EL HOMBRE QUE PODÍA RECORDAR VIDAS PASADAS / LOONG BOONME RALEUK CHAT

EL HOMBRE QUE PODÍA RECORDAR VIDAS PASADAS / LOONG BOONME RALEUK CHAT

por - Críticas
28 May, 2011 04:52 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

UN MUNDO MISTERIOSO

El hombre que podía recordar sus vidas pasadas / Loong Boonmee raleuk chat

Escrita y dirigida por Apichatpong Weerasethakul

**** Obra maestra

Digan lo que digan, sea uno un ateo convencido como quien escribe y un alérgico al orientalismo light de clase media occidental, la última película de Weerasethakul es una obra sobre espíritus, transmigración de las almas y el más allá (o más acá); su tono desprovisto de gravedad y su libertad filosófica convierten al film en un fenómeno sensorial y simbólico tan placentero como complejo, tan estimulante como desconcertante; un viaje sensible a un mundo inconmensurable al nuestro y la prueba de una modalidad narrativa que constituye un camino novedoso para el cine contemporáneo

En un texto fabuloso, Jean-Pierre Rehm, director artístico del festival de cine de Marsella, dice a propósito de la obra del tailandés Weerasethakul: “A la crueldad del documental, el crítico francés Serge Daney opuso el sufrimiento, y éste pertenecería sólo a la ficción. A la observación impasible, a su mirada fatalista, al sadismo del encierro en la trampa de lo real, la ficción respondería con otro tratamiento del dolor… Si no se puede sanar, por lo menos aliviar: ése es el proyecto de la ficción. Y sin duda condensa la obra de Apichatpong Weerasethakul”.

El tío Boonmee está muriendo; su riñón ya no resiste. En una cena familiar, mientras el convaleciente y Jen, su cuñada, charlan con su sobrino, un espectro hará su aparición. Los vivos la reconocen: es la tía, la hermana mayor de Jen, aunque su aspecto remite a su pasado y se ve más joven. El tiempo pasa para los vivos, no para los fantasmas: “Ya no tengo concepto del tiempo”. Esta manifestación repentina quizás esté invocada por el estado de salud de Boonmee. El fantasma de la tía Huay parece conocer la inminencia de su muerte. Es un reencuentro amable, sin sobresaltos ni explicaciones esotéricas, aunque Huay advierte que el cielo está sobrevaluado y que los entes incorpóreos como ella se apegan a los vivos.

Unos minutos más tarde habrá otra aparición, aún más extraña. Es otro fantasma o quizás un ser vivo, alguna vez humano, devenido en una suerte de criatura simiesca de la jungla. Sus ojos colorados son enigmáticos. Es el hijo de Boonmee, que desapareció hace mucho tiempo. Fotografiando a los seres de la jungla, una seducción incomprensible lo llevó a adoptar la forma y existencia de estas entidades selváticas. Y la conversación prosigue. El tono suave persiste, y el amor entre los comensales es palpable.

Boonmee atribuye su enfermedad a un pasado castrense. “Maté a muchos comunistas”, dice. Hoy se arrepiente, y considera su estado de salud como una consecuencia, su karma. Más tarde, la familia acompañará a Boonmee en su transición de un mundo a otro (aunque habrá una digresión narrativa sobre una princesa que se parece a la tía Huay y que tendrá una relación amorosa con un pez). Luego vendrá el funeral y, finalmente, el sobrino devenido en monje y la tía Huay se irán a tomar algo mientras suena un bellísimo tema musical, aunque quizás jamás salieron de su departamento y se quedaron viendo televisión.

La legítima ganadora de Cannes 2010 es una película inclasificable. El sonido de la jungla, la sonoridad del lenguaje tailandés, la lógica narrativa y el montaje elegido por Weerasethakul, además de la interacción entre vivos y muertos, la mitología y la Historia, el Budismo Theravāda y el pop, constituyen el universo misterioso de este filme capaz de llevar al espectador a un estado de trance. La espiritualidad lúdica de la película y su sentido lúcido sobre la finitud de la vida humana funcionan como anticuerpos de cualquier asimilación banal. Se trata, en última instancia, de aliviar los pesares y de conjurar poéticamente el fin del aliento.

Esta crítica se publicó en otra versión en el diario La voz del interior durante el mes de mayo 2011

* En este blog se puede leer otra crítica sobre el mismo film, la que fue publicada en distintos medios gráficos.

Roger Koza / Copyleft 2011