FICUNAM 2015: LA RATIFICACIÓN DE UN CRITERIO PROGRAMÁTICO

FICUNAM 2015: LA RATIFICACIÓN DE UN CRITERIO PROGRAMÁTICO

por - Críticas, Festivales
20 Mar, 2015 10:45 | comentarios
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Sergei Loznitsa y Ali Khamraev

Por Jorge García

Y volvimos al FICUNAM en un México políticamente mucho más convulsionado que en ediciones anteriores. Las diferentes masacres acaecidas en diferentes puntos del país, en particular la de los 43 estudiantes asesinados y de cuyos cuerpos no se han tenido noticias, han provocado la reacción de diversos sectores de la sociedad también expresada en un manifiesto firmado por la gran mayoría de los integrantes del staff del festival, y también en el recorrido por diversos estados mejicanos se puede apreciar la manera profunda en que han repercutido estos hechos en diversos sectores de la sociedad mejicana.

Si bien el núcleo central de las actividades se desarrolló en el Centro Cultural de la UNAM, la Cineteca Nacional (un motivo de sana envidia para cualquier institución de ese tipo en Latinoamérica) y varias salas en diversos puntos del D.F. permitieron diversificar la nutrida oferta cinéfila. En ese marco, la quinta edición del FICUNAM permitió ratificar un criterio programático totalmente alejado de los estilos hegemónicos en los eventos de este tipo. La nota de balance de Roger Koza permite dilucidar con claridad los lineamientos generales por los que se guía este festival, a partir de la mirada de uno de sus programadores y que, vg., presenta una competencia oficial que no se parece en lo más mínimo a las de la inmensa mayoría de las que se desarrollan en diversas partes de nuestro país y del mundo. Por cierto que yo no tengo la generosidad de espíritu de Roger, que le permite decir que habría estado conforme con que hubiera sido premiada cualquiera de las películas programadas. Por el contrario, creo que si bien esa competencia se destacó por el común denominador de que ninguna película estaba encuadrada dentro de los criterios habituales predominantes, hubo en ella algunos films mejores que otros y, personalmente creo que los dos mejores títulos de la misma (No todo es vigilia y Bajo nubes eléctricas) no resultaron beneficiados con ningún galardón.

Además de la mencionada competencia, se presentó la sección Ahora México, con la producción más reciente del país, una muestra que tal vez valga la pena replantearse acerca de la necesidad de su existencia y si no sería mejor presentar una selección más acotada y rigurosa; las secciones El Porvenir y Manifiesto Contemporáneo que, como sus nombres lo indican, refieren a títulos relevantes de la producción actual; la competencia de cortometrajes Aciertos, a cargo de distintas Escuelas de Cine, un homenaje al recientemente desaparecido realizador Harum Farocki, quien fuera ilustre visitante del Ficunam, algunas presentaciones especiales y retrospectivas dedicadas al director soviético Sergei Loznitsa, conocido principalmente por sus grandes trabajos documentales, pero que también en los últimos tiempos ha incursionado en la ficción y de quien no comentaré sus films por cuanto han sido exhaustivamente reseñados en este blog y, en general, coincido con las apreciaciones vertidas; al realizador colombiano Carlos Mayolo, creador del llamado “gótico tropical”, con films que hoy aparecen algo fechados con la excepción del cortometraje Agarrando pueblo, un clásico inoxidable del cine latinoamericano; a los documentalistas franceses Raymonde Carasco y Régis Hébraud de quienes no alcancé a ver ningún film y tal vez el hallazgo principal de las retrospectivas, la dedicada al director uzbeko Ali Khamraev, un perfecto desconocido por estas tierras continentales del cual, debido a la burocracia soviética, no se pudieron ver dos películas y las restantes debieron ser exhibidas en soporte digital.

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Presentación de Tierras bravas

Y hubo también tiempo para clases magistrales de Loznitsa, el gran realizador portugués Pedro Costa junto a su compatriota João Pedro Rodrigues y el mencionado Khamraev y tres foros sobre la crítica, uno sobre su relación con la teoría en el que participaron nuestro compatriota Eduardo Russo y el mejicano Carlos Bonfil, con la lamentada ausencia del cubano Gilberto Pérez, fallecido inesperadamente poco antes del comienzo del festival, otro sobre la crítica y la política, a cargo de Cristina Nord y el gran crítico trotskista (¡) David Walsh y un tercero sobre los frutos de la crítica expuesto en soledad por el eminente Jorge Ayala Blanco, figura consular de la crítica mejicana y latinoamericana. También se presentó el último libro del cada vez más prolífico crítico e investigador peruano Isaac “Chacho” León Frías, un querido amigo, que tuve el honor de presentar junto a Nelson Carro, programador de la Cineteca Nacional de México. Y quiero dedicar un párrafo especial al catálogo del FICUNAM. Generalmente, los catálogos de los festivales son mamotretos que expresan un tono uniformemente celebratorio, sin ningún atisbo de análisis de los films que se comentan. Por el contario, éste sorprende por el rigor y lucidez con que se analizan las películas a proyectarse, permitiendo a los eventuales lectores un acercamiento preciso a las obras que van a ver. Dado que muchas películas exhibidas en el FICUNAM, ya fueron comentadas en este espacio pasaré a reseñar muy brevemente algunos de los títulos vistos, dejando de lado a los que hice referencia en ocasión del festival de Mar del Plata (Jauja, La habitación azul, Caballo dinero, El escarabajo de oro, Blanco fuera, negro dentro, No todo es vigilia).

El ministerio de hierro, de J. P. Sniadecki es un documental filmado a lo largo de tres años en diversos trenes de China. La idea de rodar dentro de un tren cuenta con ilustres antecedentes como La dama desaparece, de Hitchcock, El tren de la muerte, excelente y olvidado thriller de Richard Fleischer o Tren Nocturno, del polaco Jerzy Kawalerowicz, por mencionar solo algunos. En este caso, como se dijo, el registro es documental y la sensación que queda es de que el film daba para más, ya que algunas entrevistas resultan un tanto obvias y superficiales.

La corte, ópera prima del joven indio Chaitanya Tamhane, bajo la estructura de un film “de juicio”, ofrece una mirada cuestionadora sobre las diferencias sociales en la India, a través de la acusación que se le hace a un cantante y poeta popular de haber instigado al suicidio a un trabajador. Un film con algunos matices interesantes, ya que el abogado defensor pertenece a una clase acomodada y la fiscal a un sector de más bajos recursos. En cualquier caso, los momentos más interesantes de la película están fuera de la sala de la corte y se desperdicia un final apropiado con una innecesaria coda.

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La corte

El filipino Lav Díaz se caracteriza, por una parte, por lo prolífico de su obra y, por otra, por la extrema longitud de sus películas. El documental Los niños de la tormenta, libro 1 dura “apenas” 140 minutos y describe los efectos del devastador tifón Yolanda que asolara Filipinas en 2013, en particular en su repercusión sobre los niños. Los treinta minutos iniciales, en su minuciosa exposición del fenómeno y los cuarenta finales, en los que la vitalidad y energía de los chicos se sobreponen a la tragedia son notables. El tramo central del film es un tanto más disperso, pero el resultado final, en todo caso, es notable.

El cine de Asia Central continúa brindando sorpresas y Los dueños, del kazajo Adilkhan Yerzanov, es una buena muestra de ello. El film se centra en el enfrentamiento entre tres hermanos, el mayor un ex presidiario, el del medio, con pretensiones de actor y la menor, una niña epiléptica que intentan acceder a una vivienda que, dicen, les dejó su madre recientemente fallecida y el hermano del jefe de policía del lugar y sus hijos que sostienen vivir desde hace tiempo allí. El film alterna escenas sórdidas con otras de cierto sesgo humorístico, aunque la tragedia se hará finalmente presente en un epílogo que combina elementos de realismo mágico con una relectura del final de El séptimo sello bergmaniano.

El armenio Sergei Paradjanov es uno de los grandes directores que ha dado el cine asiático con títulos como Los corceles de fuego, una obra memorable del cine de cualquier época. El color de la granada es un atípico y bizarro biopic sobre el gran poeta de su país del siglo XVIII, Sayat Nova. El film toma diversas etapas de la vida del personaje, eludiendo los tópicos de la biografía tradicional y construyendo un bizarro y por momentos alucinante poema visual en el que lo que priva es una explosión de refinada sensualidad.

Una de las sociedades más misteriosas para el espectador occidental es la de Corea del Norte. Algo de ella se podía vislumbrar en Autobiografía de Nicolai Ceaucescu, del rumano Andrei Ujica. Aquí la realizadora Soon-Mi-yoo, nacida en Corea del Sur y radicada en los Estados Unidos, documenta a través de tres visitas a aquel país, aspectos poco conocidos de su vida, tanto socio-política como cotidiana. A través de material de archivo, telenovelas populares, canciones, discursos políticos y diversas representaciones, la realizadora muestra el asombroso culto a la personalidad hacia sus líderes políticos y una sorprendente visión del patriotismo. Una realizadora a seguir.

Joao Benard da Costa fue un crítico, actor y poeta, pero por sobre todas las cosas el director del Museo del Cine de Lisboa durante muchos años. El realizador Manuel Mozos, en Joao Benard da Costa-Otros amarán las cosas que yo he amado, reconstruye su ciclo vital a través de la voz de su hijo y recurriendo a escritos y fotografías, pero sobre todo a las películas que su padre amaba (Johnny Guitar, Ordet, Gigi, entre otras) en un film en el que la pasión por el cine y por la vida se amalgaman con intensidad poco común.

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Bajo nubes eléctricas

Aleksey German Jr, hijo de su homónimo padre, una de las figuras esenciales del cine ruso de las últimas décadas, había impresionado ya hace un par de años con la notable Soldados de papel. En este esperado regreso, luego de completar el montaje de Duro ser un Dios por el fallecimiento de su padre, con Bajo nubes eléctricas desarrolla una suerte de fábula ambientada en un futuro muy cercano, aunque con inesperadas vueltas al pasado, en la que se dan cita la incertidumbre sobre el nuevo capitalismo que asoma en Rusia, el escepticismo sobre el futuro y una particular desilusión. Estructurado en siete capítulos, el film escapa a las convenciones narrativas habituales y ofrece un lúcido fresco con toques surreales sobre un país en el que lo único que reina es la incertidumbre.

Decíamos más arriba que uno de los acontecimientos del festival era la retrospectiva del realizador Ali Khamraev. Realizador de una distinguida trayectoria pero prácticamente desconocido fuera de su país salvo por obsesivos cinéfilos, su cine, a través de lo visto en FICUNAM, muestra una sorprendente vitalidad, que incluyen sorprendentes elementos genéricos. Esto se puede apreciar tanto en El guardaespaldas, una suerte de western uzbeko, que narra el enfrentamiento entre dos bandas con una utilización del espacio que remite a los mejores realizadores americanos y La séptima bala, en la que se narra el enfrentamiento entre leninistas y musulmanes con grandes escenas de acción y algunos ecos del spahetti-western. Diferente es Tríptico, un relato ambientado en la inmediata postguerra en la que las historias de tres mujeres se entrelazan para ofrecer un vigoroso retrato de personajes femeninos. Blancas, blancas cigüeñas es uno de los primeros films del director y es una suerte de melodrama rural expuesto a través de una historia de adulterio con otro personaje femenino memorable, que a la vez ofrece un registro casi documental de la vida del poblado en el que transcurre la acción. Finalmente Te recuerdo es posiblemente el film, de los vistos, más elaborado de Khamraev desde el punto de vista formal. Tras un comienzo de tono documental el film va virando sus registros, con una notable secuencia dentro de un tren y un tramo final de tono onírico en el que el protagonista revive diversos momentos de su infancia. Ali Khamraev, un descubrimiento del FICUNAM.

Jorge García / Copyleft 2015