BELLE TOUJOURS

BELLE TOUJOURS

por - Críticas
05 May, 2009 02:32 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

CIERTAS PERVERSIONES DE CLASE

belle_toujours_03_jpg

Belle toujours, Francia-Portugal,  2006.

Escrita y dirigida por Manoel de Oliveira

**** Obra maestra     

Este homenaje a Luis Buñuel por el cineasta más viejo del mundo puede pasar por un film menor del portugués, pero es un ejemplo condensado de puesta en escena y una discreta obra maestra menor

Portugal es una cantera de maestros de cine. Pedro Costa, João César Monteiro y Manoel de Oliveira, el responsable de Belle toujours, cuya carrera se inició en tiempos del cine mudo y que en la actualidad tiene 100 años. Una proeza fisiológica, aunque el secreto de Oliveira no reside en su destino genético, sino en su libertad soberana conquistada al tiempo.

Belle toujours es una relectura y secuela heterodoxa de un clásico de los ’60, Belle de jour, dirigida por Luis Buñuel, a quien está dedicada la película. Aquí se reencuentran azarosamente dos personajes del filme de Buñuel: Séverine (sin Catherine Deneuve, pero reemplazada por otra quintaesencia del cine galo: Bulle Ogier) y Husson (Michel Piccoli, en ambas películas). Séverine, 38 años atrás, amaba a su marido, pero, frígida y burguesa, podía hacerlo sólo engañándolo. A la tarde trabajaba en un burdel sofisticado, su modo particular de satisfacer sus pasiones masoquistas. Fue en esa época que Séverine tuvo como cliente ocasional a Husson, un gran amigo de su marido.

Ahora, fallecido el cornudo, ¿Husson le habrá contado en vida a su marido los menesteres inconfesables? Es una pregunta que Séverine, quien dice haber cambiado, ha llevado consigo por mucho tiempo. Su curiosidad no es culposa, más bien intenta descifrar la genealogía del pretérito dolor de su cónyuge. Si en un principio, tras reconocerse en un concierto, Séverine no saluda a Husson, la necesidad de saber la lleva a aceptar la invitación a una cena, ofrecimiento que llega después de que Husson la persigue por todo París.

Hay un pasaje clave que sintetiza la mirada del sabio lusitano: buscando a Séverine, Husson visita el Royal Vendome, un selecto bar nocturno de prostitutas. Allí mantendrá una conversación con un barman, a quien Husson le cuenta la historia de Séverine, su marido y él. El barman sostiene que es más fácil confesarse con un extraño –bajo esa premisa comienza Singularidades de uma rapariga loira (2009)–, pero aquí la importancia del diálogo pasa por la diferencia de clase entre un aristócrata y un trabajador. El barman se sorprende de cómo algunos viven sus deseos y perversiones, de lo que se predica que la pertenencia de clase constituye la textura de las fantasías y los goces. Esto se refuerza cuando el barman compara la complejidad de la vida de sus clientes pudientes con las prostitutas del bar, a las que califica de ángeles.

La elegancia formal de Belle toujours se extiende a la totalidad de sus planos. Véase en el plano 84, mientras Husson y el barman charlan en el bar, cómo el director propone un falso plano / contraplano utilizando un espejo. Obsérvese el oscurecimiento paulatino durante la cena; es una pintura en movimiento. El dominio sobre la luz es indiscutible.

Belle toujours es también una película sobre París: las panorámicas de la ciudad, los planos generales sobre las esculturas y edificios indican la historia contenida en el espacio público. Y están esos 10 minutos iniciales con la octava sinfonía de Dvorak, lo que nos recuerda que el cine de Oliveira ha sido siempre un elogio sobre la civilización, el trabajo de nuestra especie por superar su condición animal, no exenta de excentricidades y perversiones.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de mayol de 2009