MISERICORDIA / MISÉRICORDE

MISERICORDIA / MISÉRICORDE

por - Críticas
04 May, 2025 08:44 | comentarios
Debe ser una de las grandes películas cristianas de los últimos años, pero el responsable dista de ser un religioso. Otra gran película del mejor cineasta francés de nuestro tiempo.

LAS CRIATURAS DEL ALTÍSIMO

Nada es inmune a la risa. En algún momento, aquello que resulta grave y desgraciado puede ser desmantelado por una situación cómica. Reírse de los celos y de las canalladas; reírse de lo perverso, de lo sagrado, de la vida y la muerte; no hay tema interdicto. Hasta el Holocausto y la Inquisición han parido comedias. Esa es la razón por la que se suele sospechar del género. El espíritu de la comedia proviene de una evidencia que se prefiere recusar: la naturaleza endeble de todas las cosas dichas, el asedio de lo accidental respecto de los actos y la inconfesable contingencia de todas las doctrinas y las creencias. El desiderátum no es otra cosa que la ilusión de eliminar el error de todo lo que es. Da risa esa empresa destinada a la falla. La imperfección pertenece a los comediantes. 

Misericordia no parece una comedia, al menos durante los primeros minutos. Empieza con un velorio, luego viene un duelo y posteriormente la trama incluye un asesinato. Nada indica en el primer acto de que la película de Alain Guiraudie se inscribe en el género de lo cómico. Pero hay un personaje que es el emisario de la risa. Aparece en los momentos menos pensados, una silueta nacida para el gag. En la noche, en el bosque, en las montañas, en el living de la casa familiar en donde duerme el protagonista, como si nada, él estará. Es el cura del pueblo quien transmite el despropósito.

Escena indeleble, como prueba del juicio. El representante del Altísimo llega a la capilla, reconoce a Jérémie sentado en uno de los bancos de oración y pide que lo acompañe para que oficie de su confesor. Ese intercambio de roles constituye la exposición de su rol en el interior de la trama. La presencia del cura es la irrupción del disparate y la irreverencia. Pero con él se introduce algo de otro orden. En efecto, lo que sucede en el confesionario revela la condición de posibilidad de lo cómico. En el examen de consciencia se divisa otra magnitud del espíritu. Es otro matiz, su reverso: la clemencia. Mucho más tarde, Jérémie y el cura serán protagonistas de dos escenas opuestas y complementarias. Una en la cama, donde despunta lo cómico; otra en un cementerio, donde se materializa lo misericordioso. 

La trama de Misericordia es casi anecdótica. Jérémie viaja de Toulouse a un pueblo situado en una hermosa zona montañosa durante el otoño para despedir a un hombre al que quiso mucho. Quien dejó de existir fue panadero durante toda su vida. Jérémie trabajó a su lado hasta que partió a la ciudad. La viuda, el hijo y otros familiares lo reciben en la casa por unos días. El hijo siente celos del visitante. Las razones son infundadas, aunque Jérémie parece despertar el deseo de algunos. La tensión crece y tiene consecuencias. Sobre ese conflicto se suman un asesinato y una investigación. Cuando el tema policial tiñe el relato la comedia se vuelve evidente.

En Guiraudie, existe siempre un tono liviano por el que se suspende el juicio moral, y la conjetura lúdica amalgama el todo. Pueden pasar cosas terribles, pero no tienen el peso de siempre. Pasaba en El desconocido del lago, también en El rey de la evasión o Animal vertical. El sexo, como siempre, es clave, pero en Misericordia está atenuado, casi elidido, aunque lo que sucede en torno a él expresa un sexo libre, disociado de cualquier atributo que codifique el placer en un núcleo identitario. El hecho de que dos hombres se toquen o una mujer mayor desee a alguien con unos cuantos años menos que ella es una mera circunstancia. En una escena magnífica los dos insólitos gendarmes que llevan adelante la pesquisa comprenden que el religioso y el principal sospechoso se aman. La reacción ante el descubrimiento prescinde de desaprobación, es un dato más entre otros. Todo lo que pasa de la cadera para abajo no es incumbencia de ningún agente de codificación y regulación. Ninguna ley para el placer. En el decálogo de Guiraudie se alienta la satisfacción sexual; lo que es también una vía regia para acceder al estrato del inconsciente. Las secuencias oníricas son un clásico en su cine, aunque en Misericordia faltan o, más bien, toda la película tiene algo del clima escénico de un sueño. 

Pero el gran imprevisto en Misericordia reside en un hallazgo. La fuente de la comicidad es la misma que la de la piedad. Las razones del perdón son las mismas de la risa. Es frente a la criatura desprovista de su abrigo simbólico que nacen el chiste y el abrazo. Después del mejor gag de la película que implica una erección inolvidable viene otra escena en la que se abraza a un muerto. Es la contención necesaria que un hombre de fe siente frente al cadáver para restituir su dignidad. Dialéctica amorosa, más allá del bien y el mal. Es que solo Guiraudie puede filmar algo así. Y lo mismo pasa con el viento, otro intérprete notable en Misericordia, fenómeno atmosférico cinematográficamente hermoso que el cineasta honra en cada plano que se ve y escucha.

Misericordia / Miséricorde, Francia 2024.

Escrita y dirigida por Alain Guiraudie.

*Publicada en Revista Ñ en el mes de abril 2025.

Roger Koza / Copyleft 2025

Otra crítica sobre Misericordia, en el día de su estreno mundial. (Leer acá)