SEMANA DEL 09 al 15/06 EN CINECLUBES
LA CUMBRE: SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470
11 de junio, a las 20.30hs: Herencia y presencia del Cristianismo
Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, Alemania-México, 2007.
131 minutos / No recomendada para menores de 16 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje La lámpara, de Roman Polanski, Polonia, 1959.
La tercera película de Reygadas, ganadora del premio del jurado en Cannes 2007, posee lo mejor de sus dos trabajos precedentes, aunque aquí su aspiración por «esculpir en el tiempo», la bella definición de Tarkovski sobre el arte cinematográfico, lo lleve a revisitar la obra de Dreyer, en especial La palabra. En efecto, el Cristianismo, una presencia constante en su cine, alcanza aquí una nueva dimensión teológica. El inicio y el cierre, planos secuencia de un amanecer y un atardecer cosmológicos, constituyen una epifanía visual y sonora. Habrá también un pasaje fundamental de una precisión formal admirable, en el que se visualizará el cumplimiento de la promesa por antonomasia del Cristianismo (y prueba de que existe otro orden metafísico). Todo ello en una película sobre un triángulo amoroso en el seno de una comunidad menonita alemana en el norte de Méjico, un melodrama austero y contemporáneo en el que el personaje principal, buen esposo y padre de familia, habrá de lidiar con la ingobernable lógica del deseo, no siempre dispuesto a canalizarse en un solo objeto amoroso. El cielo, la tierra y el cuerpo, los verdaderos protagonistas de esta película magistral. (Roger Koza, programador)
LA FALDA: RESTAURANTE UGOLINO, 9 DE JULIO 470
12 de junio, a las 20.30hs:
Apuntes de Frank Gehry, de Sydney Pollack, EE.UU., 2006
83 minutos / Apta para todo público
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje La muerte de Stalin en Bohemia, de Jan Svankmajer, República Checa, 1990 (Cortesía del cineclub La Quimera)
Este documental de Sydney Pollack sobre el arquitecto Frank Gehry poco tiene que ver con el cine de ficción del realizador. Casi nada emparenta Africa mía y La intérprete con estos Apuntes de Frank Gehry, excepto una necesidad por parte de Pollack de saberse parte de un sistema sin querer dejar por esto el deseo de ser personal. Situación a la que no es ajeno Gehry, este heterodoxo e intuitivo arquitecto, más cerca de Le Corbusier y Lloyd Wright que de Gaudí, que también suele trabajar por pedido o condicionado por el deseo de un cliente. La amistad del cineasta y el arquitecto se pone de manifiesto en el transcurso de la película, cuyo objetivo es no sólo entender la gramática esencial de la creatividad, sino también concebir el espacio mismo como una superficie potencialmente artística. Algunas construcciones son admirables, aunque en algunas ocasiones, por ejemplo en el caso del museo Guggenheim de Bilbao, es ostensible la discontinuidad radical del edificio con la tradición arquitectónica de esa ciudad, a pesar de la positiva afluencia de turismo concomitante a la construcción del museo. De lo que se predica una meditación sobre cómo se construye en donde se habita. (RK)
VILLA GIARDINO: SALA TEATRO-CINE ALEJANDRO GIARDINO
15 de junio, a las 20.00hs:
En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerín, España, 2007
84 minutos / Apta para todo público
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje Los niños no pierden nada, de Sharunas Bartas, Lituania, 2004 (Cortesía del cineclub La Quimera)
El regreso a la ficción de José Luis Guerín de ningún modo constituye un paso atrás. El rigor de Tren de sombras y En construcción está al servicio de su infatigable búsqueda respecto de la naturaleza del cine, y en ese sentido la ficción, cuya índole narrativa obliga a contar, no socava la voluntad primera del cine que consiste en registrar lo real para hallar algo que sin la cámara no tendría visibilidad. Un joven, quizás poeta o pintor, está por algún motivo en Estrasburgo. Es un voyeur; le gusta sentarse en cafés y observar, principalmente a mujeres (bellas). Hasta que un día cree ver entre ellas a un viejo amor, a quien seguirá por un rato. Con esta anécdota, Guerín visita un territorio explorado por Linklater (Después del atardecer) pero desprovisto del bello exceso dialógico y la explicación psicológica, aunque sí comparten cierta curiosidad estética por el espacio histórico y viviente de la ciudad. Guerín ha señalado que su película está vaciada (no vacía), de tal modo que el espectador pueda escribir la historia que va descubriendo. Ocurre que Guerín convierte un bar en un microcosmos pletórico de belleza, un mundo repleto de signos que en la mirada del protagonista incluye la de quien mira la película. O compone planos elegantes y cadenciosos, planos secuencia móviles, de tal modo que la «persecución» es literalmente un paseo en la mejor tradición de la literatura de Robert Walser. El trabajo sobre el sonido es un exquisito concierto de elementos ciudadanos. Pero el paroxismo de la hermosura adviene cuando Guerín transforma un viaje en tren en una gran lección materialista de cine: imágenes en movimiento, momento en el que también habrá de postularse una tesis de otro orden: la distancia entre el recuerdo y la imaginación, o cómo la fantasía reviste a la memoria de su propia lógica. (RK)
Por una de esas casualidades, un amigo trajo a casa la película Match Point al día siguiente de haber visto Luz Silenciosa en el Cine club. De modo que las pude comparar. El tema era el mismo, ya que ambas trabajaban la infidelidad de un hombre casado envuelto en un affaire.
Lo siento Roger: Por lejos, Woody Allen logra un resultado muy superior a la del cine independiente. Hay un tratamiento más profundo del tema del sexo que termina en tragedia. O en palabras de Chris, (Match Point) “la diferencia entre el amor y la lujuria”. La dimensión demencial a la que puede arrastrar la atracción sexual ha sido tratada en otras películas, pero soy una calamidad para recordar los títulos. Recuerdo un Anthony Hopkins genial, por ejemplo, que ronda la misma temática. Representan hombres buenos, normales, que sin embargo pierden la cordura. Como mujer, no puedo emitir juicio sobre lo que puede sentir un hombre en esas circunstancias.
En Luz Silenciosa aparece como una experiencia “envidiable” (a la vez que condenable) entre los hombres. ¿Esa faceta ambivalente responde a una realidad que se me escapa?
Luz Silenciosa plantea la crisis inicialmente bien, pero luego pierde el rumbo. Repite innecesariamente escenas de rutas polvorientas, y de largos ocasos y amaneceres ni siquiera bellos. En Match Point también hay repetición de escenas, pero allí agregan dramatismo. Un Woody Allen genial.
Además, la lectura de la comunidad menonita no me convence: tengo antepasados menonitas y conozco bastante bien sus costumbres. Parece una mirada curiosa desde “afuera”, que elige detalles secundarios, como los desayunos, la rutina del baño y el lavado meticuloso del cabello y orejas… Más bien, datos folclóricos. Por otra parte, el menonita que en una escena llora quebrantado por el drama que vive, ¡de pronto se “mejicaniza” en la escena siguiente y canturrea su anhelo por “encamarse”! No es un personaje “true to life” como se dice en inglés. No “pega” con la realidad.
Finalmente: el desenlace me intriga. Los menonitas no son muy afectos a la mística carismática. Aunque muy religiosos, son demasiado apegados a la sensatez del hombre de campo. ¿Qué pretende ser el final? ¿Un milagro o solo un símbolo? Prefiero verlo como sólo un símbolo de que las dos mujeres—la esposa y la amante—comprenden el sufrimiento de la otra, y redimen de algún modo la vigencia del amor por sobre la mera atracción sexual. Elsie R. de Powell