28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA (11): EN LA ESPERA DEL MOMENTO INSÓLITO

28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA (11): EN LA ESPERA DEL MOMENTO INSÓLITO

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18 Nov, 2013 12:04 | comentarios
Los Insolitos

Los insólitos peces gatos

Por Santiago González Cragnolino

La ópera prima de la mexicana Claudia Sainte-Luce, Los insólitos peces gatos, participa en la competencia latinoamericana, una de de las tres competencias oficiales del festival de Mar del Plata. El film hace distintas escalas. En su transcurso las imágenes toman dimensiones diversas, pero siempre lo hacen en bloque. Los estados anímicos de Claudia, su protagonista, tienen su correlato en alguna fórmula cinematográfica para convenir emociones. Así, en el comienzo de la película, para transmitir el ensimismamiento del personaje, los planos son primerísimos primeros planos y planos detalles, acompañados por sonidos que resuenan atronadores. El solipsismo por vía del maximalismo sensorial. Cuando la idea es transmitir la confusión de Claudia al ingresar a la vida de una nueva familia, la cámara en mano es nerviosa, se mueve siguiendo las incontables entradas y salidas de los personajes, en lo que parece una puesta caótica y espontánea, pero es una coreografía calculada a la perfección. Un último ejemplo: si en la película predominan los colores apagados y los interiores penumbrosos, el momento feliz de la película, la excursión a la playa, la mirada se posa en lo luminoso y parecen surgir varios tonos antes ausentes en la imagen. Todo está resuelto con una coherencia interna férrea y sin dejar nada resuelto al azar.

Siguiendo estas operaciones, la película se torna un asunto más bien académico, donde las decisiones son siempre correctas, pero al mismo tiempo previsibles. La película de Sainte-Luce parece no desapegarse de un plan previo, una idea de cine previa al rodaje más que una forma forjada en la experiencia de filmar y montar un mundo de imágenes y sonidos. Me temo que haya una falta de confianza en la intuición propia, siento una carencia de decisiones tomadas con el estómago. Por detrás sospecho que se rinde cierta pleitesía a su directora de fotografía, Agnès Godard (laureada colaboradora de Claire Denis y otras figuras) y el apego a un guión muy querido por las resonancias autobiográficas.

Finalmente la historia de Sainte-Luce, basada en vivencias íntimas, no se cuenta con una voz propia, o por lo menos esa proverbial voz no se escucha, ahogada por las declamaciones de la convención en torno a una forma de representar los momentos personales.

La corrección formal sólo es tal si existe una forma prescripta para filmar y parece que muchos cineastas se olviden que las reglas pueden romperse, y en el camino quizás hasta inventar nuevas. Y no necesariamente se pide tanto, pero una mínima transgresión parece algo impensado en estas películas. Escribo “estas películas” y pienso “películas de festival”, una idea que, debo admitir, se forma en la mente a base de equívocos y malentendidos. En este mismo festival se puede ver la nueva película de Hong Sang Soo, el último corto de Jean-Marie Straub y el humor trastocado de varios portugueses alterados. También se puede asistir a escenas como esa en la que Pedro, uno de Los Olvidados de Buñuel, le tira un huevazo a la cámara, un momento insólito, un mensaje para el espectador, desde ese momento (1950 o 2013) para todos los tiempos. Quedan entonces estos días pensar qué son las “películas de festival” y porqué ocupan los espacios que ocupan, especialmente en las competencias. Quedan 8 días y algo así como 400 películas.

Santiago González Cragnolino / Copyleft 2013