versión 2012, hubo una mayor cantidad de invitados y  se acrecentó la participación del público, que no titubeó en concurrir en gran número a funciones que se realizaban en horarios tan poco habituales como el de las 11 de la mañana, sino que también participó con entusiasmo en los debates que se producían después de cada función. Hay que decir que –tal como ocurriera el año pasado – hubo tres secciones competitivas, una de ficción, otra de documental y una tercera de cortometrajes (en esta en particular sorprendió la cantidad de espectadores jóvenes en cada una de las funciones), a lo que se agregaron una sección fuera de competencia, El Recorrido, en la que participaron films recientes de exitosas participación en otros festivales, como Las acacias, El estudiante y Medianeras, un ciclo dedicado a  películas dedicadas a las Islas Malvinas y la exhibición de la que seguramente es la mejor obra de Carlos Sorín, La película del Rey. Si a ello le sumamos una serie de actividades paralelas como un taller que se realizara unos días antes del festival, dictado por los excelentes críticos cordobeses Alejandro Cozza y Fernando Pujato , un seminario de guion cinematográfico a cargo del docente Hans Garrino que a pesar del insólito horario en que se efectuó (¡las 9 de la mañana!) convocó a gran cantidad de participantes, y una atractiva mesa sobre cine cordobés, tenemos un panorama atrayente y variado que, bien vale repetirlo, contó con una importante afluencia de público. Y no me quiero olvidar del programa radial que se realizó todos los días del evento desde la tradicional confitería La Europea, en el que fueron entrevistados numerosos realizadores y periodistas presente en Cosquín.

Pasando a reseñar brevemente las secciones de largometrajes, hay que decir que la de ficción –y esto lo hablábamos con algunos amigos en el transcurso del festival- reflejó de algún modo la debilidad existente en la actualidad en ese terreno. Fue muy grande la diferencia que hubo entre El premio –justa ganadora del premio en la Competencia- y los demás títulos. La película de Paula Markovitch es un agudo relato sobre aspectos de la vida cotidiana en los años de la dictadura, vistos desde la perspectiva de una pequeña niña. Sin recurrir a la denuncia explícita y descartando el sentimentalismo, la directora ofrece una lúcida radiografía de esa oscura época. El espacio entre los dos, del muy joven realizador cordobés Nadir Medina, es un relato sobre el fin de la adolescencia, centrado en tres amigos, dos muchachos y una chica, que escapa en varios momentos de los clisés, a partir de la melancolía que trasmite el personaje central, pero que está perjudicado por la presencia de varios videoclips, que dan la impresión de estar incluidos para alcanzar el metraje de un largo. La sociedad del semáforo, del colombiano Rubén Mendoza, es una obra despareja, que en sus mejores momentos logra trasmitir la desesperanza y desamparo de sus protagonistas en tanto que Las piedras, de Román Cárdenas, sobre un relato de Juan José Saer, intenta escapar a las convenciones narrativas habituales, pero abusa de un cierto dogmatismo minimalista que atenta contra el resultado final. Y Schafhaus, casa de ovejas, de Alberto Masliah, desaprovecha el potencial de la historia en un relato demasiado estirado y con abundantes subrayados.

El lugar más pequeño

La Sección de largometrajes documentales fue superior en su conjunto, y allí se vieron varios de los mejores títulos del festival. La ganadora fue El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo, en la que la historia de diversas personas que han sobrevivido a la guerra civil salvadoreña, muchas de las cuales han perdido a sus seres más queridos,  da lugar a un fresco social en el que se fusionan el dolor con la esperanza y la tristeza con la vitalidad que se mantiene incólume en varios de los personajes entrevistados. Dimanche a Brazzaville, de Enric Bach y Adría Monés, toma a tres personajes muy distintos de esa ciudad, un hombre que elige la elegancia como forma de enfrentar al mundo de extrema pobreza que lo rodea, un cantante que fusiona el hip hop con la música tradicional de su país y un luchador de catch, que recurre al vudú para sostener su invencibilidad. Tren Paraguay, de Mauricio Rial-Banti propone un recorrido imaginario por las vías de un tren hoy ya inexistente, entrevistando a diversos pobladores que alguna vez lo utilizaron, mientras 75, habitantes, 20 casas, 300 vacas, de Fernando Domínguez, a través de los recuerdos de un pintor español hoy residente en la Argentina,, reconstruye su infancia en un pequeño poblado francés donde estuviera exilado con su familia, en un film que incorpora tanto elementos documentales como experimentales. Noche sin fortuna, de Francisco Forbes y Alvaro Cifuentes, está centrada en la hoy ya mítica figura entre los cinéfilos del escritor y crítico colombiano Andrés Caicedo, quien se suicidara a los 25 años. El film desarrolla la relación de Caicedo con diversos personajes bizarros, investigando su personalidad fascinante, apasionada y autodestructiva. Un muy interesante trabajo con una conmovedora secuencia final. De Yatasto, un muy buen film cordobés que ganara una mención, se habló reiteradamente en este espacio, y la exhibición de Tierra de los padres – a la que se le otorgara el premio a la mejor película argentina- y de la que también se escribió en el blog, fue un acontecimiento, que motivó un sustancioso debate posterior con su productor Pablo Ratto. Finalmente quiero hacer mención del documental Las islas, de Antonio Cervi, exhibido en el ciclo dedicado a las Malvinas, un trabajo muy interesante que desarrolla la historia del archipiélago con lucidez y rigor, descartando el patrioterismo facilista.

La segunda edición del FICIC, mostró a un festival en pleno crecimiento, con cosas que mejorar, como no, tal la superposición de películas interesantes en el mismo horario, al que le auguramos muchos años de vida.

P.D.: No quiero olvidarme de agradecer a Mary (madre de Carla) por el inigualable locro y las exquisitas empanadas con que agasajó a los invitados y periodistas presentes. Algo que en solo dos ediciones, ya se ha convertido en un clásico del festival.

Jorge García / Copyleft 2012