INFANCIA CLANDESTINA (2): BREVES APUNTES PARA UNA CRÍTICA FUTURA

INFANCIA CLANDESTINA (2): BREVES APUNTES PARA UNA CRÍTICA FUTURA

por - Críticas, Varios
15 Oct, 2012 02:21 | comentarios

Por Roger Koza

Mi primer contacto con Infancia clandestina fue en Cannes, durante el mes de mayo en el día de su estreno mundial. Fue una función muy agradable y emocionante seguida por un breve encuentro de Benjamin Ávila con el público y la prensa.

Resultaba extraña la inclusión de su film en la Quincena de los Realizadores, pues Infancia clandestina, sin duda, era un film con vocación de gran público, más cerca de Hollywood que de una muestra paralela nacida a fines de la década del ’60 para contrarrestar la comercialización del cine y el academicismo canino. Es evidente que para Eduard Waintrop, quien supo en alguna ocasión cerrar el festival de Friburgo con El secreto de sus ojos (el que dirigía antes de hacerse cargo de la muestra paralela en Cannes), el film de Ávila reunía las condiciones estéticas y políticas, perfectas para su concepción artística de la muestra.

Escribí en su momento (leer aquí); el film me había gustado, lo que no me impidió hacer algunas observaciones en su momento.

Cuando se confirmó que el film de Ávila había sido el elegido para representar a nuestro país en la fiesta del Oscar no me sorprendió. El último Elvis y Elefante blanco eran también candidatas posibles, pero el film de Ávila parecía responder mejor que ninguno a la racionalidad hollywoodense. Desde la redacción de La voz del interior me pidieron un texto al respecto. Más abajo se puede leer lo que escribí.

Más tarde, unas dos semanas después, una vez más la redacción me comisionó un nuevo texto sobre Infancia clandestina. En esta ocasión me pedían participar de un debate, el que suele proponerse en la sección dominical del diario denominada «Miradas opuestas». Si bien el film me gusta, como ya lo he dicho anteriormente, sí tengo algunas objeciones. Así fue que escribí en contra, como suele estipularse.

Podría haber tomado otro camino, el que está relacionado con la recepción del film. Una opción habría sido discutir con el artículo de José P. Feinmann publicado en Radar; su apreciación me pareció reduccionista (y su dardo envenenado contra Lisandro Alonso me resultó de una torpeza evidente, no muy lejos de otras que le he visto al filósofo en cuestión, por ejemplo, cuando en su programa televisivo de filosofía didáctica lo vi despotricando contra Gilles Deleuze con muy pocos argumentos; dicho sea de paso: hay cosas de Feinmann que me gustan, otras no, y no tengo ningún encono con el exitoso filósofo debido a su abierto apoyo con el gobierno nacional).

Leí, posteriormente, una entrevista a los productores del film. La algarabía nacionalista de éstos me fue ajena. Creo profundamente en la cultura popular y en la pertenencia histórica y política a un país, pero siempre he sido crítico y escéptico cuando la nación se convierte en sustancia y la patria en un imperativo para el Yo y para el cine. Creo en la autodeterminación del plano cinematográfico y en la naturaleza universal de una imagen. ¿Un credo demasiado cinéfilo? Es posible.

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PROHIBIDO PARA ADULTOS

Infancia clandestina es una buena película: el relato es fluido y conmovedor, el niño que la protagoniza está perfecto, algunas decisiones estéticas son tan arriesgadas como orgánicas a la naturaleza del relato. Los pasajes animados incluidos en las secuencias de violencia, que remiten bastante a los del filme israelí Vals para Bashir, de Ari Folman, constituyen un acierto: materializan la imposibilidad de un niño de asimilar simbólicamente lo que está frente a sus ojos (lo que también sucede con las elaboradas secuencias oníricas).

El problema político del filme poco tiene que ver con si es una película K, una versión oficial y humanista sobre la lucha armada donde sesgadamente se revisa (o legitima) un tópico impensable e irritante para nuestras coordenadas ideológicas actuales: tener razones para matar y dar la vida. La película es mucho más ambigua e ideológicamente inestable de lo que se cree. El plano final es un ejemplo.

El elenco no es del todo parejo, hay cierto exceso en el diseño de arte y en el vestuario, y una música omnipresente orquesta las emociones del público. La modalidad narrativa tal vez sea demasiado “americana” para una película sobre Montoneros; por eso, si se trata de hacer una crítica política del filme, habría que empezar por su forma. La forma cinematográfica es también una forma de política.

La debilidad del filme reside en la extensión de su mirada. Ver solamente a través de la mirada de un niño nos puede convertir en niños: el filme, en cierta medida, nos trata, amablemente, como tales, y el imperio de las emociones se impone al pensamiento.

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EL SECRETO ESTÁ EN SUS OJOS

La ópera prima de ficción de Benjamín Ávila sitúa su relato en 1979, en el contexto íntimo de una familia identificada con lucha armada (son Montoneros) y los riesgos que esto implica en el bienestar familiar. Es el tiempo de la «contraofensiva» y no se trataba, precisamente, de una época de paz; allí estaba en juego la vida. ¿No es un tema demasiado político, muy de izquierdas, para el promedio de votantes de la Academia?

La materia del relato de Infancia clandestina puede ser un tópico nacional y popular, pero el modelo de su relato, su poética y las elecciones formales están muy cerca del cine de Hollywood. En ese sentido, su cercanía formal respecto a El secreto de sus ojos es ostensible: un relato dinámico de cierto clasicismo, siempre musicalizado lo suficiente para que se identifique correctamente los sentimientos aludidos por su historia, toques humorísticos a cargo de un personaje entrañable y un plus que resulta el verdadero secreto del filme de Ávila: la construcción de la historia pasa por y se ve a través de la mirada de un niño, protagonista exclusivo de la película, versión pretérita y ficcional del realizador quien primero vivió su «película» y mucho después la filmó.

Si no fuera que una película argentina ganó recientemente el famoso trofeo californiano, Infancia clandestina sería casi imbatible. Sería muy extraño que no quedara entre las cinco películas nominadas. La ternura y el sufrimiento de un niño son suficientes para conjurar las posibles interpretaciones políticas del filme, no exento de ambigüedad, que podrían incomodar al votante americano.

 Ambos textos fueron publicado con mínimas modificaciones en el diario La voz del interior durante el mes de septiembre y octubre de 2012. 

Roger Koza / Copyleft 2012