Por   Jorge García

Lo conocí hace unos cuantos años en el festival de San Sebastián y de entrada me impresionó su bonhomía y la entereza con que enfrentaba su desigual lucha contra el cáncer que lo aquejaba desde hacía tiempo. Había leído algún libro suyo (Los cines periféricos) y varios artículos sobre cinematografías poco transitadas en la revista española Nosferatu y esa pasión por cines casi desconocidos en Occidente la concretó luego en su tarea como programador en el festival Cines del Sur de Granada, al que tuve la suerte de concurrir durante sus primeras cuatro ediciones (aquellas en las que Alberto trabajó). Allí pude tratarlo más en profundidad y apreciar sus enormes conocimientos en el tema y disfrutar de su siempre muy agradable compañía. Su salud continuaba dándole continuos sobresaltos pero las noticias que periódicamente recibía no hacían presumir un desenlace inmediato. Su ausencia será difícil de reemplazar.

Jorge García / Copyleft 2014