HITMAN: AGENTE 47

HITMAN: AGENTE 47

por - Críticas
25 Feb, 2008 11:39 | comentarios

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible °Sin valor

por Roger Alan Koza 

DURO DE AGUANTAR

Hitman: agente 47, Francia-EE.UU, 2007

Dirigida por Xian Gens. Escrita por Skip Wood.

° Sin valor

Este indiscutible bodrio permite pensar el lenguaje cinematográfico y su vínculo (y diferencia) con el llamado lenguaje audiovisual, aunque ni siquiera por ello se hace llevadero ver este mamotreto producido por Luc Besson.

Se ha insistido que el cine es un arte impuro. Literatura por otros medios, pintura en movimiento, teatro filmado, no en su prehistoria pero sí en su historia, el cine se ha alimentado de diversas fuentes en su noble y todavía joven evolución. Tras más de 1oo años de existencia, Shakespeare y Hugo, la Biblia y el Ramayana, las guerras y las revoluciones, han sido incorporados al séptimo arte. Y también El Hombre Araña y Lara Croft.

Desde mediados de la década del ’90, un nuevo impulso en el corazón de la industria del cine anglosajón ha incorporado a la legítima impureza del cine la adaptación primero de la historieta, seguido por las series de televisión de décadas precedentes, hasta por último hallar en la minimalista narrativa de los videojuegos un recurso cinematográfico.

Basada en el personaje de un videojuego creado por Rasmus Guldberg-Kjaer, Hitman: Agente 47, parece ser una adaptación fidedigna, pues pocas veces llega a ser una película sino más bien un extenso y tedioso ejercicio de transposición fallida de una lógica audiovisual al lenguaje del cine. Quienes han concebido la biografía de este solitario y fóbico asesino subestiman la inteligencia adolescente, principal destinatario de este producto inescrupuloso.

Mientras que en el inicio se escuchan fragmentos del Ave María, se prologa al personaje. La infancia del agente 47 transcurrió en una misteriosa secta policial y mística llamada «La organización», en donde niños rapaditos son entrenados en múltiples disciplinas para matar. Una marca iniciática los caracteriza: un código de barras en la nuca. Podría ser el sueño de cualquier púber neonazi, aunque la neutralidad es la política de la institución. Se elimina a quien sea.

Perseguido por un detective de la Interpol, el agente 47 tiene que despachar al próximo presidente de Rusia. Al hacerlo, inexplicablemente, fracasa. Es posible que la SBF, policía secreta rusa, esté involucrada en la operación. Es posible también que «La organización» no esté de su lado. En algún momento, el agente 47 sólo podrá confiar en una prostituta, ligada al candidato, que habrá de ser su primer amor (platónico), pues esta máquina de matar desconoce los placeres corporales. Es virgen a los treinta.

Este agente 47 no tiene ni el brío del nuevo 007 proletarizado, ni la experiencia traumática de Jason Bourne (tampoco el humor de Austin Powers o la ironía de McClean). Es un agente atonal, propio de una película robótica. En efecto, no hay ni una secuencia de acción que resulte con eficacia. La omnipresente música de fondo intenta agilizar lo que las imágenes no pueden. Gens ni siquiera permite que se disfrute de las locaciones. Filmar Estambul y San Petersburgo como maquetas insulsas es de una impericia absoluta.

A pesar de que los rusos corruptos en cuestión se traten de camaradas, término poco inocente, Hitman…es políticamente nula. Lo político yace entonces en la naturalización de la matanza a través de los videojuegos. Algo que Stallone lleva a su perfecta apoteosis en los 20 minutos finales de su nuevo Rambo.

Copyleft 2000-2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada en el mes de febrero por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.