CRÓNICAS MEJICANAS 5

CRÓNICAS MEJICANAS 5

por - Festivales
12 Mar, 2008 08:47 | Sin comentarios

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE EN GUADALAJARA 11/03/08

Por Roger Alan Koza

¿Qué puedo escribir? ¿Qué puedo decir sobre las películas vistas hoy? En primer lugar, nadie parece estar irritado por el cine que se está viendo en el festival. El ritual se instituye: a las nueve van llegando los mismos de siempre con sus credenciales. Serán unos ciento cincuenta personas rotativas que ven entre dos a cuatro películas por día. Aplauden, ríen, quizás lloren, pero pocas veces discuten y se molestan. El máximo comentario de pasillo que pude escuchar fue que Eimbeck era pretencioso por filmar en cinemascope.

Quien sigue viniendo a las funciones es el gordo Brian De Palma. Es simpático y a pesar de su espesor considerable pasa desapercibido. Es un gusto verlo en la séptima fila u octava fila, siempre acompañado por la crítica Sandra Zacharek. Debe ser uno de los pocos directores que van al cine durante el festival. El resto aparecen en la ronda de preguntas y respuestas de sus películas. Solanas estaba en la función de Lake Tahoe, pero a los 40 minutos se mandó a mudar. Hoy De Palma dejó la sala a la mitad de la primera función del día. El film era Desierto adentro, y fue, sin dudas, la única admisible de tenerse en cuenta.

¿Un film anticlerical? ¿Un film sobre la fe? México, el segundo país católico del mundo no cuenta, paradójicamente, con una historia de tolerancia religiosa. Desierto adentro supone contextualizar su programa filosófico de crítica al ascetismo religioso en el conflicto conocido como la Guerra Cristera, por lo que durante tres años consecutivos, de 1926 a 1929, se enfrentaron quienes apoyaban una secularización profunda del Estado contra quienes defendían a los religiosos y reaccionaban ante la concreta disminución del poder clerical. La única palabra que remite a ese episodio histórico es el término federación.

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Pero la película arranca allí, en ese tiempo, y elige a una familia como objeto de estudio, no tanto como institución básica que expresa en miniatura el conflicto social entre modernidad y tradición, sino como un conjunto posible de estudiar en función de comprender los efectos del discurso religioso sobre la conducta humana. A partir de allí, el film de Rodrigo Plá sigue el proceso de descomposición psíquica de un padre. Religioso, obediente, creyente de pura cepa, este jefe de familia tiene que remontar la muerte de su mujer y la de uno de sus hijos. Y tiene que sobrevivir con el peso de la culpa, pues cree que su hijo ha muerto por su imprudencia. De la culpa pasará a la penitencia, constituirá una estética de la penitencia y habrá de legislarla al resto de su familia. Y esperará una señal celestial que confirme su absolución.

Recargada de simbolismos y propensa a la abstracción metafísica, Desierto adentro propone una fenomenología de la experiencia religiosa y su veredicto es taxativo: la religión es una demencia con consenso, una locura aceptada. Una sentencia de Nietzsche concluye el relato. La cita reza: «El desierto crece: ¡Ay de aquel que cultiva desiertos en su interior!

Sin embargo, en un inicio, lo que están a favor de la reforma constitucional en pos de una restricción de la autonomía de la iglesia católica son presentados como  bandoleros, crueles y deshumanizados, como si el pueblo y sus pastores fueran víctimas de un furor intransigente por acabar con la iglesia y sus feligreses.

Formalmente ambiciosa, Prá utiliza en varias ocasiones secuencias animadas, que habrán de yuxtaponerse,  en un pasaje logrado que cierra la película, como cuadros vivientes colgados en una pared, y que están en contrapunto con una extraña versión de una crucifixión fallida. Es posible que gane algún premio. Veremos.

 

El resto fue verdaderamente abominable. All inclusive, una comedia existencialista de clase media, y siguen, cuenta la historia de una familia que se va de vacaciones a un Spa en las playas de Méjico y la estadía opera una catarsis familiar generalizada. El padre porque unos análisis médicos dicen que le quedan tres meses de vida; la madre porque está aburrida y lee a Cohelo; uno de los hermanos, porque le saca foto a todo con tal de no estar en contacto con la realidad; una de las hermanas, porque el verdadero motivo de su reciente divorcio es que le gustan las mujeres, mientras la otra hermana fuma porro y encuentra un padre sustituto que medita entre las rocas. Y todo ello frente a un inminente huracán que acecha la región del Spa. Una boludez esotérica y atmosférica, que ratifica que la autoayuda, el esoterismo consumista y el sentido común son la regla, pues a nadie parece irritarle lo que están viendo.  

El esoterismo triunfa. Desierto Sur, una película de españoles pero que se presenta como chilena, también cree en los misterios de la vida y en el significado oculto de los acontecimientos. Tras la muerte de su madre, una joven descubre que la difunta tuvo un amor secreto con un hombre que vive en Chile. Se le ocurre que tiene que ir hasta allí para esparcir las cenizas de su madre.

Más un travelogue que un road movie, el film de Shawn Garry, es una excelente introducción al turismo en el norte de Chile. La belleza del desierto de Atacama es incuestionable, y quizás no necesiten de los mil filtros con que se ha elegido retratarlo. Pero el pasaje vence a la cámara, y también a la película, que en su relato incluye a un argentino narcotraficante pero sensible y amoroso, a una punk buena gente, un poco de acción y mucha banalidad adolescente.

Y el esoterismo también triunfa en Perpetuum Mobile II, en busca de una voz, película que está en la competencia de documentales mejicanos y que intenta ser una película de corte experimental y es sin dudas un juego delirante de asociación libre que podrá o no ser terapéutico, pero que, una vez más, socava la seriedad del festival. No se puede programar una película que filma caracoles mientras afirma que la voz está en el corazón, y que de allí corta para visitar una escuela de música en la India, y luego se ocupa de la recolección de vegetales en Méjico. Además, se ve muy mal.

En un segmento del catálogo se puede leer: «Los personajes que entretejen este documental de ensayo son blablablá…. Y agrega: Werner Herzog, afamado director de cine, durante la grabación de la música para su película The Wild Blue Yonder, a quien vemos interactuar con los cantantes y músicos en un estudio en París; y la directora, quien narra la historia». Si uno se fía de lo que dice el catálogo, así me pasó, llega a la función creyendo que la directora se ha contactado con Herzog, y lo incluye en su trabajo. Ocurre que las apariciones de Herzog son literalmente fragmentos del bonus track del DVD editado en Estados Unidos del film mencionado en el texto. Me fui 15 minutos antes de que termine la, pero si no se aclara lo de Herzog es estafa.

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La sorpresa del día fue un documental acerca de la explotación minera en un pueblo comunitario de Ecuador y cómo esta comunidad organizada enfrenta a las mineras. El tema es muy contemporáneo, sobre todo si uno vive en la región del valle de Punilla o en la Patagonia. Pero Después de la niebla es otra cosa: es un testimonio excepcional sobre un pueblo cuyos miembros parecen experimentar una noción de sujeto que nada tiene que ver con la percepción dominante de cualquier ciudadano de una democracia liberal occidental. En efecto, el tipo de resistencia que practican, primero ante una minera japonesa que consiguen expulsar, y luego contra una minera canadiense que les llega a enviar paramilitares, excede la interpretación. Aquí, los miembros del pueblo se perciben como un ser colectivo, y de esa percepción construyen una estrategia de lucha que desconcierta a la milicia, a las minerías y a los funcionarios del Estado.

Las realizadoras entienden que no basta con seguir y documentar un conflicto social sin pensar y cuidar la forma con la que se trabaja el registro. La puesta de escena, esencialmente, rige, y cuanto más consciente es el director de ello mayor es el provecho que puede obtenerse del cine para decir y mostrar algo del mundo. La urgencia histórica parece haber desgravado y neutralizado la responsabilidad del documentalista respecto de su concepción formal. Cualquiera entonces puede atribuirse el rol de documentalista, si es que tiene una cámara a su disposición. Pero no habrá documental sino hay una puesta en escena, noción subjetiva que trastoca el poder del objetivo.

Fotos: 1) Brian De Palma en Guadalajara; 2) fotograma de Desierto adentro; 3) fotograma de Desierto Sur; 4) fotograma de Después de la neblina.

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