MY WINNIPEG
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
My Winnipeg, Canadá, 2007.
Escrita y dirigida porDirigida por Guy Maddin.
*** Hay que verla
La película más accesible de Guy Maddin es un ensayo personal sobre una ciudad, su inconsciente y una muestra fecunda de que este realizador autodidacta es una de las voces más singulares del cine contemporáneo.
No es azar: el cine y el psicoanálisis nacieron casi al mismo tiempo. Fue en 1895, aunque bien podría considerarse que en La interpretación de los sueños los hermanos Lumière y Sigmund Freud unieron fuerzas para develar lo inconsciente. El diván y la cámara, dos tecnologías para explorar la vida humana.
My Winnipeg parece un sueño que resiste ser enteramente descifrado, una pesadilla edípica, una utopía olvidada, un delirio personal motorizado por fuerzas históricas y políticas que retumban en el psiquismo de Guy Maddin. ¿Es un documental sobre una ciudad canadiense? Maddin sostiene que es una fantasía documental, pero esto no la hace un retrato inexacto, más allá de la saturación simbólica.
El espíritu de Winnipeg se percibe en todo su esplendor: siempre fría, cubierta de nieve, en donde el hockey sobre hielo es el deporte nacional y los hombres son propensos al sonambulismo. Winnipeg: un lugar en donde en 1957 unas mujeres rodearon un viejo olmo en medio de una avenida para evitar su muerte y luego un desconocido lo dinamitó; Winnipeg: ciudad de una revuelta obrera colosal en 1919, metrópoli de calles que evaden la cartografía, de profetas y médiums, de tribus nativas que leyeron los signos del poder telúrico de una tierra signada por su propensión a los fenómenos parapsicológicos, como alguna vez afirmó Arthur Conan Doyle.
Como sucede con Del tiempo y la ciudad, de Terence Davies, la Winnipeg de Maddin pertenece a una entelequia personal, o cómo una ciudad se introyecta en la intimidad y la afecta. Aquí también la voz en off guía las imágenes, y la película combina material de archivo, animación y algunos pasajes que teatralizan los recuerdos infantiles de Maddin como acontecimientos públicos que transfiguraron la historia de la urbe. La identidad se constituye en tensión con la cultura familiar y la idiosincrasia de un lugar y una clase. Así, la madre de Maddin (interpretada por Anne Savage) es un personaje omnipresente: puede verlo todo, está en todas partes (hasta en la televisión), acaso un agente de castración, incluso hasta puede adivinar las aventuras amorosas de la hermana del realizador. En un pasaje magnífico, Maddin recuerda el salón de belleza materno: los olores, los sonidos, y concluye: “era una ginocracia”. Librarse de la madre fue un objetivo pretérito, abandonar Winnipeg es la misión del momento.
Quienes hayan visto La música más triste del mundo sabrán que el cine de Maddin es experimental y accesible. Su apropiación de la sintaxis del cine mudo se aplica a un relato que parece reproducir la lógica de los sueños. La epifanía de una reina imaginaria coincide con el deseo de revertir el tiempo y reparar los viejos mitos. Así, los espectros de algunas estrellas del hockey vuelven a jugar en las ruinas de un estadio demolido. «¿Qué es una ciudad sin sus fantasmas?»
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de septiembre de 2009
Obra maestra. Casi parece una mezcla de Imperio y El tiempo y la ciudad, con todo lo bueno de ambas, una suerte de hermosa «pesadilla documental».