28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA (09): SEÑALES DE VIDA

28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA (09): SEÑALES DE VIDA

por - Críticas, Entrevistas, Festivales
16 Nov, 2013 03:13 | comentarios
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Escuela de sordos

Por Roger Koza

Ada Frontini es una eximia directora de fotografía nacida en Bell Ville. Fue la responsable de la foto de Tierra de los padres, de Nicolás Prividera (quien haya visto esta película recordará la hermosura de sus imágenes). Después de su cortometraje Paisaje (2008), en su debut como directora, Frontini elige hacer un retrato de la experiencia de una profesora que enseña el lenguaje de señas para sordos.

Escuela de sordos participa en Mar del Plata en la competencia nacional; es una película notable sobre el aprendizaje y nuestra experiencia del lenguaje, llave maestra para estar y ser en el mundo. Es una película solitaria, pletórica de momentos secretamente conmovedores, sostenida en un registro preciso que responde a una inteligencia sensible de cómo filmar el lenguaje sin el sonido que le suele dar vida. Desprovisto de su habitual materia sonora, el lenguaje y sus usuarios exigen al cine una forma. Frontini estuvo a la altura de las cirscunstancias, supo escuchar con sus ojos y nos regaló esta película hermosa.

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Ada Frontini

Roger Koza: ¿Cómo surge la decisión de hacer un filme sobre una profesora de Lengua de Señas Argentina (LSA)? ¿De dónde proviene el impulso de filmar el ejercicio de un oficio amoroso y paciente?  

Ada Frontini: La profesora, Alejandra, es amiga mía desde la secundaria. Es una de las personas que visito, además de mi familia, cada vez que voy a Bell Ville. En nuestras conversaciones sobre nuestros trabajos me empezó a interesar el mundo de sus clases y sus alumnos, lo particular de los vínculos que crea con ellos, y la dedicación y amor que tiene por su escuela (que ella fundó, además). Y también me interesó ese mundo casi exclusivamente visual en el que viven los sordos, donde de alguna manera se afina la percepción de la mirada. Siempre fui una persona más bien tímida, más de observar que de hablar. Supongo que por eso soy fotógrafa, además.

RK: Es curioso que en Paisaje (2008), tu cortometraje de ficción, una niña encontraba una grabadora de cassette en un parque, unas décadas atrás, lo que precipitaba en ella una nueva relación con la música y una obsesión en algunos miembros de su familia por grabar sus voces. Tu film posterior retoma la experiencia sonora a partir de su ausencia radical. ¿Qué es lo que te interesa de la audición, más aún cuando en el cine te has dedicado fundamentalmente a la dirección de fotografía?

AF: Es curiosa la relación que hacés. En el caso de Paisaje, no es tanto una nueva relación con la música sino con el mundo de emociones y sentimientos de adultos que a la nena se le revelan con la escucha de esa canción en particular. En Escuela… me interesó la intensa y a la vez sutil expresividad que implica el lenguaje de señas. Cuando estudiaba cine en Córdoba cerca de mi casa había una escuela de sordos, y me solía quedar mirando las conversaciones que tenían entre ellos en el trole, donde la intensidad y la animación de los diálogos nada hacía pensar en una «carencia» (de lenguaje, de posibilidad de expresión), sino al revés, en un lenguaje exuberante. Una vez más creo que la conexión pasa por lo visual.  Por otra parte, en las dos películas hay pocos diálogos hablados. En Paisaje, hay más imagen-música, y en éste, imagen-sonidos. Si el cine es, de alguna manera, la legitimación de la experiencia audiovisual, siento que ando siempre en los márgenes de lo sonoro y parece que busco un llamado de atención a la audiencia, hacia un mirar que se centra más aún en el mirar, observar el sonido.

RK: Algo sucede, del orden de lo extraordinario, en el octavo plano de la película: es el momento en el que un sordo, probablemente profesor, o al menos él parece interesarle de lleno la experiencia del lenguaje de señas, comparte una cena en la casa de la profesora. En ese plano, las señas sustituyen al sonido y el lenguaje se desprende de la escucha. La potencia cinematográfica es evidente y la puesta de escena aprovecha enteramente ese momento. ¿Cómo concebiste ese pasaje? ¿Por qué en cierto momento la profesora deja de acompañar con su voz las señas que repiten lo que dice?

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Escuela de sordos

AF: Desde el guión estuvo siempre la idea de un encuentro entre Ale y Juan (Juan, es profesor de LSA, y un referente muy importante de la comunidad sorda), y después, con el correr del rodaje, pensé que una cena de ellos dos solos, era lo mejor para lograr que hablaran de lo que a ellos le interesa en común, que es la comunicación de los sordos, dándoles total libertad de que hicieran lo que tuvieran ganas, lo que harían si hubieran estado solos… pero estando yo.  Creo que cuando ella deja de hablar con su voz, y solo sigue hablando por señas (y acompañándose a veces de la modulación de algunas palabras, que él lee de sus labios), es un poco porque se sienten más entre ellos,  se ponen a hablar de sus cosas, y como no le hace falta para comunicarse con Juan, deja de hacerlo (en las clases sí lo hace). Lo cierto es que yo no sé lenguaje de señas, ni tengo tanta facilidad en la lectura de labios, así que filmé a “sordas” casi toda esa escena. No sabía lo que filmaba.                

RK: Al tratarse de la sordera como experiencia, el sonido de la película adquiere una dimensión notable. El mundo suena sin lenguaje, y a su vez el lenguaje empieza a existir de otro modo y, en cierta medida, el mundo también. ¿Cómo se concibió el sonido del film y su relación con el orden visual?

AF: Durante el rodaje, no hubo sonidista oficial. Lo grababa Pablo (Checchi, mi asistente y guionista de la película) o a veces Rodrigo (Alabart, asistente de producción, de cámara, de todo) Asi que todo el peso cayó sobre Martín (Sappia, editor de sonido y quien realizó todos los folleys). Él era el encargado de rescatar ese sonido que grabamos como pudimos, y de inventar todo un mundo sonoro, que no existía. Desde el comienzo apostamos por una banda de sonido muy simple. Conseguir esto en el sonido puede tener su complejidad. A su vez, la película escondía una trampa: uno podía pretender representar el mundo sonoro del sordo, intentar reproducir el modo como escuchan, o no escuchan. Además de ser imposible, eso hubiese sido solamente la representación de lo que nosotros los oyentes creemos. No tenía sentido. Martín propuso construir un espacio sonoro limpio, donde cada sonido se pudiera desgranar.  Dar importancia a cada sonido sin ser efectista, pero intentando mostrar lo que es para nosotros ese universo sonoro y lo que construye alrededor de nuestras vidas.

RK: La película puede ser vista como un amable tratado sobre el lenguaje. Es genial cuando aprendemos que el lenguaje de señas también varía según las regiones del país; las señas tienen tonada, menudo descubrimiento. ¿Ese tema en sí apareció por azar o ya estaba implícito en el concepto general del film?

AF: ¡Yo tampoco lo sabía! Me enteré ahí, mejor dicho, un par de meses después de filmarlo, cuando Ale me tradujo toda la cena. Pensándolo bien, es bastante lógico que cada región tenga sus modismos; es un lenguaje vivo, y por lo tanto, plástico, cambiante.

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Escuela de sordos

RK: Otro descubrimiento del film pasa por mostrar la vida de un lenguaje. Aquí se devela las reglas y los usos, las convenciones y la necesidad; en ciertas ocasiones, se debe instituir signos y señas por necesidad. Esto implica para el cineasta un aprendizaje en filmar diálogos en donde la gente no habla sino gesticula. ¿Cómo pensaste la puesta en escena respecto a la interacción comunicacional de los personajes? En general predominan los planos generales y medios fijos. Este modelo comunicacional parece ir en oposición al plano-contraplano.

AF: Desde la primera vez que fui a la escuela a filmar una clase, durante el proceso de investigación, pensé que el plano fijo de los dos (el que aprende y el que enseña se ven a la vez), era lo más adecuado para mostrar ese proceso de ida y vuelta, del enseñar y aprender. Los planos generales o medios representan de algún modo, también, cómo miran los sordos: tienen que ver en plano grande, pues no pueden perderse nada de lo que pasa en el entorno, no pueden sólo ver el detalle, necesitan de todo el plano para entender lo que está pasando. Y quería poder verlos en el mismo plano, ver el diálogo entero, por así decir.

RK: ¿Cómo fue el trabajo de registro? ¿Había repetición de tomas? ¿Tal vez filmaste por mucho tiempo y de ese material conseguiste encontrar un hilo conductor?

AF: Las únicas tomas que repetimos, y muchas veces, fueron las del citroen andando. Tengo casi cincuenta horas de material. Algunas escenas están registradas con dos cámaras, como la cena y el asado. Filmaba todo, mucho. Quería llegar a una síntesis pero con mucho cuerpo. Sabía que Ale era mi protagonista. El mundo de ella y sus alumnos. El hilo conductor del documental apareció después, en el montaje. Con Pablo (Mazzola, que es el asesor de la película), decidimos tomar la cena entre ellos dos como hilo conductor, porque ahí se presentaba la problemática y la dinámica de la enseñanza a los no oyentes, que es lo que vamos a estar viendo antes y después, a lo largo de toda la película.

RK: La película se presenta como un documental, pero por momentos parece estructurarse como si se tratara de una ficción (mínima). ¿Todos los diálogos fueron azarosos? Por ejemplo: ¿el picnic al lado del río fue una situación inducida o simplemente se trató de una actividad entre otras?

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Escuela de sordos

AF: Todas las situaciones “extracurriculares”, fueron planificadas para ser filmadas, pero suelen tener lugar más allá de la filmación. Ale suele hacer reuniones en su casa con los chicos, puede juntarse a cenar con Juan, puede ir al campo a hacer fotos de cómo hacen el queso, y de paso lo usa para enseñar después a los chicos. Ellos hacen picnics en el parque el día de la primavera, o festejan algún cumpleaños, o van ahí a hacer observación de la naturaleza, por ejemplo.

RK: ¿Cómo organizaste el montaje? La escena que termina con el mosquito es fabulosa.

AF: Filmamos a lo largo de un año, en distintas oportunidades; quería seguir el proceso de enseñanza-aprendizaje a lo largo de todo el año escolar. Cada viaje, volvía a Bs As y ahí seleccionaba todo lo que me gustaba. Así fui armando bloques, secuencias… En la última etapa del montaje, cuando tenía decidido todo lo que quería que estuviera en la peli, pero no podía darle la forma adecuada, recurrí a la ayuda de una montajista amiga, Lorena Moriconi. A quien agradezco, entre otras cosas, que esa escena que mencionás, terminara así.

RK: Las secuencias en las que se ven planos fijos de la plaza, de las aulas y el río y sus árboles se puede comprobar tu oficio de directora de fotografía. ¿Cómo se piensa el registro del espacio en un film en donde el aprendizaje y el lenguaje son los ejes de la película?

AF: El aprendizaje y el lenguaje, en este caso, son muy visuales. Ir a un detalle de las señas sería aislar la seña en sí misma. Se trata de ver todo en plano general; se descubre mucho más que en un plano detalle.“Todos los sordos experimentan cierto reforzamiento de la sensibilidad visual, y tienden hacia una orientación más visual, como explica David Wright: «No percibo más pero percibo de forma distinta. Lo que percibo, y lo percibo con agudeza porque tengo que hacerlo, porque constituye para mí casi el total de los datos necesarios para la interpretación y el diagnóstico de los acontecimientos”. La cita pertenece Veo una voz de Oliver Sacks. Esos momentos de “belleza fotográfica” de la película estuvieron en mi cabeza desde el inicio del proyecto, como un descanso y un recreo.

RK: La película arranca en un festival. ¿Qué expectativas tenés?

AF: Ojalá guste y conmueva. Y sobre todo me gustaría que pueda ayudar de alguna manera a que Alejandra logre, después de 24 años, la oficialización de la escuela como tal.

Roger Koza / Copyleft 2013