312 PALABRAS SOBRE EL RENACIDO: LA ESTÉTICA DEL PADECIMIENTO

312 PALABRAS SOBRE EL RENACIDO: LA ESTÉTICA DEL PADECIMIENTO

por - Ensayos
31 Ene, 2016 04:05 | comentarios

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Por Roger Koza

El sufrimiento cotiza en Hollywood e impresiona a todos aquellos que creen que la verdad anida en el padecimiento extremo. Nunca veremos en la risa y el júbilo (es decir, jamás se vindicará a la comedia) la forma de expresión más humana y profunda. Nuestro cristianismo genético cree en las llagas.

Así, las garras de un oso despedazando el cuerpo de nuestro caucásico más querible entre los ricos de la industria nos incitará a las genuflexiones. El propio filme propone el iconográfico repertorio religioso que contextualiza el dolor. Véase como prueba de (la) fe esa horrible secuencia en la que el fantasma del hijo visita al padre en una iglesia destruida en el medio de la nada. Delirio del sufriente, inconsciente del filme, la clarividencia espiritual adviene por el martirio. La intensidad del sufrimiento y la estética del sadismo que lo acompaña resultan en un placebo de profundidad existencial.

Dos méritos, los únicos: la elección de las locaciones; algunos desplazamientos virtuosos en el registro (el mejor, el plano secuencia de una persecución asesina a caballo). El Chivo Lubezki, el director de fotografía, es un genio, pero su excelencia resulta excesiva (por ejemplo, la proliferación gratuita de planos en contrapicados de los árboles del bosque) y contraproducente: la sofisticación formal (que es visual y no sonora) ni siquiera llega a proteger la vulgaridad espiritual de la trama, su primitivismo cívico que alcanza una lucidez a la medida de la inteligencia de una hormiga cuando un aborigen pasa a otro mundo «dejando» como testamento una impugnación dedicada a toda la especie: “Todos somos salvajes”.

Excepto que validemos la (in)esperada virtud de la ignorancia, si uno quiere aprender algo de la época y un poco de la cultura de los sioux y los pawnee tendrá que recurrir a otras películas o leer ensayos como corresponde. Con películas así, en todo caso, todos seremos virtuosamente ignorantes.

Este texto fue publicado (y comisionado) por La voz del interior (para la columna dominical Miradas opuestas) en el mes de enero 2016

Roger Koza / Copyleft 2016