AJUSTE DE CUENTAS / GRUDGE MATCH

AJUSTE DE CUENTAS / GRUDGE MATCH

por - Críticas
03 Feb, 2014 10:59 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

LA DISCRETA DIGNIDAD DE ALGUNOS DINOSAURIOS

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Ajuste de cuentas / Grudge Match, Estados Unidos, 2013

Dirigida por Peter Segal. Escrita por Tim Kelleher y Rodney Rothman

** Válida de ver

No es un bodrio, tampoco una maravilla, y aún así hay algo interesante en este film destinado con cierta justicia al olvido sempiterno. 

¿Qué tienen en común Sylvester Stallone y Robert De Niro? Si no fuera porque están juntos en esta comedia de Peter Segal, la pregunta parecería inadecuada, casi una provocación. Supuestamente, el primero es un tronco inexpresivo, una pieza anabólica de gimnasio cuyas recientes operaciones faciales terminaron de impedirle cualquier gestualidad sugerente. El segundo es para muchos uno de los grandes actores de todos los tiempos, capaz de expresar todas las emociones con cada centímetro de su cara. ¿Es realmente así?

Una vía para examinar Ajuste de cuentas es justamente pensar la confrontación oblicua de dos métodos de interpretación. No sólo se enfrentan Rocky Balboa y Jake LaMotta (el boxeador interpretado por De Niro en Toro salvaje de Scorsese), sino también los propios actores y las escuelas interpretativas que representan y que nada tienen en común. Cuando se preparan para la pelea final, tras 30 años de espera, los métodos de entrenamiento son signos que van más allá del deporte: Stallone apela al esfuerzo; De Niro cuenta con todos los medios. Intuición y fuerza contra conocimiento y estudio. ¿Quién gana ese duelo secreto?

La historia es sencilla: Henry “Razor” Sharp (Stallone) solamente ha perdido una pelea, con Billy “The Kid” McDonnen (De Niro), y viceversa. Están empatados. La gran revancha no tuvo lugar cuando eran jóvenes por un asunto de alcoba. La aparición de la bellísima Kim Basinger explicará la situación, y más aún cuando el entrenador de Billy termine siendo su hijo, a quien acaba de conocer. Alan Arkin encarna al viejo entrenador de Sharp, casi canalizando a Burgess Meredith en su papel de entrenador de Rocky.

Si bien el film es una suma de lugares comunes, hay cierta nobleza (baladí) y algún que otro gag que lo salvan de la total insignificancia. Segal y compañía están empecinados en emocionar y divertir, pero aún así se vislumbra parcialmente la actual precariedad laboral estadounidense. Si bien la puesta en escena es mecánica, cada tanto hay algún atisbo de elegancia, como un plano al comienzo en el que se ve a Stallone meditabundo en una confitería y algunas panorámicas para situar el lugar donde vive Henry.

Es extraño que se este film sea considerado deportivo; es cierto que una pelea articula el relato y su propio marketing, pero nadie puede creer seriamente que dos figuras hollywoodenses en las postrimerías de la tercera edad puedan protagonizar un film deportivo, excepto si se tratara de una historia en torno a dos campeones de bochas. ¿Qué es entonces? Sin duda, se trata de una comedia familiar heterodoxa, pero no solamente.

Ajuste de cuentas, como otras películas recientes con viejas estrellas que presienten el crepúsculo de su hegemonía y aceptan su parodia, es una forma (de producción) destinada a sortear la decadencia y la expulsión de toda una generación ya envejecida que pronto será fantasma y osamenta. El cine de hoy celebra la juventud no solamente como un estadio de crecimiento privilegiado y gozoso sino como modo de existencia ideal. Es el tiempo de Los juegos del hambre y Crepúsculo, no el de Ajuste de cuentas y Jinetes del espacio. Frente a la juventud eterna como mandato están estas películas menores como correlato inverso de la lógica que domina el espectáculo. Es por eso que hay algo del orden de lo real que poco tiene que ver con la simpatía, a veces patética e impostada, de los viejos piolas. De allí la importancia de una escena que funciona como un buen momento cómico en el que los dos legendarios boxeadores tienen que ir separadamente a un set para filmar una pelea digital. Los rivales se encontrarán y eso propiciará una pelea cuerpo a cuerpo. No es casual que finalicen rompiendo todo. Allí también pelean dos edades del cine.

El personaje de Arkin en un momento se define como un dinosaurio. Stallone, De Niro, el propio Arkin son viejos dinosaurios de la industria. Con el paso de los años, cierta dignidad resplandece. La resolución de la pelea es un modo tosco de trascender el éxito, pero el golpe final viene en los créditos. Es un gag magnífico y es ahí donde reside la fuerza moral de la película.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior en el mes de enero 2014

Roger Koza / Copyleft 2014