CRÍTICAS BREVES (46): POLICEMAN / HA SHOTER

CRÍTICAS BREVES (46): POLICEMAN / HA SHOTER

por - Críticas, Críticas breves
20 Dic, 2013 09:18 | comentarios

**** Obra maestra ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

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Policemen / Ha Shoter, de Nadav Lapid, Israel, Italia, 2011 (***)

Por Roger Koza

Podría ser un axioma, sobre todo cuando se insiste en el cine como espejo fiel de una sociedad y sus prácticas. Pero el cine más interesante es aquel que muestra no tanto lo que se refleja en el espejo-pantalla sino lo que está atrás y no se refleja. Un filme israelí con tiros, secuestros y extremistas lleva a una asociación obligatoria y al sospechoso de siempre, personaje conceptual por antonomasia y protagonista de un drama inaceptable: los palestinos. Filme político por excelencia, la ópera prima de Nadav Lapid devela prodigiosamente los antagonismos internos de la sociedad israelí. La extrema derecha y los radicales de izquierda se desnudan como mónadas: se desconocen y, eventualmente, se odian; los palestinos funcionan como el gran fuera de campo del filme: se los nombra una sola vez, pero de esa confrontación entre iguales depende un posible lugar para el desigual en este mundo sostenido en el artificio y la violencia. Policeman está dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera gira en torno a la vida de un grupo de policías de élite. Son todos amigos. Uno está a punto de convertirse en padre, otro tal vez tenga un tumor en el cerebro. La cotidianidad de los policías se define por la abstracción, la distracción y la acción. La segunda parte se centra en la preparación de un secuestro por parte de un grupo revolucionario dispuesto a cambiar de raíz la vida política de Israel. Están dispuestos a todo. En el final, la intersección de esos mundos será inevitable. Del magistral plano inicial en el que los policías practican ciclismo y el envión del pedaleo simula visualmente un travelling hacia adelante en el que el rostro de Yaron queda expuesto por momentos en un primer plano, al plano final en el que la mirada de Yaron expresa el desconcierto absoluto frente a las consecuencias de la razón que justifica las armas, Lapid zanja un problema casi irresoluble para el cine: filmar una toma de conciencia. Si un debutante ha filmado esa transformación invisible hay que retener su nombre y esperar por sus nuevas películas.

Roger Koza / Copyleft 2013