LA CHICA EN LA TELARAÑA / THE GIRL IN THE SPIDER’S WEB

LA CHICA EN LA TELARAÑA / THE GIRL IN THE SPIDER’S WEB

por - Críticas
28 Nov, 2018 11:21 | Sin comentarios
El agotamiento veloz es la regla del sistema. He aquí una prueba.

CÓDIGO SOLEMNE

Ni un chiste, ni una sonrisa, menos todavía un momento de cine en este relanzamiento de una franquicia con el ya mítico personaje femenino Lisbeth Salander de Millennium, la heroína que anticipó en el universo de la ficción, primero en la literatura (juvenil) y después en el cine, la redistribución del poder entre hombres y mujeres. La chica en la telaraña es facsimilar de las películas anteriores; no resguarda la perspicacia política de aquellas, tampoco sus rasgos originales.

La trama es telegráfica: un programa que da acceso a todo el poder nuclear cae en malas manos. La famosa hacker estará comprometida en la recuperación del programa, y, como solía pasar en los filmes precedentes, el periodista Mikael Blomkvist la secunda y ayuda. Pero no todo pasa por intrigas de poder, porque indirectamente hay una subtrama que reenvía el relato a traumas de la adolescencia temprana. El tono sombrío unidimensional y omnipresente está signado por esa tensión dramática de segunda línea.

La chica en la telaraña / The Girl in the Spider’s WebEstados Unidos-Suecia, 2018.

Dirigida por Fede Álvarez. Escrita por Jay Basu, F. Alvarez y Steven Knight. 

Sobre esos dos ejes narrativos, una secuencia de acción reemplaza a otra y así sucesivamente hasta que la resolución dramática que se presenta en el inicio clausura el relato. El desamparo de la heroína se esboza en el preámbulo, como también la rabia contra muchos hombres; en menor medida, también se insinúan las preferencias amorosas, más allá de que el destino no puede ser otro que la abnegación y el aislamiento.

No hay ningún atisbo en La chica en la telaraña de que se haya trabajado alguna escena desobedeciendo el protocolo característico de este tipo de películas tan impersonales como mecánicas. El ritmo y el sentido de las escenas sigue el manual de la época: velocidad en el montaje, sonido envolvente en el límite del estruendo, motivos musicales diferenciados que duplican y explicitan el sentimiento dominante de una escena y un universo cromático parejo en el que predominan los azules y tonos afines a un claroscuro digital. Menos aún se puede detectar alguna anomalía simbólica que ponga en duda los placeres inmediatos de la represalia y otros actos concomitantes.

Más cerca del pacato existencialismo de un Batman que de un filme de 007 en clave feminista, pues la solemnidad es aquí una petición de respetabilidad, La chica en la telaraña puede resultar espectacular, pero sin duda es especular de una crisis general del cine-espectáculo, que solamente encontró en la extraordinaria Misión imposible: repercusión su notable excepción.

*Esta crítica fue publicada en el diario La Voz del Interior en el mes de noviembre de 2018

Roger Koza / Copyleft 2018