DIARIO DISCRETO (3)

DIARIO DISCRETO (3)

por - Festivales
05 Sep, 2010 07:05 | comentarios

Por Roger Alan Koza

Más discreto aún, y preparando una nota para mañana. El festival se termina, ya están los ganadores, aunque recién se sabrá mañana por la mañana. Por ahora, esta entrevista a Leandro Listorti.

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Formalmente rigurosa y sociológicamente incómoda, la opera prima de Leandro Listorti, Los jóvenes muertos, se propone documentar y examinar los suicidios de casi treinta jóvenes en un pueblo de Santa Cruz llamado Las Heras, en la mítica y turística Patagonia.

A la hora de racionalizar estos suicidios en masa, pero no simultáneos, ningún discurso alcanza a entender los motivos comunes de toda una generación suicida. Habrá quienes aduzcan causas demoníacas, religiosas y míticas para comprender estas conductas juveniles autodestructivas, y, sin excepción, serán todas declaraciones estériles, que funcionan más como un síntoma y un diagnóstico. Es que aquí las imágenes son en sí un discurso: Argentina es un país supersticioso, subdesarrollado, y, fundamentalmente, una nación estructuralmente desarticulada en todos sus órdenes. Todos los planos fijos de Listorti son una radiografía de varias décadas a la deriva con víctimas que tienen nombre propio.

ENTREVISTA A LEANDRO LISTORTI

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Más discreto aún, y preparando una nota para mañana. El festival se termina, ya están los ganadores, aunque recién se sabrá mañana por la mañana. Por ahora, esta entrevista a Leandro Listorti.

Más discreto aún, y preparando una nota para mañana. El festival se termina, ya están los ganadores, aunque recién se sabrá mañana por la mañana. Por ahora, esta entrevista a Leandro Listorti.

Roger Koza: ¿Por qué elegiste hacer un film sobre jóvenes vinculados al suicidio?

Leandro Listorti: En un principio la idea que me atrajo era la del misterio que rodea el tema del suicidio. A eso se le sumaba el hecho de que hubieran sucedido varios en el mismo lugar. Un interés bastante básico, hay que reconocer. Pero al interiorizarme un poco más en el tema y en el lugar, descubrí que había varios otros puntos de interés, desde lo humano y desde lo cinematográfico. Finalmente creo que la película terminó siendo un poco menos acerca del suicidio que lo que era cuando existía como una idea.

RK: ¿Cómo supiste que en Las Heras se había dado este fenómeno social?

LL: Leí una nota en un diario. Guardé el recorte con la idea de hacer algo en algún momento y al año siguiente volví a leer acerca del asunto en otro diario. A partir de ahí fui dándole vueltas en mi cabeza, pensando la mejor manera de aproximarme al tema. Desde entonces no volví a leer notas o comentarios al respecto en los medios, pero el proyecto ya estaba encaminado a convertirse en una película.

RK: ¿A qué se debe la inteligente elección de mantener a los que han sobrevividos a sus muertos en un total fuera de campo, lo que está (onto)lógicamente vinculado, a mi parecer, con no tener acceso a imágenes de los jóvenes en vida?

LL: Desde un comienzo sabía que la presencia de personas entorpecería la imagen que tenía en mente de lo que debería ser la película. Siempre pensé que teniendo protagonistas que no aparecen en pantalla tendría que ser cuidadoso en relación a quienes sí lo hacían, ya que existía el riesgo de que les quitaran importancia. Y tener un grupo de personas hablándole a cámara, esos cuerpos no aportaban nada más que lo que decían, por eso su presencia se convertía en algo superfluo. Por eso la decisión de mantenerlos en off aparecía como la mejor opción. Por otro lado las imágenes de los lugares vacíos remiten a un tiempo ambiguo, que bien puede leerse como un pasado (durante los 90’, cuando YPF fue privatizada y la mayor parte de sus habitantes que trabajan en la extracción del petróleo debieron abandonar el pueblo) o un futuro (una posible postal del lugar luego del suicidio masivo de los jóvenes).

RK: Tu documental denota un rigor ostensible en la puesta en escena, ¿cómo la concebiste?

LL: La idea de trabajar con fílmico y de centrarse en espacios vacíos definió claramente la puesta en escena. En base a fotografías que tomé y a los relatos que fui recogiendo durante los varios viajes que hice al lugar, fui construyendo una idea en mi cabeza y una serie de anotaciones y story boards que determinaban el tamaño de los planos y las puestas de cámara posibles. Pese a que tuvimos un rodaje breve e intenso, logramos mantener viva la posibilidad de improvisar y tomar decisiones in situ acerca de cómo filmar muchos de esos espacios de acuerdo a factores como la luz o a los desafíos que presentaba cada locación. Para ello fue fundamental el talento y la buena disposición del equipo técnico.

¿RK: A qué se debe el hecho de combinar paisajes naturales y edificios o inmuebles que remiten a los jóvenes?

LL: La intriga central del proyecto tiene que ver con explorar lo que queda de nosotros después de haber vivido una vida, después de muertos. Buscar marcas, pistas, impresiones que hayan quedado tanto en el paisaje como en los objetos y espacios cotidianos. Sin saber exactamente qué se puede llegar a encontrar, si es que algo visible permanece y que puede variar de espectador a espectador. Por ahí va mi interés personal, por lo tanto registrar esos lugares y proponer una nueva mirada me obligaba a recorrer con la cámara todos esos espacios, los naturales y los fabricados por los habitantes del pueblo, ya que todos guardan una relación más o menos directa con los jóvenes que ya no están.

RK: Hay ciertas tradiciones sociológicas que relacionan el suicidio como un síntoma de un malestar social mientras que existen otras explicaciones que reducen el suicidio a una mera cuestión existencial y privada. ¿Cómo ves y posicionás tu película respecto de esas dos tendencias? Tu película ofrece varios indicios, o respuestas difusas, ¿las buscaste o simplemente llegaron por azar?

LL: Creo que la película plantea esas dos ideas. Por un lado están los espacios públicos, comunes a los jóvenes que se quitaron la vida y a los que continúan viviendo en el lugar, que hablan claramente de algo común a todos. Algo compartido por la sociedad y que siempre estuvo, y permanece, al alcance de cualquiera. Y por otro lado, tenemos los interiores, íntimos, privados, y más misteriosos que nos acercan a ese interior inexplorable de las personas que murieron. Uno como espectador, y como parte de la sociedad, no puede más que adentrarse en esas historias y en esos lugares y mirar alrededor y escuchar, y buscar indicios o razones. Pero es una búsqueda que está condenada desde el comienzo al fracaso.

RK: ¿Tenías alguna referencia estética a la hora de filmar Los jóvenes muertos? ¿Reconoces influencias en tu película?

LL: Al ser un proyecto algo arriesgado, investigué acerca de otras películas que tuvieran una búsqueda similar, ya fuera en lo estético o en lo temático. Volví a mirar algunas películas que había visto hace un tiempo y descubrí nuevos realizadores que se acercaban a lo que yo quería hacer, como Jennie Olson (The Joy of Life) o Travis Wilkerson (An Injury to One). Sus películas no sólo me servían como referencia sino que me ayudaban a que otras personas vieran que era posible hacer lo que yo estaba proponiendo realizar.

Las influencias son más difíciles de precisar, porque veo muchísimo cine. Pero estoy seguro que directores como James Benning o Heinz Emigholz, que están entre mis favoritos, ejercieron una influencia más o menos inconscientes.

RK: ¿Has pasado tu película en Las Heras? ¿Cómo fue la recepción?

LL: No, todavía no se proyectó en Argentina. Estamos pensando un estreno chico para poco después de mitad de año, y a partir de ahí la posibilidad de mostrarla en distintos lugares del país, incluida Las Heras. Un lugar que al no tener cine, como tantos otros pueblos de Argentina, implica también la tarea de acondicionar un lugar para la proyección.

RK: Después de participar en IDFA, el año pasado, y pasar por varios festivales, ¿qué expectativas tenés con tu película?

LL: La película está invitada a participar en algunos otros festivales internacionales, y está la idea de estrenarla en Buenos Aires que ya mencioné (se estrena en este mes de septiembre). El objetivo es que se pueda ver en la mayor cantidad de lugares, por lo que estamos trabajando en el armado de una productora y distribuidora propia (junto con el montajista de mi película y también realizador, Felipe Guerrero) para esta y otras películas de este estilo que suelen enfrentar dificultades mayores a las que se topa cualquier película independiente, tanto a nivel nacional e internacional.

Fotos: 1) Cine del festival; 2) Los jóvenes muertos

Roger Alan Koza / Copyleft 2010