120 HISTORIAS DEL CINE / ALEXANDER KLUGE

120 HISTORIAS DEL CINE / ALEXANDER KLUGE

por - Libros
22 Mar, 2011 01:49 | 1 comentario

NOTICIAS DESDE LA ANTIGÜEDAD CINEMATOGRÁFICA

Por Roger Alan Koza

Alexander Kluge es, junto con Jean-Luc Godard, el cineasta que mejor ha comprendido la Modernidad del cine, su relación con la Historia y, principalmente, los vínculos secretos entre la imagen cinematográfica y las operaciones complejas que se suscitan en ese órgano todavía enigmático que es el cerebro.

Quien haya visto alguna vez los famosos programas televisivos de Kluge (que cree en la televisión de autor), sobre todo sus entrevistas, podrá apreciar un sistema dialógico disperso cuya lógica, en una primera visión, podrá resultar antojadiza y heteróclita, aunque una mirada atenta podrá constatar un modelo de asociación singular en el que Kluge va a la búsqueda del pensamiento en su momento de descubrimiento: un cazador del acontecimiento, un intérprete del devenir. Kluge busca, insiste, pregunta, asocia y encuentra. Un ejemplo soberbio se puede leer en las notas y referencias del capítulo 7 de 120 historias del cine. Lo que se lee es la transcripción de un diálogo televisivo entre Godard y Kluge.

Dividido en 7 capítulos, una introducción precisa y lacónica a cargo de Carla Imbrogno y una entrevista especialmente realizada por Imbrogno para la publicación en español, un aporte significativo pues ese apéndice ilumina la secreta arquitectura simbólica de la obra, 120 historias del cine posee ese estilo errático y a la vez elegante del trabajo del autor en televisión: no hay centro y una prosa nomádica se sustrae a la interpretación ordenada y sistemática. Lo que sucede con sus filmes y sus programas televisivos, también sucede con su libro. ¿Se trata entonces de un manual de historia, o acaso de una glosa de los acontecimientos centrales del arte cinematográfico? No, definitivamente no. El título podría sugerir una conexión directa con la monumental obra en video de Godard en la que éste demuestra cómo el cine ha sido la materia y la memoria del siglo XX. Las historias del cine de Kluge quizás compartan el espíritu de esa obra fundamental de Godard, pero trabaja en otro sentido.

En primer lugar, son historias anecdóticas que a veces toman la forma de un cuento breve o de un cuaderno de anotaciones personales. Relato, diario íntimo, crónicas de un viaje, el del cine. Kluge asume la primera persona de muchos de sus protagonistas, e incluso inventa a menudo un interlocutor imaginario que lo interroga sobre un evento u ocasión determinada. Los protagonistas pueden ser nombres desconocidos, actrices famosas del cine mudo, filósofos, científicos y grandes cineastas: Walter Benjamin, León Trotsky, Oskar Negt, Fritz Lang, Joris Ivens, Federico Fellini, entre otros. En una de las historias, Kluge es un protagonista ineludible: la genealogía y constitución del Manifiesto de Oberhausen (1962), el gesto fundacional del Nuevo Cine Alemán. Y su relato sobre la destrucción del cine Capitol, el 8 de abril de 1945 (fue testigo de esto, a los 13 años), denota una precisión visceral y cinematográfica.

En estas crónicas anárquicas y misteriosamente lineales, Kluge se vale de una clarividencia que remite más a un principio cosmológico que filosófico. Kluge afirma: “Para mí el «cine» es inmortal y más antiguo que el arte de filmar. Se basa en la comunicación pública de lo que nos «mueve por dentro»”. A esto Kluge lo denomina “el principio cine”. “Es tan antiguo como la luz del sol y las representaciones de luz y oscuridad en nuestras mentes”. Estas declaraciones articulan el resto de las historias, casi imperceptiblemente. En efecto, la invención de la cámara no es otra cosa que la prolongación de nuestra condición óptica, que define un poco nuestra especie. Desde esa perspectiva el cine mutará siempre, y jamás desaparecerá. Las últimas páginas de 120 historias de cine discuten con nuestro tiempo digital y “el cine de confección”, una expresión textil sobre el cine dominante. Lo que importará siempre es ver cómo el cine y su polimorfa evolución tendrán (o no) consecuencias sobre lo que Kluge llama “esfera pública”, allí donde la intimidad es atravesada por un orden simbólico y el poder como discurso.

Sin duda, el encuentro entre Kluge y el premio Nobel Eric Kandel es uno de los puntos más altos del libro. Aquí, la neurología y el cine se dan cita: ¿qué sucede con nuestro cerebro ante la imagen en movimiento? Una impresión polifónica en donde el trabajo sobre la percepción es activo, y con la que el cerebro fabrica otra película. El cine, parece sugerir Kandel, es una interesantísima gimnasia para nuestro órgano pensante. E incluso más: ¿qué sucedería si la historia del cosmos viajara como imágenes en movimiento? Esta historia, en la que participan el jurista Félix Eberty y Albert Einstein, gira en torno a una especie de cine cósmico universal.

Para el cinéfilo, el delirante proyecto místico entre el cineasta ruso Andrei Tarkovski y Alexander Kluge quizás justifique la lectura del libro. ¿Cómo no sorprenderse ante una empresa fallida de Tarkovski orientada a registrar con su cámara las entidades espirituales descriptas por teósofos y metafísicos como Helena Blavatsky y Rudolf Steiner? Tarkovski murió, y Kluge tan sólo pudo rememorar este episodio desconocido de la historia del cine. Su generosidad intelectual y su curiosidad podrían haberlo conducido a una exploración metafísica en el Tíbet en compañía del realizador de El sacrificio. Un destino extraño pero comprensible para un cineasta y pensador que todavía parece creer en el inacabado proyecto de la Ilustración, lo que no le impide ser un hombre libre dispuesto a filmar la transitoriedad de los hombres, los objetos, la tierra, la lluvia y el sol que nos ilumina.

120 historias del cine, Alexander Kluge, Caja Negra, 307 páginas

Esta crítica fue publicada por la revista Ciudad X en el mes de marzo 2011

Roger Alan Koza / Copyleft 2011