CRITITWEET (04): 007 OPERACIÓN SKYFALL

CRITITWEET (04): 007 OPERACIÓN SKYFALL

por - Críticas, Crititweet
07 Nov, 2012 02:14 | comentarios

007 Operación Skyfall / Skyfall, de Sam Mendes, Reino Unido-EE.UU., 2012

Por Roger Koza

007 Operación Skyfall empieza muy bien. La persecución que finaliza con una lucha cuerpo a cuerpo en el techo de los vagones de un tren posee un montaje inteligente. Plano detalle, plano general, movimientos circulares veloces. Geometría y timing.

Así, Bond parece imbatible y su inteligencia práctica para resolver en segundos situaciones insólitas se puede intuir a través del montaje. Él mira y resuelve; el montaje, mientras tanto, reproduce la observación, su decisión y la resolución.

Pero Bond muere.

Y luego resucita, hasta quizás descanse un poco. Pero no: Bond necesita siempre obedecer; allí está su placer y es por eso que acostarse con alguna belleza exótica más bien lo deprime (no tanto jugar con escorpiones y tomar un poco).

Bond regresa y su adorable madre putativa, M, lo admitirá. Por un hijo una madre hace cualquier cosa, incluso alterar los exámenes físicos de un Bond disminuido.

Después llegará el malvado de turno. ¿Acaso Bardem se fugó del film de los Coen? ¿Un hijo no reconocido de Hannibal Lecter? Su maldad no responde aquí a ninguna voluntad de poder. Su terrorismo informático es un método terapéutico; el objetivo real es casi edípico y esparcir el mal en el mundo resulta secundario.

Tema principal: el espionaje analógico y físico se mide ahora y prueba su legitimidad respecto del espionaje digital e inmaterial.

Observación general: los superhéroes y los agentes secretos ya no se definen por sus acciones; es la hora de la psicología profunda. Se trata de legitimar lo que está detrás de un disfraz a menudo ridículo y de maquillar el estereotipo del agente secreto.

Observación específica: la psicología desplaza la exposición ideológica. Los traumas de Bond y su melancolía son ostensibles, y así olvidamos su reconocida misoginia y su aristocracia pop. O más bien se sustituyen los viejos atributos por otros.

Segunda observación específica: Bond ya no es un agente de la oligarquía británica y un fiel guardián del imperio y sus simpáticos reyes. Es un desamparado; ya ni siquiera está la escena final en el que sus proezas militares se recompensan con un buen polvo en alguna isla perdida del mundo.

Primera y última observación secundaria: la elegancia textil de Bond no calza con su físico. El cuerpo es proletario, y quién nos dice si en el próximo capítulo el deseo de 007 se orienta hacia “el amor que no se atreve a decir su nombre”.

Primer y último elogio: sí, hay una gran secuencia en el film de Sam Mendes. La lucha cuerpo a cuerpo en un rascacielos de Shanghái es extraordinaria (aunque la resolución narrativa de la escena es intrascendente).

En otro tiempo, un film de Bond consistía en descubrir avances tecnológicos ingeniosos, verificar (involuntariamente) sweatshops en países exóticos y transitar sin agotamiento alguno un relato liviano y divertido. El inconsciente político del film estaba brutalmente expuesto. No había posibilidad de equivocarse.

Síntesis general: es el fin de la era del puro entretenimiento. Hoy entretenerse es entrenarse en los misterios del alma y en la mitología del Yo.

Advertencia política: el enemigo vive en las sombras. Bond sabe de ellas y nos defiende, e incluso sufre por nosotros y jamás capitula.

Roger Koza / Copyleft 2012