EL TIEMPO

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por - Críticas
01 Ago, 2007 10:56 | Sin comentarios

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver ● Sin Valor 

por Roger Alan Koza

El rostro es una máscara

Time

El Tiempo, Corea del Sur, 2006.

Escrita y dirigida por Kim Ki-Duk.

** Válida de ver

La penúltima película de Kim es una interesante aunque despareja exploración sobre una patología contemporánea, la obsesión por la cirugia estética como una metafísica de un cuerpo sin tiempo.  

En un artículo titulado “Terrorismo sexual”, Tony Rayns, uno de los pocos críticos occidentales conocedores del cine oriental, decía de Kim Ki-Duk: “No hay duda que Kim es una figura única y singular del cine mundial. Es un auténtico primitivo, un autodidacta que ha convertido exitosamente su limitado talento en una carrera internacional. Esta conquista requirió mucho trabajo y suerte, pero no hubiera sido posible sin la ayuda de varios secuaces europeos”. 

No hay duda que Kim es el cineasta coreano más visto y conocido en Argentina. Posiblemente, su orientalismo difuso de exportación le ha dado sus acólitos. No hay publicidad de una película de Kim que no haga referencia a que es él el director de Primavera, verano, otoño y otra vez primavera. Pero Kim no es un Dalai Lama del séptimo arte. Y quienes hayan podido pensar las bellas imágenes del título mencionado sabrán que detrás del pseudo budismo contemplativo había un sadismo ubicuo, su terrorismo sexual.

Afortunadamente, El tiempo carece de mantras y expone la violencia característica de Kim en todo su esplendor. Es un filme ligeramente sociológico y un estudio intuitivo sobre la violencia implícita en la vida amorosa en un contexto social en donde la belleza física ha devenido en una obsesión. No solo en Argentina mujeres y hombres pretenden detener el tiempo en el cuerpo. Estirarse la cara, enderezar las nalgas, rellenarse los pechos es una práctica tan popular en Seúl como en Córdoba. Y allá como aquí, la manía ya alcanza a las generaciones más jóvenes.

Todo empieza en un quirófano, y es una declaración de principios. Kim muestra el costo orgánico de una cirugía estética. Y no es precisamente bello. De allí en adelante, comienza una historia de amor, si se quiere, entre una joven celosa, Seh Hee y un joven, Ji-woo, ambos de clase media. Quizás estén experimentando una crisis. Ella, al menos, cree que su compañero no deja de mirar a otras. En un momento dice: “Perdóname por tener siempre la misma cara”. Y agravado el desencuentro toma una medida extrema: abandonar por seis meses a su hombre para operarse y cambiar su rostro, y por tanto volver a ser deseada. Nada será igual.

Narrativamente convencional, Kim se cita a sí mismo durante el filme. En tres ocasiones, Ji-Woo está editando en su computadora Hierro 3, película de Kim que comparte con El tiempo un evidente estado de ánimo: la soledad ciudadana. Pero si la última media hora de aquella devenía en experimental, aquí los planos son convencionales, excepto por algunos planos subjetivos acompañados de unas sugestivas cuerdas que remiten a alguien que espía, y tres escenas magníficas: una que transcurre en un ferry mientras 3 personajes juegan con una pelota, un encuentro erróneo entre dos amantes en una oscuridad intermitente, y la protagonista caminando con una careta de su viejo rostro.

Como siempre, Kim recurre al subrayado metafórico, y una escultura situada en el mar intenta cifrar la película. Este es el costado kitsch del director, una de sus debilidades, que yuxtapuesta a su falta de rigor en el texto, atentan respecto a la ostensible imaginación visual del realizador que no necesita ni de metáforas ni de diálogos.

Humorística e inverosímil, El tiempo sugiere que el rostro es una máscara entre otras, y que la identidad es un efecto de la interacción con otros. ¿Qué quieren los otros de mí? ¿Qué soy para ellos? Ese inquietante y preciso plano general final con miles de rostros poblando las calles de Seúl, es el gran Otro, ese ruido que pide anónimamente algo. El propio deseo (incluso el de un rostro nuevo) es siempre el deseo de otro.

Copyleft 2000-2007 /Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada con algunas modificaciones por el Diario La Voz del Interior durante el mes de julio de 2007.